Las características de los movimientos políticos totalitarios también evolucionan con el paso del tiempo, los campos de concentración se han sustituido por nuevos métodos de aislamiento social que en un sentido negativo se asemejan al ostracismo, el acoso, o la segregación de las personas que reclaman sus derechos y en un sentido positivo en la compra de voluntades o el reforzamiento de las conductas deseadas por el régimen ("pensamiento políticamente correcto", "propuestas constructivas", "críticas positivas").
Las policías secretas han mutado en agentes de control, una forma de comisarios o comisionados representados en las hordas progresistas, cuya función es velar por qué el discurso oficial prevalezca. También se encargan de favorecer un determinado lenguaje, que utiliza estrategias comunicativas para producir una "normalidad" consistente con los objetivos del poder, por medio de eufemismos y perífrasis. Por ejemplo, "diálogo por negociación", "accidente por atentado", "cordón sanitario por exclusión", junto con la exaltación de unos determinados valores y principios que se contraponen a los rivales (que son los existentes) como los únicos correctos: progresismo, laicismo, pacifismo, feminismo, ecologismo, etc.
También se producen resúmenes simbólicos de toda la cultura que se quiere representar, como por ejemplo la Z, el talante, o la ceja; así como el apoyo de famosos protegidos que confieren al régimen la imagen de proximidad y serenidad, muy importante para que la gente no sospeche de lo que éstá ocurriendo, que es precisamente el recorte de sus libertades, de su igualdad, de sus derechos constitucionles de forma ominosa.
La cultura de identificación
El propósito de todo régimen totalitario es crear una "cultura propia normalizada", que se contraponga a otras representaciones de la cultura, como la tradicional, la racional, o las marginales. La "cultura normalizada", con el paso del tiempo se convierte en normativa, y más tarde, en ley de obligado cumplimiento bajo amenaza de exclusión social.
Habitualmente, el procedimiento consiste hacer víctima de la opresión, del olvido, de la maldad o de los intereses de un grupo determinado, a un "elemento clave" que se requiere para guiar el proceso político "liberador". Un ejemplo peculiar en España es la enseñanza pública del aprendizaje del castellano y el catalán en Cataluña. Si en los años del franquismo se decía que el hablar catalán estaba prohibido y penado (con cierta exageración), en la actualidad se ha invertido el proceso, siendo el aprendizaje del idioma español en Cataluña lo que resulta imposible en la enseñanza pública, siendo sancionado y perseguido el idioma constitucional de todos losespaños, así como su expresión pública en documentos. La doble moral de establecer una opresión desde el victimario particular es absolutamente efectiva. Lo mismo se puede aplicar a otros temas como el terrorismo, el feminismo, o el "climatismo".
Los elementos tradicionales del totalitarismo se reproducen en el neototalitarismo, que adopta una posición más sutil y asequible por las sociedades actuales, una versión moderna de la opresión y el reparto de privilegios por criterios inícuos. Algunas de sus características son las siguientes:
El totalitarismo restringe la libertad, pero ofrece apariencia de que precisamente su acción es contraria a este propósito. Las sutiles formas de represión pasan por la exaltación de una libertad no política, es decir, aquella que no puede afectar a la concentración de poder en escasas manos. El neototalitarismo no tiene problemas en relajar las costumbres, romper las tradiciones, o premiar a los improductivos, con tal de que expandan que la libertad es precisamente hacer lo que a cada uno le venga en gana, pero que quede bien claro que no hay otro mundo posible que el que existe y se ofrece, con todas las decisiones organizadas por sus líderes y camarillas.
Uno es libre de irse de vacaciones, de consumir lo que quiera, de comprarse una casa, de recurrir a profesionales privados para resolver sus problemas, siempre que se lo pueda pagar o pueda obtener recursos por alguna vía no conflictiva, que sea socialmente aceptada. Si un sujeto no puede hacer lo que quiere, no es porque el Estado fracase, sino por su propia "culpa", por su irresponsabilidad, o por su ineptitud, porque los problemas siempre son de los individuos; el Estado, y el gobierno que lo dirige, jamás se equivocan, son omníscientes y "defienden los intereses de todos sus vasallos" mejor que nadie podría defenderlos.
La organización de las masas
Se requiere además un movimiento de masas organizado en torno a un partido político, que se extiende por todo el tejido institucional del Estado; todos los puestos de decisión política son ocupados por gente del partido o afín a él, especialmente los relacionados con los medios de comunicación o las instituciones que se ocupan de los valores que se pretenden difundir, por ejemplo en España el Instituto de la Mujer, los sindicatos, las ONG, las instituciones educativas, sanitarias, de bienestar social o de justicia; todo este magnífico despliegue, se hace evidentemente de una forma discreta y sutil, pareciendo que estas cosas ocurren por algo parecido al azar, sin la intervención de nadie.
