Savater, un lastre para UPD

Llevaba semanas sin hablar y, cuando hablaba, ateniéndose al guión fijado por Rosa Díez. Pero de un ególatra como Savater no se podía esperar disciplina de partido. Él es mucho más, un sherpa, un oráculo, un guía de la excelencia en el camino de la regeneración política universal.

Y claro, lo que tenía que pasar volvió a suceder. Casi se habían olvidado sus vulgaridades de tertulia, tan sorprendentes y decepcionantes en un filósofo que presume de serlo: "España me la suda", "España me la sopla", así como alguna confusión más grave desde el punto de vista político, como la definición de la idea de Nación, reducida según él a un espacio pragmático de pacificación colectiva y de práctica razonable de derechos y deberes.

¿Lo último? La gallardonitis, siguiendo la estela de sus amigos del Psoe, porque Savater sigue siendo, como Carreras, amigo del Psoe. Escribe, resumiendo, que quienes votaban PP porque en el PP estaba Gallardón hallarán la tierra centro-prometida en UPD.

Bien, vayamos por partes:

1-Tomar la defensa de Gallardón es lo que viene haciendo desde hace lustros la izquierda más sectaria de este país, ya que Gallardón es el hombre de Prisa en el Partido Popular, y era la alternativa soñada por Polanco en su proyecto de partido único con dos cabezas, sucediéndose en el poder a modo de un PRI mexicano tácticamente desdoblado. Como lector asiduo y articulista de El País, Savater sabe esto y más, pues su proximidad con algunos representantes del Psoe mediático raya en la intimidad.

2-Repetir como un papagayo la relación centro-Gallardón es sorprendente por parte de quien se autodefine con gran complacencia como un intelectual. Gallardón no sólo es hijo de un franquista señalado y descendiente de la oligarquía ultraconservadora española. En eso no se distingue de tantos y tantos políticos, muchos de ellos socialistas, por cierto. Es que además formaba parte del ala más dura de Alianza Popular cuando en ese partido, por ser demasiado derechista, se negaron a militar personas como Esperanza Aguirre, Acebes o Zaplana, quienes hicieron sus pinitos en la UCD o en un movimiento liberal. Cuando Vestrynge se topó con la sombra de Iglesias por el camino de Ferraz, el padrino político de Gallardón, Fraga Iribarne, lo puso de número dos de su partido. Eran tiempos en los que, con menos de treinta años, a Gallardón sólo le faltaba el bigotillo para retratarse como un arquetipo de lo que representaba: la derecha dorada más cavernícola, aunque pragmática y al estilo tecnocrático, eso sí. A diferencia de Moa, Vidal, Losantos y tanta gente de su generación que corrían delante de los grises o militaban en la clandestinidad mientras él era un heredero aprovechado de la dictadura, Gallardón no ha cambiado: sigue siendo un cínico advenedizo, con una ambición faraónica acompañada por un profundo e inmaduro desprecio hacia los demás y una patología narcisista que, quién sabe, quizás despierte simpatías inconscientes e identificatorias en personas como el suficiente e imbuido filósofo Savater.

3-¿Pero quién demonios es ese elector gallardonita al que alude el ilustre conductor espiritual de los destinos de UPD? ¿Alguien entre los lectores de Ciudadanos en la Red, alguien entre sus familiares o amigos conoce a un miembro de esa categoría tan misteriosa para mí? Por favor, suplico a quien me pueda presentar a "uno de esos ciudadanos de centro que ya no votarán al PP porque le hicieron pupa a su Gallardón" que me lo presente: le concedo una tribuna libre e ilimitada en mi espacio de articulista (mercenarios de Pepiño de esos que inundan los blogs llorisqueando sus afectos por el palaciego de las ratas abstenerse).

Una vez más, Savater mete la pata. Una vez más, Savater perjudica seriamente el proyecto de Rosa Díez. Una vez más, Savater confirma su condición de submarino del Psoe. Un Psoe decente, naturalmente, pues en eso consiste, y sólo en eso, la renovación política que nos prometen los ilustres consejeros a la sombra del altar, llámense Francisco de Asís o don Fernando.

Dante Pombo de Alvear