La distorsión del sistema democrático español, como tantas veces ha denunciado Antonio García Trevijano, tiene su origen en la organización política transicional sin ruptura entre un régimen dictatorial y una democracia supuestamente liberal y social, que derivó en una Constitución consensuada por una comisión constituyente formada por representantes de partidos políticos no legitimados , y que recibió el aval del pueblo español en 1978, un pueblo insuficientemente formado políticamente para comprender la responsabilidad que entrañaba su asunción.
La Constitución Española de 1978 es un instrumento legitimado de facto, pero no de iure, por el pueblo español, pues ha sido un producto del poder y no de la libertad. El pueblo ratificó en referendum una Constitución que no garantiza límites al poder ejecutivo, porque se estableció desde un principio autoritario, lo que ha permitido que los distintos gobiernos se hayan ido apropiando de los mecanismos de control de su gestión política. La Constitución Española de 1978 no garantiza restricciones al Gobierno, porque fue establecida con la finalidad censitaria de recortar la posibilidad de elección política de los ciudadanos a lo ofrecido exclusivamente por los partidos políticos.
De esta forma, el poder ejecutivo se ha ido apropiando de la separación de poderes, estableciendo su jerarquía sobre el poder legislativo y el poder judicial, que al añadir la financiación pública de los medios de comunicación y el reparto de áreas de poder comunicacional desde un sectarismo infame, ha terminado convirtiendo el sistema político español en un embrión presidencialista y totalitario, que vulnera de facto los principios constitucionales, sin que ninguna institución del Estado quede fuera del poder gubernamental, llegando a controlar sus propios mecanismos institucionales de control y reduciendo la función de oposición a la de testificación y protesta, sin capacidad alguna de corrección de las deriva autoritarias.
Los ciudadanos españoles sólo tenemos derecho a escoger entre las ofertas partidarias, no a elegir libremente entre las posibles alternativas de representación o a representarnos directamente. Los distintos artefactos establecidos por los partidos políticos alejan nuestra democracia de cualquier posibilidad de representación que no sea la legitimada, pues mediante subvenciones estatales con fondos públicos y las distintas artimañas del poder (requisitos legales para adquirir posibilidad de representación política, umbral electoral, efectos circunscripción, regla proporcional de distribución de escaños –Sistema D´Hondt-, el sistema de listas cerradas) han acotado la posibilidad de representación política a las grandes formaciones partidarias, excluyendo cualquier posibilidad ajena a un sistema partitocrático que se regenera y autoperpetúa.
El incremento del nivel cultural de los españoles, las nuevas tecnologías de la comunicación y la posibilidad de acceder a inagotables fuentes de información, así como el acceso al intercambio continuado de información autoproducida por los ciudadanos, por medio de blogs, foros y redes sociales, junto a la contemplación del espectáculo permanente de los desmanes, errores y fiascos de nuestros representantes políticos, ha originado un sentimiento crítico en los ciudadanos españoles que demanda nuevas formas de representación política que trasciendan el ámbito del más de lo mismo de la representación política, en la que unos candidatos elegidos por los partidos políticos, son ratificados por los ciudadanos en las urnas y no elegidos directamente. Esta coyuntura convierte la democracia española, de hecho, en una oligocracia restringida al partidarismo en la que se usurpa discretamente la voluntad soberana de los ciudadanos.
La política en España ha degenerado en logomaquia, los conceptos se han vaciado de contenido, la Constitución se ha convertido en un instrumento de control de los ciudadanos, pero no así de los políticos que campan con su poderío como señores feudales cuando su representación solo les concede función de servicio público, limitada a su promesa constitucional que vulneran permanente, sin que nada, ni nadie tenga poder para reprender su despropósito, esto explica el elevado rango de corrupción de nuestro país, la sustitución de la democracia por sus formas degeneradas de oclocracia y tiranía, y el fiasco electoral partidario que convierte en behetría y demagogia lo que habría de ser un proceso democrático genuino que convirtiera los votos de los electores en candidatos elegidos directamente por el pueblo, y no en edecanes de la jerarquía partidaria, propuestos y designados por los partidos políticos; la deriva paulatinamente decadente de los representantes políticos, nos ha terminado arrojando a un bodrio representacional, a un vertedero de incongruencias, más propio de una fiesta infantil de cumpleaños, de un reality show, que del rigor concerniente a una nación soberana de ciudadanos libres e iguales.
