A estas alturas de la historia de España que Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre o Alberto Ruiz-Gallardón piloten la nave de la derecha española poco importa, más bien nada.
Por eso resulta ridículo contemplar el sonido de los sables en Génova, al ser desenfundados de sus vainas para amagar y no dar. La derecha española se tiene miedo a sí misma antes que a ninguna otra cosa. Tiene miedo a ser diferente de lo que es y así van las cosas en este país, a la medida de la condición intelectual de los políticos que nos representan. Nadie del PP dirá nada sobre el gobierno que nos ha colocado el PSOE, para mostrar el esplendor y brillo de su poder absoluto.
La derecha española no ha evolucionado, ha seguido siendo más de lo mismo, con un arrebato en los tiempos de Aznar, que no salió bien cuando se quiso poner a España a la altura de sus circunstancias, cambiando el juego de alianzas tradicionales. Pero salió mal, gracias al atentado del 11-M, y la decisión mal explicada y un poco chulesca de enviar tropas a Irak antes de tiempo. El pecado va en la penitencia.
El próximo congreso del PP que se celebrará a últimos de junio nada cambiará, por varias razones, pero la fundamental es el “conformismo” de los barones del PP, que se encuentran muy a gusto en sus feudos particulares, viendo la que les está cayendo a los que viven en territorio enemigo. Hay que conservar, dicen los conservadores.
En realidad, el problema de la derecha española es intelectual, es un partido de bajo rango estratégico y logístico, con un juego dependiente de las cosas que hace el gobierno correspondiente, sin discurso propio, más allá de defender los sacros valores patrios, y decir que el contrario se equivoca sin demostrarlo con claridad.
El problema del Partido Popular es de personas, no entre personas, ninguno de los conocidos líderes y lideresas son capaces de articular un discurso pleno y contundente, como el que han establecido Merkel en Alemania, Sarkozy en Francia y Berlusconi en Italia.
Les falta valor para decir que lo que está encima de la mesa es la la lucha de la civilización contra la barbarie, de lo que nos ha traído hasta aquí contra lo que no se sabe a donde nos llevará, de lo conocido contra lo desconocido, de lo contrastado contra los experimentos, de lo coherente contra lo incongruente.
Eso es lo que no se logrará en el congreso del PP de junio, porque no hay absolutamente nadie con capacidad para ponerlo siquiera encima de la mesa. Los militantes del PP están tan sensibilizados con el fracaso y la frustración que son capaces de aplaudir un silencio, como si fuera un gran discurso.
Y el problema de los españoles, es que con una oposición tan extraordinariamente desvencijada, asistiremos sin remedio a la destrucción de todo lo que somos gracias a la genialidad de Zapatero y su gente, exhaustos en la opulencia del no ser, de estar a cualquier precio, construyendo el país a la medida de sus delirios.
Biante de Priena
Por eso resulta ridículo contemplar el sonido de los sables en Génova, al ser desenfundados de sus vainas para amagar y no dar. La derecha española se tiene miedo a sí misma antes que a ninguna otra cosa. Tiene miedo a ser diferente de lo que es y así van las cosas en este país, a la medida de la condición intelectual de los políticos que nos representan. Nadie del PP dirá nada sobre el gobierno que nos ha colocado el PSOE, para mostrar el esplendor y brillo de su poder absoluto.
La derecha española no ha evolucionado, ha seguido siendo más de lo mismo, con un arrebato en los tiempos de Aznar, que no salió bien cuando se quiso poner a España a la altura de sus circunstancias, cambiando el juego de alianzas tradicionales. Pero salió mal, gracias al atentado del 11-M, y la decisión mal explicada y un poco chulesca de enviar tropas a Irak antes de tiempo. El pecado va en la penitencia.
El próximo congreso del PP que se celebrará a últimos de junio nada cambiará, por varias razones, pero la fundamental es el “conformismo” de los barones del PP, que se encuentran muy a gusto en sus feudos particulares, viendo la que les está cayendo a los que viven en territorio enemigo. Hay que conservar, dicen los conservadores.
En realidad, el problema de la derecha española es intelectual, es un partido de bajo rango estratégico y logístico, con un juego dependiente de las cosas que hace el gobierno correspondiente, sin discurso propio, más allá de defender los sacros valores patrios, y decir que el contrario se equivoca sin demostrarlo con claridad.
El problema del Partido Popular es de personas, no entre personas, ninguno de los conocidos líderes y lideresas son capaces de articular un discurso pleno y contundente, como el que han establecido Merkel en Alemania, Sarkozy en Francia y Berlusconi en Italia.
Les falta valor para decir que lo que está encima de la mesa es la la lucha de la civilización contra la barbarie, de lo que nos ha traído hasta aquí contra lo que no se sabe a donde nos llevará, de lo conocido contra lo desconocido, de lo contrastado contra los experimentos, de lo coherente contra lo incongruente.
Eso es lo que no se logrará en el congreso del PP de junio, porque no hay absolutamente nadie con capacidad para ponerlo siquiera encima de la mesa. Los militantes del PP están tan sensibilizados con el fracaso y la frustración que son capaces de aplaudir un silencio, como si fuera un gran discurso.
Y el problema de los españoles, es que con una oposición tan extraordinariamente desvencijada, asistiremos sin remedio a la destrucción de todo lo que somos gracias a la genialidad de Zapatero y su gente, exhaustos en la opulencia del no ser, de estar a cualquier precio, construyendo el país a la medida de sus delirios.
Biante de Priena
3 comentarios:
Creo que lo mejor es que se presente Cascos
Que buena idea,
Cascos, no se casa con nadie tiene su ideologia muy clara no como otros
Ni Esperanza, ni Cascos, ni Gallardón. Votación a mano alzada y que gane el que más apoyos tenga.
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