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jueves, 27 de marzo de 2008

Ziliarismo

Cuando una sociedad hastiada de la política como es la española, se decide por ratificar los errores del más de lo mismo, eligiendo hegemónicamente a un partido que ha quebrantado la Constitución, ha dialogado con terroristas, se ha cargado la separación de poderes, ha metido cazo en los grandes negocios, y ha conseguido que la crispación de buena parte de los españoles haya alcanzado el límite de la convivencia pacífica, algo no está funcionando.

Dicen los demócratas de parvulario que “el pueblo nunca se equivoca”; bueno, el pueblo como masa, tira más a rebaño que a otra cosa, y en las elecciones, recuerda a los ñus en estampida. La verdad es que el pueblo se equivoca en muchas ocasiones, por qué está formado por individuos y los individuos nos equivocamos todos los días. Esa sacralización de la democracia concediendo la razón a las mayorías por el simple hecho de serlo, es más bien una impronta fascista, bastante peligrosa por cierto.

Pero más allá de conjeturas sobre el criterio racional de las masas de ciudadanos, es importante en estos momentos saber la razón por la que once millones de españoles se han declarado con su voto, cómplices de Zapatero, sus gobiernos, y sus destrozos, aunque una buena razón haya sido la de no darle la razón a Rajoy y su ancestral versión de la realidad, que no acaba de desprenderse de las telarañas del franquismo. Es lo que hay.

Está comprobado que la gente vota continuidad de gobiernos cuando se siente amenazada por los cambios políticos, pero en general, la inteligencia y el sentido común sirven para discernir si la tensión proviene de la realidad o es una escenificación organizada precisamente con el interés alcanzar ese propósito, que es precisamente lo que ha ocurrido; recuerden ustedes el paso del talante a la tensión en un programa de televisión, en es magnífica expresión de que el talante solo era un envoltorio.

Y es que Zapatero parece tan buena gente”, decía una señora que conozco el otro día en el supermercado, precisamente, antes de las elecciones, en una concesión que radica en la estupidez solemne. El problema que tiene esa demócrata votante de Zapatero, (y hay que decírselo), es que votando al inefable se está cargando su bienestar presente y futuro, y el de todos los que le acompañamos en esta nave llamada España.

Y la gente, adocenada, pueril, simple e inane, prefiere votar a ese chico tan majo para que haga lo que quiera, sin darse cuenta, de que además es capaz de hacerlo, que hasta ahí llega su narcisismo y su petulancia; desde una Alianza de Civilizaciones con unos cuantos incivilizados, hasta un diálogo con los que le devuelven una víctima de su propio partido con acuse de recibo en agradecimiento.

Buena parte del pueblo español está hipnotizado por la Z y hay que despertarlo como sea, vive una patología que puede denominarse “ziliarismo” que consiste en no querer enterarse de lo que ocurre, y evidentemente, la mejor forma de hacerlo es votando por el genio de las cejas circunflejas. Cierto es que las cualidades para la comunicación y la convivencia son importantes, pero un Presidente de un Gobierno es un modelo a seguir para los ciudadanos. No basta con eso para guiar un país, ¿o sí?. A mi me gusta Aída y no la votaría para Presidenta del Gobierno, o ahora que lo pienso, igual sí.

Esa señora del supermercado y los once millones de electores que la han acompañado en la procesión de glorificación de Z y su política, no se han dado cuenta de que a partir de ahora han abierto las puertas de un cambio social de inefables consecuencias.

Un juez podrá condenarte injustamente si lo hace con una sonrisa, un médico podrá acompañarte con su incompetencia hasta la parca siendo un incompetente, un policía podrá pegarte un tiro por qué todo el mundo puede equivocarse y es humano, y un asesino te puede matar, aunque no quiera, por qué nadie está libre de cometer un error . Te pueden dejar sin casa por no pagar un recibo de la hipoteca, te pueden negar el pan y la sal si no bajas la cabeza a las órdenes del incompetente de turno.

Con el voto a Zapatero se han concedido cuatro años a la involución, a la corrupción, a la estupidez, y a los errores encadenados. Estoy seguro de que muchos se van a acordar del error que han cometido, por qué si Guerra dijo en una ocasión que iba a dejar a España que no la iba a conocer ni la madre que la parió, Zapatero se creyó que eso era lo que había que hacer, y lo hará. Dentro de cuatro años a ver en que país votamos, si votamos.

Y el gran problema es que de nada sirve decirlo, porque la miopía de millones de españoles es tan grande que no se darán cuenta de lo que han votado hasta que se les echen encima las consecuencias y entonces resulte demasiado tarde; vamos a perder libertad, igualdad y justicia como nunca antes había ocurrido en la historia de la transición española.

El pueblo nunca se equivoca, lo que no quiere decir que acierte siempre, ni mucho menos. Ya lo advirtieron en campaña los socialistas, hasta las cejas nos van a dejar, entre ellos y los "actores". Hay que encontrar rápidamente una vacuna contra el "ziliarismo", porque sino vamos a tener más problemas en el futuro que la niña de Rajoy, pobrecita, lo que le espera.

Biante de Priena

7 comentarios:

Enrique Suárez dijo...

'Democracia' by Giovanni Sartori

Anónimo dijo...

"C�est le millerianisme" dijo Arrabal, el "ziliarismo" es lo mismo pero en plan cutre

sisa dijo...

Que razón tienes. Esta España nuestra está enferma y han puesto al virus que la está matando a dirigirla.

¿Qué tenemos que hacer para que salga una vacuna y vacunar a tanta ciudadano anestesiado?

¿Qué nos pasa? ¿Es que este virus no tiene cura? Y si tiene cura... ¿A que esperamos?

Enrique Suárez dijo...

¿Por qué ganó Zapatero? by Francisco Rubiales

Anónimo dijo...

Todo tiene su tiempo, su ritmo, su curso.

Ahora empieza a hervir la caldera.

Tranquis, los dioses darán las señales oportunas. De momento afilemos los cuchillos.

Anónimo dijo...

Y los 10 millones y pico de la clausula Camps y hasta la Leticia habla catalán.

Hasta que el hambre los despierte.

Anónimo dijo...

El pueblo se equivoca en multitud de ocasiones y la historia esta ahí para demostrarlo.

Las mayorías dan el poder pero no la razón.

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