Los ciudadanos españoles exigen nuevas formas de representación pública. La política debe dejar de ser una actividad de oprobio y desmesura y recobrar su auténtica condición, que es cumplir las leyes y la voluntad general de los ciudadanos, y no convertir a los ciudadanos en siervos de nuevos señores feudales disfrazados de representantes democráticos, que favorecen a sus partidarios y perjudican a todos los demás, en una auténtica locura de poder inaceptable.
Enrique Suárez
Movimiento Democrático
La Constitución Española de 1978 es un instrumento legitimado de facto, pero no de iure, por el pueblo español, pues ha sido un producto del poder y no de la libertad. El pueblo ratificó en referendum una Constitución que no garantiza límites al poder ejecutivo, porque se estableció desde un principio autoritario, lo que ha permitido que los distintos gobiernos se hayan ido apropiando de los mecanismos de control de su gestión política. La Constitución Española de 1978 no garantiza restricciones al Gobierno, porque fue establecida con la finalidad censitaria de recortar la posibilidad de elección política de los ciudadanos a lo ofrecido exclusivamente por los partidos políticos.
De esta forma, el poder ejecutivo se ha ido apropiando de la separación de poderes, estableciendo su jerarquía sobre el poder legislativo y el poder judicial, que al añadir la financiación pública de los medios de comunicación y el reparto de áreas de poder comunicacional desde un sectarismo infame, ha terminado convirtiendo el sistema político español en un embrión presidencialista y totalitario, que vulnera de facto los principios constitucionales, sin que ninguna institución del Estado quede fuera del poder gubernamental, llegando a controlar sus propios mecanismos institucionales de control y reduciendo la función de oposición a la de testificación y protesta, sin capacidad alguna de corrección de las deriva autoritarias.
Los ciudadanos españoles sólo tenemos derecho a escoger entre las ofertas partidarias, no a elegir libremente entre las posibles alternativas de representación o a representarnos directamente. Los distintos artefactos establecidos por los partidos políticos alejan nuestra democracia de cualquier posibilidad de representación que no sea la legitimada, pues mediante subvenciones estatales con fondos públicos y las distintas artimañas del poder (requisitos legales para adquirir posibilidad de representación política, umbral electoral, efectos circunscripción, regla proporcional de distribución de escaños –Sistema D´Hondt-, el sistema de listas cerradas) han acotado la posibilidad de representación política a las grandes formaciones partidarias, excluyendo cualquier posibilidad ajena a un sistema partitocrático que se regenera y autoperpetúa.
El incremento del nivel cultural de los españoles, las nuevas tecnologías de la comunicación y la posibilidad de acceder a inagotables fuentes de información, así como el acceso al intercambio continuado de información autoproducida por los ciudadanos, por medio de blogs, foros y redes sociales, junto a la contemplación del espectáculo permanente de los desmanes, errores y fiascos de nuestros representantes políticos, ha originado un sentimiento crítico en los ciudadanos españoles que demanda nuevas formas de representación política que trasciendan el ámbito del más de lo mismo de la representación política, en la que unos candidatos elegidos por los partidos políticos, son ratificados por los ciudadanos en las urnas y no elegidos directamente. Esta coyuntura convierte la democracia española, de hecho, en una oligocracia restringida al partidarismo en la que se usurpa discretamente la voluntad soberana de los ciudadanos.
La política en España ha degenerado en logomaquia, los conceptos se han vaciado de contenido, la Constitución se ha convertido en un instrumento de control de los ciudadanos, pero no así de los políticos que campan con su poderío como señores feudales cuando su representación solo les concede función de servicio público, limitada a su promesa constitucional que vulneran permanente, sin que nada, ni nadie tenga poder para reprender su despropósito, esto explica el elevado rango de corrupción de nuestro país, la sustitución de la democracia por sus formas degeneradas de oclocracia y tiranía, y el fiasco electoral partidario que convierte en behetría y demagogia lo que habría de ser un proceso democrático genuino que convirtiera los votos de los electores en candidatos elegidos directamente por el pueblo, y no en edecanes de la jerarquía partidaria, propuestos y designados por los partidos políticos; la deriva paulatinamente decadente de los representantes políticos, nos ha terminado arrojando a un bodrio representacional, a un vertedero de incongruencias, más propio de una fiesta infantil de cumpleaños, de un reality show, que del rigor concerniente a una nación soberana de ciudadanos libres e iguales.
