Antes de que se forme por completo la gran tormenta electoral que nos vienen anunciando, quiero hablarles del ciudadano Gumersindo Palomares, más conocido como “Gumer”.
Este buen señor, pasea su mediana edad por las calles de Barcelona en un taxi. Llegó a Cataluña desde Badajoz, provincia profunda, allá por los años setenta, y se casó con una chica muy maja (por entonces) de nombre Montserrat, que provenía de Vich y estaba trabajando en una empresa textil del cinturón de la capital catalana.
Tuvieron dos hijos, Pedro y Joan; Pedro se alistó en el ejército profesional por qué no estudiaba mucho y prefería ir y venir por la vida recogiendo experiencias; hace dos meses, precisamente, ha regresado de Bosnia tras una estancia de seis meses. Joan, estudia tercero de telecomunicaciones en la UAB, tiene novia, Nuria, que trabaja en la Generalitat como administrativo. Joan y Nuria están viviendo juntos desde hace unos meses.
Gumer y Montse se está separando, cosas del nido vacío y del aburrimiento; Pedro y Joan, también se están separando, lo saben hace tiempo, desde que Pedro le dijo un día a su hermano algo así como: “a ti lo que te pasa es que la Nuria te ha comido el coco, ya se sabe que tiran más dos tetas que dos carretas”. A Joan no le gustó lo que le dijo su hermano, pero calló y se fue, y eso que siempre había tenido admiración por él.
Joan era más enclenque, y Pedro, dos años mayor que él, siempre le estuvo vigilando y protegiendo cuando tenía problemas, pero aquellos recuerdos de cuando le paraba los pies a los que le amenazaban gratuitamente en el colegio, entre otras cosas por qué estudiaba muy bien, ya se van olvidando. Joan tampoco entiende a su hermano, y piensa que el ejército le ha convertido en un inadaptado, que sueña con banderas e himnos, y otras cosas extravagantes. Ahora los hermanos se saludan y poco más. Hace más de dos años que no cruzan más de tres palabras.
En cierta ocasión, Pedro lloró delante de su hermano, una sola vez, cuando este le dijo que cada día entendía mejor a los nacionalistas, y que tenían tanto derecho como el que más a defender la independencia de su territorio y su cultura, su lengua y su forma de estar en la vida. Pedro lloró para no llegar a las manos, era su hermano, coño.
Las lágrimas de Pedro no eran por lo que decía su hermano, sino por qué se daba cuenta de que en ese momento se rompía la relación con uno de los seres humanos que más quería; en el fondo, Pedro era un sensible, más tierno que un espárrago, pero trataba de ocultarlo con lo del ejército y esas cosas del heroísmo.
En cierta ocasión, a Gumer le habían dicho en el colegio que Pedro era mucho más inteligente que Joan, pero que le perdía la pasión, las emociones, siempre se metía en todos los líos y había tenido numerosos problemas con los profesores cuando el consideraba que actuaban injustamente, a alguno llegó a amenazarlo. Siempre fue más violento, pero buena gente.
Pedro se quiere largar de Cataluña, no soporta la opresión del nacionalismo, de su hermano, de su cuñada, también de su madre. Gumer, que está a punto de jubilarse, le ha dicho que entre los dos pueden arreglar la casa de los abuelos, y en éllo andan. A él tampoco le gusta lo que está viendo y eso que el oficio de no quedarse quieto y recorrer las calles siempre le ha gustado, en realidad, nunca se ha sentido aceptado del todo por los catalanes, porque sabe que no se apellida como debiera, y cuando va a alguna ventanilla y da su nombre, percibe que si se apellidara Feliú seguro que le atenderían mejor. Pero es una impresión privada, que jamás ha compartido. Nunca ha aprendido formalmente catalán, pero lo entiende, aunque solo lo chapurrea.
Montse se lleva mejor con Joan, entre otras cosas porque se siente orgullosa de que utilice su apellido, Balcells, y de que vaya a ser ingeniero; se lleva muy bien con Nuria y se han planteado vivir los tres juntos por aquello del dinero, al menos durante una temporada. En su casa se habla exclusivamente en catalán, siempre en catalán, los tres conocen el castellano pero han renunciado a comunicarse en otra lengua que no sea el catalán. Pedro, no acaba de comprender a su madre, no entiende que lo que les separa sea cada día más fuerte que lo que les une.
A Gumer le importa un carajo lo de las naciones, él es de Badajoz y lo sabe, porque cada vez que regresa al pueblo se lo dicen, mira “el catalán” que bien se lo ha montado. Él se calla, para que va a decirles nada, para que va a discutir si ellos no entenderán nunca lo que es sentirse extranjero en tu propio país después de haber vivido más de treinta años en Barcelona. Gumer habla con Joan de todo lo que no les desune, ha desistido de hablar de lo que les une.
Gumer, que no es tonto, más bien sensible, como Pedro, no tuvo muchas oportunidades en la vida, pero conoce bien la calle, sabe respirarla, sabe que al igual que su familia se ha ido a la mierda por esas tonterías que se van acumulando en la vida, también se está yendo al cuerno la convivencia entre los españoles, sabe que la próxima generación de catalanes, los hijos de Joan y Nuria, sus nietos, ni siquiera sabrán que su abuelo era de Badajoz, ni falta que les hace.
El taxista pacense está jodido, piensa en sus hijos, Pedro y Joan, lo que más quiere en este mundo, mientras espera en un semáforo de La Diagonal, y nota que sus ojos se humedecen y que una de las pocas lágrimas que le quedan se desliza por su mejilla, y vuelve a sentir ese tironcillo en el corazón, que ahora ya ha dejado de preocuparle tanto, porque cada día le importa menos si su final está próximo o lejano. Uno se muere cuando los recuerdos cobran más valor que la propia vida, y Gumer, cada vez que piensa en el sentido de su existencia, se queda muy triste, porque no entiende nada, o mejor dicho, pasa de entenderlo. La luz verde y el claxon del que le sigue le despiertan del ensueño, el pasajero que ocupa el asiento trasero sigue leyendo "El Avui", sin inmutarse.
