C’s # : Varios C’s decidieron asistir el 25N a la manifestación de apoyo a las víctimas del terrorismo y contra el proceso de rendición del gobierno ante Eta. Algunos viajaron desde Cataluña, Aragón, Galicia y otros lugares de España. Lo hicieron a título individual, respondiendo al llamado de Gotzone Mora, Rosa Díez, Buesa, la familia de Miguel Ángel Blanco, la de Gregorio Ordóñez (hoy se cumplen once años del asesinato de Goyo) y tantas otras personas de trayectoria moral y política intachable. Pero, sobre todo, respondieron al llamado de su conciencia. He aquí una crónica firmada por una de esas Ciudadanas:
España perdió una oportunidad de oro de reforzar su democracia frente a la barbarie hace unos años, cuando difundieron aquel vídeo en que los moritos, pocos días antes de una elecciones generales, nos amenazaban con más atrocidades a no ser que retiráramos las tropas de Irak. Pasado el tiempo poco importa la veracidad de aquella noticia, que se difundió como la pólvora y supuso ser la piedra angular de las elecciones del 2004, pues lo relevante es que, tras el fallido golpe de Estado del 23-F, aquellos días supusieron una puesta a prueba de la democracia española y la entereza de los españoles para defenderla y ejercerla. Prueba que perdimos, por cierto, porque tras las elecciones lo primero que hizo el nuevo Gobierno, elegido por todos los españoles, fue retirar las tropas, aceptando el chantaje, el miedo (principal instrumento de control que ejerce la barbarie) y, sobre todo, la dependencia. Perdimos la independencia política, independencia ante el terror, el miedo y la miseria.
Se le cae a uno el alma a los pies cuando la preocupación nacional ante la manifestación del pasado sábado es el número de pancartas sobre el 11-M, o los insultos que se profesaron, ninguno por Alcaraz, en aquella tarde, tras años y años de absoluto silencio y olvido, como si ese dato fuera fundamental para la corrección política necesaria en el proceso de legitimación moral, sin caer en la cuenta de que el otro día doscientas y pico mil personas salieron a la calle con un lema: “rendición en mi nombre, no”. Justo lo que nos faltó en las pasadas elecciones. Lo único decente que debió hacerse, como último signo de que nos queda un poco de grandeza en el corazón, es apoyar a los miles de víctimas de asesinato y obligadas a abandonar su tierra por las continuas amenazas, sin fisuras, sin “peros” y con la boca cerrada. Porque son ellos, y no otros, los últimos demócratas de este país. Venciendo a la sed de venganza, a la rabia y la ira de quien ha perdido a un hijo, un padre, un amigo, esos miles de personas se han mantenidos dignos y han entregado, mucho más que cualquiera de los que no han sufrido las dentelladas del horror (¿pero cómo os creéis contables de pancarta acertada?), quienes han sido llevados a una situación límite, la dignidad de sus muertos a la Justicia, la Democracia y la Ley. Sin fisuras, sin dobleces, sin titubeos. En más de 25 años.
En un tiempo en el que los derechos individuales (no así las obligaciones) se han perdido del todo, jugar a la corrección del número de asistentes es, a todas luces, insoportable. ¿Es que doscientos y pico mil no son suficientes? Con uno ya debería ser suficiente, con uno (aún lo estoy celebrando por los altares pero 90.000 personas alrededor de una urna fueron suficientes para que 3 nuevos diputados accedieran a un Parlamento español).
Y celebro, del mismo modo y por los altares, que el Foro de Ermua haya apoyado la manifestación pasada, se haya elevado por encima de las pancartas que tanto molestan, y hayan movido ficha. La próxima que sea Basta.Ya! Y a ver si para la que viene se reúne un poco más de dignidad y se junta el medio millón, pero no en Madrid, sino en Bilbao, en el centro de la ciudad, y que Patxi López, ZP y los Etabatachungos nos digan a todos los allí presentes, incluido a A. Cabrerizo, quien perdió a dos hijas y mujer en el de Hipercord, amén de tener que escuchar a Setién a propósito de la muerte de uno de los etarras del hipermercado que era una “paloma de la libertad”, cuáles son esas razones políticas que legitiman los asesinatos perpetuados por ETA. Que nos las digan, de una santísima vez, mirándonos a la cara, quien tiene la razón de su parte no ha de esconderse en parapetos institucionales, una por una las razones y la legitimidad del uso del horror con fines políticos. Y así, en Bilbao, ese día, cerca de quienes ejercen la violencia, que se nos diga claramente que esto ya no es una democracia y que, con nuestros impuestos, estamos colaborando a la manutención de un grupo de tiranos. Que nos digan de una santísima vez que la Constitución y la Ley en España ya no rigen. Y dar respuesta, por supuesto, en un nuevo marco.
Hasta entonces, la enseñanza:
IF
Kipling
If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you,
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don't deal in lies,
Or being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise:
If you can dream-and not make dreams your master;
If you can think-and not make thoughts your aim;
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two imposters just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build 'em up with worn-out tools:
If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: "Hold on!"