Los ciudadanos españoles exigen nuevas formas de representación pública. La política debe dejar de ser una actividad de oprobio y desmesura y recobrar su auténtica condición, que es cumplir las leyes y la voluntad general de los ciudadanos, y no convertir a los ciudadanos en siervos de nuevos señores feudales disfrazados de representantes democráticos, que favorecen a sus partidarios y perjudican a todos los demás, en una auténtica locura de poder inaceptable.
Enrique Suárez
Movimiento Democrático
8 comentarios:
Enrique, no se quién será el ideólogo y estratega de vuestro Movimiento/Partido político, pero creo que andáis conceptualmente igual de perdidos que el Profe. Qué queréis hacernos creer, que modificando el vigente sistema electoral en el sentido que proponéis en el punto tres de vuestro decálogo, vais a dadle un vuelco institucional a la partitocracia.
Si la esencia de la DEMOCRACIA, la fiáis como afirmáis en el punto tres de vuestro decálogo, a que un ciudadano es igual a un voto, me temo mucho que ya se en las fuentes ideológicas que ha bebido nuestro querido Profe.
El PP ya no tiene nada (malo) que demostrarnos pero, salvo que a estas horas no me haya enterado de alguna novedad, ¿dónde está la adhesión de Movimiento Democrático a la Concentración convocada por Voces contra el Terrorismo? ¿Y la de UPyD y COVITE, que ya en tiempos no querían rozarse mucho con Alcaraz? ¿Y la del Foro Ermua, que sí querían pero ya no, por lo visto? ¿Y los Disidentix, y el Foro de Babia? ¿Y Ciudadanos?
Espero que el sábado se funde oficiosamente el Porcuna Party, en alusión a un vino jienense, que además se presta a interesantes juegos de palabras e impactantes lemas, frescos, descarados y chulánganos, cuanto más distanciados del lenguaje politiquero, intelestuá y sureño (de Vitoria y Tarragona p´abajo) mejor.
Sería síntoma de que la ciudadanía no sólo no se deja chulear, sino que es ella la que chulea, y así habríamos acabado con el principal problema de la Democracia española. No necesitamos a esos intelestuales que menosprecian al populacho ignorante, ni más movimientos cívicos competitivos unos con otros y que al final se venden al mejor postor, y eso va también por la inmensa mayoría de las "terminales mediáticas" que ni hablan de lo del sábado. Sobre todo no necesitamos más partidos políticos, y menos aún con los mimbres de los más recientes, sino que los que hay nos respeten, por las buenas o por las malas.
Se resisten a que seamos, de verdad, el Pueblo Soberano y estar a nuestras órdenes. Espero que eso termine el sábado 6 de noviembre en cuya convocatoria no se reivindica sólo la dignidad de las víctimas.
Quieren seguir guiándonos como si fuéramos imbéciles, pos que les den porcuna. Porcuna es asín de chula.
(Más información en esRadio y Libertad Digital. Benditos sean)
Comienzo por Casandra
Movimiento Democrático de España apoya la rebelión cívica convocada por VCT
Pues me alegro doblemente, porque a mí no me entristece pedir disculpas. Y por si se me ha escapado alguno más, disculpas preventivas.
Diógenes de Sínope, sabemos que cualquier propuesta de cambio de sistema representativo encontrará toda la resistencia de los partidarios del más de lo mismo (todos los que apoyan la partidocracia) más todos los incrédulos patológicos, que en su adanismo piensen como Fukuyama que la historia ha concluido y estamos condenados a permanecer en la jaula institucional que hemos creado.
Movimiento Democrático de España se está cociendo en sí mismo, lo más importante es que ha comenzado un camino, se ha tomado una decisión, que es la de crear algo nuevo donde existe sólamente reiteració y podredumbre.
Al respecto, deseo comunicarte que el decálogo es una urdimbre provisional, siempre mejorable. Movimiento Democrático será una obra democrática colectiva, una formación antipartido hecha por los ciudadanos a su medida, desde la laibertad y no estratégicamente urdida desde el poder. Sus estatutos serán abiertos al igual que su programa a todas las propuestas de sus asociados.
Ciertamente mi pensamiento tiene poco que ver con el concepto igualitario de un ciudadano un voto, hace un par de meses dejé un artículo que, no sé si lo habrá leido, hablaba precisamente de nuevos horizontes en la democracia, fíjate en los enlaces, para comprobar que hay una trayectoria e intención de alcanzar nuevos horizontes desde hace muchos años, aquí te lo dejo El poder de la imaginación
Biante, copio y pego algunas frases de tu post, y comento o pregunto:
“El incremento del nivel cultural de los españoles...” ¿Has pensado bien lo que dices? Cuando quieras, échale un repasito a las audiencias de los programas de televisión, así, sin ir más lejos.
