CONTRA EL FANATISMO… LA REBELIÓN
« Le monde est beau, et hors de lui point de salut »
Con motivo de una presentación en Marsella de las obras completas de Albert Camus en La Pléïade (y algunos textos inéditos), reviví hoy con algunos amigos perdidos desde hace algún tiempo memorias camusianas e iniciadoras de mi (no tan lejana) juventud.
Hojeando las páginas biblia de la magnífica edición, repasamos con el café de sobremesa textos rescatados de tertulias insólitas sobre algunas constantes de la obra del tuberculoso de Argel, premio Nobel malgré lui:
A quienes buscan sentido en su vida, Camus escribe que “no se puede salir del cielo que nos cubre”. A quienes se desesperan en su confrontación con lo absurdo, les repite que “el mundo es bello y, fuera de él, no hay salvación.” A los ideólogos les recuerda que “hay que querer a las personas antes que a las ideas.” Para los adalides del odio, conceptualiza la noción de gratitud. A quienes se instalan en el consenso, les reprende con “la exigencia de la separación”. A los revolucionarios dormidos sobre la almohada de las protestas incuestionables y cómodas, les demuestra que la verdadera exigencia “es incompatible con la radicalidad”.
Por todo ello, Camus fue y sigue siendo el enémigo acérrimo, vilipendiado por quienes cultivan los placeres de la ineficacia práctica, pretextando su aspiración a lo absoluto. Y es que los héroes de Camus, ay los héroes de Camus, nunca renuncian a combates que saben perdidos de antemano.
En la rebelión busca (¿y halla?) Camus la medida, en ella y por ella aspira a que el mundo no se deshaga, y en nombre del valor (la valentía), desconfía de los fervorosos adalides del glorioso amanecer.
Hoy, este hombre, admirable en su capacidad para desarmar intelectualmente los fanatismos, es ignorado u olvidado. Precisamente en nuestro tiempo y circunstancia, cuando podrían ser bastante útiles sus palabras de desactivación contra los abusos de la corrección política de una izquierda inane a la hora de responder (o preguntar siquiera) acerca de la realidad; o para superar la inoperancia de la derecha seudopragmática, motor sin gasolina de una gestión social sin proyecto presente ni visión de futuro.
Me quedo finalmente y sobre todo con la imagen de un novelista generoso, desesperado, educado y crecido en el silencio y el amor.
Y sin perdón posible por su pecado: haber tenido razón, siempre y para siempre, contra el gran (equivocado) Sartre.
Dante Pombo de Alvear
Artículo dedicado a Ciudadanos, en la andadura que les espera contra los ciegos sin criterio o, peor todavía, con alguno.
« Le monde est beau, et hors de lui point de salut »
Con motivo de una presentación en Marsella de las obras completas de Albert Camus en La Pléïade (y algunos textos inéditos), reviví hoy con algunos amigos perdidos desde hace algún tiempo memorias camusianas e iniciadoras de mi (no tan lejana) juventud.
Hojeando las páginas biblia de la magnífica edición, repasamos con el café de sobremesa textos rescatados de tertulias insólitas sobre algunas constantes de la obra del tuberculoso de Argel, premio Nobel malgré lui:
A quienes buscan sentido en su vida, Camus escribe que “no se puede salir del cielo que nos cubre”. A quienes se desesperan en su confrontación con lo absurdo, les repite que “el mundo es bello y, fuera de él, no hay salvación.” A los ideólogos les recuerda que “hay que querer a las personas antes que a las ideas.” Para los adalides del odio, conceptualiza la noción de gratitud. A quienes se instalan en el consenso, les reprende con “la exigencia de la separación”. A los revolucionarios dormidos sobre la almohada de las protestas incuestionables y cómodas, les demuestra que la verdadera exigencia “es incompatible con la radicalidad”.
Por todo ello, Camus fue y sigue siendo el enémigo acérrimo, vilipendiado por quienes cultivan los placeres de la ineficacia práctica, pretextando su aspiración a lo absoluto. Y es que los héroes de Camus, ay los héroes de Camus, nunca renuncian a combates que saben perdidos de antemano.
En la rebelión busca (¿y halla?) Camus la medida, en ella y por ella aspira a que el mundo no se deshaga, y en nombre del valor (la valentía), desconfía de los fervorosos adalides del glorioso amanecer.
Hoy, este hombre, admirable en su capacidad para desarmar intelectualmente los fanatismos, es ignorado u olvidado. Precisamente en nuestro tiempo y circunstancia, cuando podrían ser bastante útiles sus palabras de desactivación contra los abusos de la corrección política de una izquierda inane a la hora de responder (o preguntar siquiera) acerca de la realidad; o para superar la inoperancia de la derecha seudopragmática, motor sin gasolina de una gestión social sin proyecto presente ni visión de futuro.
Me quedo finalmente y sobre todo con la imagen de un novelista generoso, desesperado, educado y crecido en el silencio y el amor.
Y sin perdón posible por su pecado: haber tenido razón, siempre y para siempre, contra el gran (equivocado) Sartre.
Dante Pombo de Alvear
Artículo dedicado a Ciudadanos, en la andadura que les espera contra los ciegos sin criterio o, peor todavía, con alguno.
2 comentarios:
Sísifo y Prometeo, que gran pareja.
Siempre atrapados, siempre comenzando. Siempre eterno retorno.
Enhorabuena, Dante!
“hay que querer a las personas antes que a las ideas"
Camus.
Gracias, Dante, por recuperar la memoria de este maravilloso escritor tan desconocido en España.
Publicar un comentario