If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with Kings-nor lose the common touch,
If neither foes nor loving friends can hurt you,
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds' worth of distance run,
Yours is the Earth and everything that's in it,
And-which is more-you'll be a Man, my son!
Crónica de una ciudadana, el 25N en Madrid
España perdió una oportunidad de oro de reforzar su democracia frente a la barbarie hace unos años, cuando difundieron aquel vídeo en que los moritos, pocos días antes de una elecciones generales, nos amenazaban con más atrocidades a no ser que retiráramos las tropas de Irak. Pasado el tiempo poco importa la veracidad de aquella noticia, que se difundió como la pólvora y supuso ser la piedra angular de las elecciones del 2004, pues lo relevante es que, tras el fallido golpe de Estado del 23-F, aquellos días supusieron una puesta a prueba de la democracia española y la entereza de los españoles para defenderla y ejercerla. Prueba que perdimos, por cierto, porque tras las elecciones lo primero que hizo el nuevo Gobierno, elegido por todos los españoles, fue retirar las tropas, aceptando el chantaje, el miedo (principal instrumento de control que ejerce la barbarie) y, sobre todo, la dependencia. Perdimos la independencia política, independencia ante el terror, el miedo y la miseria.
Se le cae a uno el alma a los pies cuando la preocupación nacional ante la manifestación del pasado sábado es el número de pancartas sobre el 11-M, o los insultos que se profesaron, ninguno por Alcaraz, en aquella tarde, tras años y años de absoluto silencio y olvido, como si ese dato fuera fundamental para la corrección política necesaria en el proceso de legitimación moral, sin caer en la cuenta de que el otro día doscientas y pico mil personas salieron a la calle con un lema: “rendición en mi nombre, no”. Justo lo que nos faltó en las pasadas elecciones. Lo único decente que debió hacerse, como último signo de que nos queda un poco de grandeza en el corazón, es apoyar a los miles de víctimas de asesinato y obligadas a abandonar su tierra por las continuas amenazas, sin fisuras, sin “peros” y con la boca cerrada. Porque son ellos, y no otros, los últimos demócratas de este país. Venciendo a la sed de venganza, a la rabia y la ira de quien ha perdido a un hijo, un padre, un amigo, esos miles de personas se han mantenidos dignos y han entregado, mucho más que cualquiera de los que no han sufrido las dentelladas del horror (¿pero cómo os creéis contables de pancarta acertada?), quienes han sido llevados a una situación límite, la dignidad de sus muertos a la Justicia, la Democracia y la Ley. Sin fisuras, sin dobleces, sin titubeos. En más de 25 años.
En un tiempo en el que los derechos individuales (no así las obligaciones) se han perdido del todo, jugar a la corrección del número de asistentes es, a todas luces, insoportable. ¿Es que doscientos y pico mil no son suficientes? Con uno ya debería ser suficiente, con uno (aún lo estoy celebrando por los altares pero 90.000 personas alrededor de una urna fueron suficientes para que 3 nuevos diputados accedieran a un Parlamento español).
Y celebro, del mismo modo y por los altares, que el Foro de Ermua haya apoyado la manifestación pasada, se haya elevado por encima de las pancartas que tanto molestan, y hayan movido ficha. La próxima que sea Basta.Ya! Y a ver si para la que viene se reúne un poco más de dignidad y se junta el medio millón, pero no en Madrid, sino en Bilbao, en el centro de la ciudad, y que Patxi López, ZP y los Etabatachungos nos digan a todos los allí presentes, incluido a A. Cabrerizo, quien perdió a dos hijas y mujer en el de Hipercord, amén de tener que escuchar a Setién a propósito de la muerte de uno de los etarras del hipermercado que era una “paloma de la libertad”, cuáles son esas razones políticas que legitiman los asesinatos perpetuados por ETA. Que nos las digan, de una santísima vez, mirándonos a la cara, quien tiene la razón de su parte no ha de esconderse en parapetos institucionales, una por una las razones y la legitimidad del uso del horror con fines políticos. Y así, en Bilbao, ese día, cerca de quienes ejercen la violencia, que se nos diga claramente que esto ya no es una democracia y que, con nuestros impuestos, estamos colaborando a la manutención de un grupo de tiranos. Que nos digan de una santísima vez que la Constitución y la Ley en España ya no rigen. Y dar respuesta, por supuesto, en un nuevo marco.
Hasta entonces, la enseñanza:
IF
Kipling
If you can keep your head when all about you
Are losing theirs and blaming it on you,
If you can trust yourself when all men doubt you,
But make allowance for their doubting too;
If you can wait and not be tired by waiting,
Or being lied about, don't deal in lies,
Or being hated, don't give way to hating,
And yet don't look too good, nor talk too wise:
If you can dream-and not make dreams your master;
If you can think-and not make thoughts your aim;
If you can meet with Triumph and Disaster
And treat those two imposters just the same;
If you can bear to hear the truth you've spoken
Twisted by knaves to make a trap for fools,
Or watch the things you gave your life to, broken,
And stoop and build 'em up with worn-out tools:
If you can make one heap of all your winnings
And risk it on one turn of pitch-and-toss,
And lose, and start again at your beginnings
And never breathe a word about your loss;
If you can force your heart and nerve and sinew
To serve your turn long after they are gone,
And so hold on when there is nothing in you
Except the Will which says to them: "Hold on!"