“...ha originado un sentimiento crítico en los ciudadanos españoles que demanda nuevas formas de representación política que trasciendan el ámbito del más de lo mismo de la representación política...” ¿Y cómo las demanda, yendo invariablemente a votar? Digo yo que eso es señal de que están de acuerdo con el más de lo mismo, ¿no?
“...Esta coyuntura convierte la democracia española, de hecho, en una oligocracia restringida al partidarismo en la que se usurpa discretamente la voluntad soberana de los ciudadanos...” Pues para mí que está claro que la voluntad soberana de los ciudadanos es justamente la que ha permitido y sigue permitiendo esa conversión de la democracia en una oligocracia.
Digo yo que si el ciudadano no estuviera de acuerdo con las reglas del juego, no jugaría, y menos aún cuando los organizadores hacen trampas descaradamente e incumplen las reglas que ellos mismos han impuesto.
Empiezo diciendo en mi descargo y disculpa que he estado esperando un buen rato que contestara el aludido por Fractalio, y con más razón, siendo como es el anfitrión de este rincón que nos acoge y/o soporta según los casos. Y me he comido dos dedos, porque el tema me pica, y no puedo más, lo siento.
Conozco personas de mi entorno que se tragan La Noria y productos similares, que son absolutamente críticos con el gobierno, y a ello le unen la ventaja de tener un estómago a prueba de bomba, así que pueden soportar la visión y la audición de la Iglesias y otros horrores con forma humana, o aproximada, sin que su integridad física se vea afectada. No sé si éste será el perfil mayoritario de la audiencia de estos programas, que me da que no, pero ese tipo de espectadores, haberlos haylos.
Y ya que he nombrado a Libertad Digital, ¡la de risas que me he echado cuando se daba una noticia de cotilleo total, friki y cutre, e iba yo lanzada a mirar el listado de las noticias más leídas! ¡Bingo! ¡Y ya si el cotilleo es referido a Belén Esteban...! ¡Línea y bingo! ¡Pero si los lectores de Libertad Digital son lo más cotilla y marujo de la red!
Y es que es lo que yo decía, que si a la gente se le hablara con palabras que pudiera entender, a lo mejor dejaba de ver La Noria, porque a lo mejor es que resulta que La Noria es lo único que pueden entender.
(Por ejemplo, lo de "ontología" no tienen ni pajolera idea de qué leches significa)
Pues bien, Enrique. Empezad a concretar propuestas y ponedlas en practica, por que de lo contrario la gente se cansa y se desentiende del proyecto.
Y para todos aquellos que no sean aún conscientes de ello, existe una exigencia que cualquier demócrata debería de pedir que figurara en cualquier ley electoral, y esta es la obligatoriedad de LISTAS ABIERTAS.
Pues las LISTAS ABIERTAS, si que significarían un salto cualitativo en nuestra partitocracia. Solamente tenéis que entender que la implementación obligatoria de las LISTA ABIERTAS, en nuestra ley electoral, significa a nivel práctico, que los caciques totalitarios que dirigen actualmente los diferentes partidos políticos nacionales se estrellarían contra el muro de la opinión pública aunque consiguieran auto-colocarse en primer lugar en la lista de su propio partido. Por poner un ejemplo: os imagináis que la “Loba de Sodupe”, consiguiera a base de colmillo y aullidos, colocarse en primer lugar de la lista de su propia manada, y la ciudadanía española, en virtud de su inalienable derecho a poder elegir libremente a sus representantes políticos, les molesten sus aullidos y meadas intimidatorias y no marquen su casilla en la papeleta electoral correspondiente, y por tanto salga elegido de número uno por su partido al Congreso de los Diputados, el que ella había colocado en doceava posición de su lista.
Y otro ejemplo que se que te derretirá las tripas de gusto: Os imagináis que en las lista del PP al Congreso de los Diputados, figurara Mariano “El Corto” en primera posición y Alvarez Cascos en noveno lugar, y el pueblo soberano decidiera dejar fuera del Congreso a “El Corto”, y que fuera Cascos el que ocupara su lugar. Esto si es verdad que sería un primer e importantísimo paso hacia una genuina DEMOCRACIA.
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