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domingo, 7 de enero de 2007

La rendición de Rodríguez es sincera

El presidente del gobierno ha dicho el seis de enero, después de la intervención del rey y en uno de esos corrillos que le encantan: "tengo tanto rechazo, estupor, espanto y odio a la violencia, que estoy dispuesto a empeñar todo lo que sea necesario para que en España no haya bombas".

No es cálculo, maquiavelismo, hipocresía, engaño, disimulación o duplicidad. Es verdad. Es lo que piensa. Rodríguez es, fundamentalmente, un hombre sincero.

Si bien es cierto que, para llevar a cabo su campaña de pacificación y de erradicación del terrorismo a cualquier precio, necesita a mentirosos, tramposos, disimuladores. Por eso tiene a Garrido, clon de los politicuchos del Pri mexicano, a Pepiño Blanco, iletrado pero malicioso, y a Rubalcaba, para quien todo esto es bastante más llevadero que ser portavoz del gobierno del Gal, función en la que adquirió galones de indignidad, apreciables a la hora de marginar o doblegar al Pp en este proceso delirante de sumisión.

En la nueva etapa que se abre, con una puesta entre paréntesis de la negociación con Eta y un intento, por parte del gobierno, de constitución de una gran mesa de partidos (por ahora sin Batasuna), el Pp sólo tiene dos opciones:

1) Aceptar un gran pacto en el que su voz será silenciada o neutralizada entre el Pnv, Ciu, Iu y quizás hasta Ciudadanos, con la modificación previa del Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo. Sería un grave error, pues desplazaría definitivamente el centro de gravedad hacia posiciones más próximas al entorno nacionalista y menor intransigentes en la defensa del ordenamiento legal. Significaría que los millones de ciudadanos opuestos a la entrega del estado de derecho ya no podrían contar ni siquiera con la imperfecta defensa constitucional de los populares.

2) Denunciar con claridad que Rodríguez ha puesto un punto final a "este proceso de paz" (son palabra literales) pero no a su proyecto de acabar con las bombas como sea. Mantenerse firme y seguir oponiéndose a la política del gobierno, basada en la aceptación de un conflicto vasco que sólo se podría resolver, según la profunda convicción del presidente, con la negociación política y la cesión ante una parte de las reivindicaciones terroristas. Exigir que el estado vuelva a funcionar (fuerzas de seguridad, justicia) en la persecución y en la sanción del delito, tal y como lo acaba de formular, casi reclamar, un monarca uniformado y aparentemente determinado (¡por fin!).

Sobre elecciones anticipadas y moción de censura, la prudencia del Pp es comprensible, pues se abre un período de incertidumbre y de extrema complejidad política. También y sobre todo de máxima precariedad, ya que Eta manda y marca los tiempos, más que nunca, en función de sus intereses, todo menos irracionales, al contrario de lo que periodistas ignorantes y frívolos repiten como papagayos desde el 30 D, entre dos loas al multiculturalismo de la cabalgata globalizada.

Dante Pombo de Alvear, Reflexiones liberales

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y ya se saben los términos concretos?. ¿Cuánto nos va a costar?.

El Capitán Trueno dijo...

HISPANIA, TIERRA DE CONEJOS

Animal simpático, sí, pero también imagen de persona asustadiza, pusilánime y cobarde. Y aunque resulte políticamente incorrecto decirlo, eso es lo que a algunos nos parece el comportamiento de una buena parte de nuestros conciudadanos. La ciudadanía española es desde el punto de vista histórico una adolescente, una chiquilla caprichosa y con la cabeza llena de pájaros adolescentes, como esa cantinela de hippies reciclados que se llama "paz" y que Zapatero supo capturar para encaramarse al poder, y con la que pretende perpetuarse en el mismo.

Los ciudadanos de países con siglos de democracia saben que los dos pilares de ésta son la Libertad y la Justicia, y que la paz debe ser el fruto de ambas y no su sustituta, porque como dijo Bertrand Russell "Si la paz no puede ser mantenida con honor, ya no es paz". Ya conocemos la paz de los cementerios, la paz de Stalin, la paz de Mao, la paz de Castro. Y los españoles deberíamos recordar la paz de Franco.

Viene todo esto a cuento al leer en el diario EL PAÍS la respuesta de intelectuales que se manifiestan a favor del llamado proceso de paz a pesar del atentado terrorista de Barajas, y también la opinión relevante de muchos ciudadanos en la encuesta de EL MUNDO donde una mayoría, aunque apoya de forma idealista una vuelta al Pacto Antiterrorista, está en desacuerdo con que aunque Zapatero persista en su enorme error del diálogo con el terror, se presenten mociones de censura, se pidan elecciones anticipadas o se convoquen manifestaciones. Todo ello a pesar de que el único y personal programa de Zapatero, la firma de la paz (sic) con ETA haya volado por los aires y se haya llevado por delante la vida de dos seres inocentes.

O donde una mayoría opina que le pareció adecuada la respuesta de ZP el día del atentado, una respuesta estupefaciente, patética y bochornosa. Pero precisamente porque la respuesta de Zapatero fue asustadiza, pusilánime y cobarde, en una palabra, conejil, es por lo que conecta tan bien con el sentir de una buena parte de la ciudadanía española.

Hispania, tierra de conejos.

El Capitán Trueno dijo...

Disculpas, falta el primer párrafo:

HISPANIA, TIERRA DE CONEJOS

Por azares del destino este país ha mantenido el nombre que le dieron los primeros colonizadores fenicios, al llamar Hispania, es decir, tierra de conejos, a la península ibérica, al parecer por la abundancia de este simpático animal por estos lares.

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