If you can talk with crowds and keep your virtue,
Or walk with Kings-nor lose the common touch,
If neither foes nor loving friends can hurt you,
If all men count with you, but none too much;
If you can fill the unforgiving minute
With sixty seconds' worth of distance run,
Yours is the Earth and everything that's in it,
And-which is more-you'll be a Man, my son!
Crónica de una ciudadana, el 25N en Madrid
3 comentarios:
Las tardes del sábado son de paseo
(Crónica de un ciudadano el 25N en Madrid)
Las tardes de sábado son de paseo, si el otoño madrileño acompaña. Este año la lluvia nos ha calado hasta los adentros. El tuétano de los madrileños rezuma agua en este tiempo. Más que otra cosa, melancolía de los paseos de El Retiro, llenos de hojas de colorines tristes por los suelos, empapadas, hasta formar una pasta pisoteada, que nutrirá, podrida, los árboles que ahora desnudos la crearon. Nada se crea ni se destruye, todo se transforma. ¿Cómo hacen las castañas pilongas para caer cuando deben? Hay muchos castaños de indias en el parque de El Retiro.
De su puerta norte, más o menos, parte la calle de Velázquez, dedicada a Don Diego de Silva Velázquez, pintor conocido, creo. De madre portuguesa, llevaba el de Silva en cabeza, pero, por estar en España, se usaba el del padre, Velázquez. En su tiempo, más que como pintor, tenía prestigio o lugar preeminente por ser el aposentador de Felipe IV. Allá donde iba el rey, antes llegaba Don Diego a prepararlo todo. En una ocasión, obtuvo permiso real para un viaje a Italia, de donde no quería volver, de tanto como disfrutaba y aprendía. Uno de sus cuadritos de entonces, del jardín de la Villa Medicis, cuelga de una pared del Museo de El Prado. Precioso. Quien no sienta ganas de llorar de emoción al verlo, no tiene alma.
Si seguimos hacia el norte, atraviesan otras calles, todas del barrio de Salamanca. Recibe su nombre del Marqués de Salamanca, promotor del Ensanche de Madrid, trazado a escuadra más allá de la cerca este del Madrid de los Austrias. Va desde las espaldas del salón de El Prado, donde Carlos III trazó su ciudad de la Ilustración, hasta la cresta de la montaña que cierra por el oeste el arroyo del Abroñigal, que hoy transita sepultado bajo el ramal este de la M-30.
Una de las calles que atraviesa está dedicada a otro pintor, Francisco de Goya y Lucientes, aragonés ilustrado universal.
¿Cuándo dejarán de morir nuestros más dignos compatriotas en tierra extranjera? Su cuerpo reposa, decapitado, en una de las ermitas de San Antonio de la Florida. De la original pintó los frescos de la cúpula. La otra es una réplica posterior, siguiendo las trazas de Fontana, arquitecto italiano venido gracias a la mucha influencia que de allí nos trajo Carlos III. Queda un conjunto a lo Piazza del Popolo de Roma, aunque con menos garbo. Allí van las mujeres solteras a pedir novio, plantando la mano sobre una almohadilla llena de alfileres. A cada alfiler prendido en la palma, un novio.
Si seguimos más al norte, llegamos hasta otra calle dedicada a un insigne. Nada menos que Don José Ortega y Gasset. Nadie conoce esa calle por su nombre, porque todos la llamamos Lista. Hasta la parada de metro se llama así. Don José era un magnífico pensador. Su “España invertebrada” sigue siendo tan actual como entonces. Con “La rebelión de las masas” sucede otro tanto.
Y seguía lloviendo la tarde del sábado, a ratitos, y más bien calabobos. Cencella me enteré hace poco que lo llaman por Valladolid, aunque no sé si es exactamente lo mismo que el calabobos.
Sombreritos naranjas, gente de todas partes, el paraguas a veces, Juana que saca fotos, calados los pies –debo tener un agujero en una suela-, el Araujo que no deja el acento sevillano ni tras treinta años en Madrid, Gloria sonrie, como siempre, Eva también, los que han venido de Aragón, de Lugo y de otros sitios están por aquí cerca. Tatiana nos quiere a golpetazos en los brazos. Éramos unos cuantos entre mucha gente por la calle de Velázquez.
Faltaban unos mil, precisamente los mil por los que nosotros estábamos allí. Los mil a los que les habría gustado darse un paseíto de tarde de sábado por un Madrid de otoño, con lluvia, tranquilamente. Los mil a los que de mil amores habríamos acompañado a ver El Retiro, a pisotear hojas, a contarles la historia de Velázquez, la de Goya o la de Ortega, o de cómo Madrid pasó de poblachón manchego a los pies de Guadarrama a ciudad cosmopolita.
"el proceso de rendición del gobierno ante Eta"
hay aqui un morro pa' pisarlo tres veces.
Ciudadana de Madrid, ¡Gracias por tu crónica! ¡Que suertuda que eres por haber estado allí!
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