Biante de Priena
6 comentarios:
Está muy bien escrita esta anotación, felicidades.
En cuanto al contenido en sí, en vez de lamentarse de lo que fue y pudo haber sido hay que enfrentarse al problema y, con el tiempo, se conseguirá que los nacionalistas se sientan avergonzados de serlo.
Por lo demás, la FAMILIA es lo primero, el afecto. Que se tengan ideologías, creencias... distintas no tiene que implicar distanciamiento alguno, si uno tiene por norma respetar la diferencia.
El nacionalismo es sentimiento, y ningún tipo de razonamiento es válido para intentar convencerles de sus errores, ninguno. Sólo aceptan el mercadeo, pero aquel que implica cesión del otro, nunca de su parte.
La vida es muy corta y complicada como para no cuidar lo más importante, que no es otro que la FAMILIA.
Si no puedes confiar en tus padres, en tus hermanos, en tus hijos ¿en quién vas a poder confiar?
Pero eso ha de mamarse desde niño en la propia familia. Ahí radica el problema, en que muchos padres han descuidado la educación de sus hijos, ofreciéndoles un ejemplo de vida, de valores. Y ahora, cosechan lo sembrado.
Nada/nadie garantiza el futuro, pero si hacemos mal las cosas desde un principio luego no nos lamentemos.
Lo dicho, mi única patria es MI FAMILIA. Con todo, sé de sus limitaciones, pero es nuestra mejor apuesta.
En cuanto a los hermanos, desgraciadamente, muchos terminan distanciándose cuando forman sus propias familias. Si sólo nos dejamos llevar por el sentimiento amoroso, mal negocio podemos hacer. No sólo hay que querer a la otra persona, también valorar si es una buena persona.
Las buenas personas no abundan, es más, cada vez escasean más. A las buenas todo el mundo es amigo, pero es en los malos momentos cuando se valora la verdadera amistad, el cariño y la BONHOMÍA.
He dicho, y no es poco.
Gracias maty, mucha razón en tus palabras, en lo que dices de la familia estoy de acuerdo, pero las personas tienen que evolucionar, el problema es que cuando ves que el mundo se desmorona alrededor tuyo, posiblemente porque los valores y tus creencias se han ido al cuerno, pocas ganas te quedan de luchar por algo
Saludos
Biante
La verdad, triste y descarnada. Esto es la Cataluña del 2000, ¡si señor!
La separación de los padres es una tragedia para los hijos, cierto, porque bien poco pueden hacer, salvo procurar que no pierda el RESPETO al otro. Muy difícil al principio supongo, pero se ha de procurar que no se pierda la relación familiar.
Años atrás he pasado mucho tiempo en hospitales, a causa de familiares varios, con sus noches pertinentes, así como otros miembros de la familia (hermanos, primos, sobrinos...).
De aquellos años, se me quedó grabada la soledad de muchos pacientes mayores, olvidados por sus hijos y demás familiares. Entonces pensaba, en mis largos paseos por los pasillos, qué poco me gustaría tener a tales personas en mi familia.
Alguien que no tiene EMPATÍA con el que sufre no puede ser una buena compañía, como el tiempo termina por demostrar (es de lo que suelen carecer los nacionalistas excluyentes).
En los hospitales catalanes he podido apreciar la creciente deshumanización de la sociedad. El ninguneo que se tiene al personal sanitario, que se piensa que está para servirnos, sin que merezcan un respeto. Y es un craso error, porque si queremos realmente al paciente procuraremos que dicho personal se sienta a gusto, apreciado, devolviendo ese afecto a nuestro familiar.
En fin, las buenas personas cada vez escasean más, así como la buena educación y el respeto al otro, como podemos comprobar en la red hispana, vía comentarios en bitácoras y en los medios digitales, e incluso en las propias anotaciones.
Es muy difícil, lo sé, pero la FAMILIA es el único colchón que tenemos en caso de necesidad. El afecto familiar ha de anteponerse a las diferencias, mas muchos no tienen claro las prioridades, al reinar en la sociedad "el todo vale". Pues no, para mí no todo vale, sin princpios y/o valores "sólidos" el hombre termina siendo un lobo para el hombre.
La cultureta del odi, la desafección continuada, esa sonrisa prepotente que diría Boadella.
Desde el franquismo que este filoracismo ha sido el arma utilizada por los nazis para obtener pingues beneficios, donde pueden robar a tutiplén sin mas investigación, donde pueden imponer una cultura completamente segregacionista sin contestación por parte de los estamentos de historia ni de justicia, donde todos ellos viven de los dineros de todos los demás,están colocados en el pastel del autogobern, hasta te subvencionan si cagas en catalán.
Salvo cuatro charnegos arrepentidos que se han apuntado a la escudella, los demás son los mismos que cuando franco o sus hijos.
El viejo truco de todos los racismos, imponer los autóctonos y hacer esclavos a los demás, ya es muy viejo.....y en cambio Europa lo tiene como modelo experimental,tal que así amigo Biante, cosas veredes...
Un saludo
Los llamados charnegos están también en conflicto, porque aquellos que se hayan apuntado al bando perdedor, van a recibir doble ración de lo que duele. Pero como no son tontos, enseguida se están poniendo al lado de los vencedores en esta historia, porque comer es lo que importa y los nazionatas ya no garantizan ni el pienso ni la alfalfa y se van a quedar más solitos aún, ¡cuanta pena que inspiran!
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