La dominación de las masas es fundamental para el proceso de su sometimiento definitivo, y se hace desde todos los ámbitos posibles. El objetivo es que la mayor parte de los ciudadanos puedan participar de las ventajas del dominio, desde recibir subvenciones, hasta cheques suplementarios por cualquier motivo, para que nadie proteste de su "extraordinaria situación de privilegio". Hay que dar la imagen de que a todo el mundo se le conceden "ayudas", a los viejos viajes, a las mujeres tiempo, a los jóvenes viviendas, a los niños premios.
Se organiza un Poder Único con un partido en el gobierno y otro en la oposición para mantener la apariencia democrática, los dos tienen numerosas huestes que viven del Estado, al servicio de sus propios intereses. Ante los ojos de los ciudadanos, mantienen una disputa permanente sobre los grandes temas de Estado que en nada coinciden con las preocupaciones de los ciudadanos. Habitualmente se ocupan de problemas que no tienen solución, que son los más rentables por su persistencia. Si es necesario, se crean problemas nuevos, que justifiquen la necesidad de nuevos debates y la contratación de más personal para la administración pública que se reparten proporcionalmente.
El partido gobernante aprovecha cualquier oportunidad para eliminar los rivales más próximos, fagocitándolos, demostrando su inutilidad política,porque él puede representar perfectamente a todos los seguidores de estos partidos, como ha ocurrido con ERC e IU; ante esta singladura, es habitual que gente que formara parte de ese partido se escape de la vorágine y funde un nuevo partido, como ha ocurrido con la UPyD de Rosa Díez, pero si comprobamos la tasa de atrición del "monstruo", goza de buena salud pues consigue ocho diputados de sus competidores más próximos, por uno que pierde.
El líder carismático
En el neototalitarismo del siglo XXI es imprescindible la presencia de un líder carismático, con apariencia de buena persona, que sea capaz de transmitir su ineptitud a los ciudadanos, su bondad, su interminable lucha por resolver la vida de los contribuyentes, de los electores, de los consumidores, de los ciudadanos. Su imagen debe coincidir con una disposición al servicio de los demás, de magnanimidad extrema, de preocupación constante. Nada que parezca relacionado con la autoridad, mostrando una imagen campechana, de "gente normal", que permita pensar a sus gobernados que cualquiera podría estar en su lugar. La imagen final es que a pesar de llevar la pesada carga, no cejará en seguir adelante hata la misma extenuación si hace falta. Poco menos que un martir.
El neototalitarismo tiene como principal objetivo el control de todos los medios de poder, los políticos -legislativo, ejecutivo, judicial-, el mediático (cuarto poder), el económico (quinto poder), el territorial (sexto poder). No pretende hacer cambios importantes, sino dominar la situación transformando los medios en fines, así hacer una obra pública es instrumental al beneficio político y económico que otorgue a su ejecutor, y no a las necesidades de los ciudadanos.
El aparato de propaganda es muy importante, y está dirigido al objetivo de ensalzar permanentemente al líder y la obra de su partido. Es muy importante realizar grandes promesas, aunque no se cumplan, porque la gente termina olvidándose de todo lo prometido. Se crea una legión de defensores, y otra de acusadores, estableciendo un debate permanente entre todos, para dar la imagen de que el gobierno está controlado en todos sus actos y gestos, cuando en realidad lo único de lo que se habla, es de lo que se permite o induce a hablar. Al final, el gobierno de turno siempre sale reforzado de estos debate, porque los que lo defienden siempre quedan mejor, entre otras razones por qué los encargados de criticarles lo hacen con una esmerada mesura, sin sacar temas conflictivos que pudieran poner en precario su gestión de la vida pública, o también de la privada (Grandes campañas propagandísticas del tipo "por tu bien).
Neototalitarismo en España
Habitualmente el neototalitarismo se difunde mejor cuando los niveles culturales de la población no permiten que se establezca una resistencia ante su expansión. Ejemplos singulares de nuestra época son los gobiernos de autonomías españolas como Extremadura, Andalucía o Asturias, pero también los de países latinoamericanos como Venezuela, Bolivia, Ecuador, o Nicaragua a los que se aproximarán otros como Chile, Brasil o Argentina en no demasiado tiempo. Y por supuesto, el ejemplo más glorioso y seguido por todos, el de Rodríguez Zapatero en España.
En el caso español, el poder es omnímodo, no existe lugar donde no lleguen sus largos tentáculos, hasta la implantación de nuevos valores, principios y creencias en la sociedad, compitiendo con los valores, principios, y creencias convencionales y tradicionales (los realmente existentes). Todo esto ocurre por qué uno de los objetivo máximos del neototalitarismo es la desidentificación de las personas con sus anclajes culturales y sociales, que es la mejor forma de convertirlos en elementos indiferenciados de una masa política amorfa.
Al que lucha por su libertad, se le considera un egoista; al que lucha por sus derechos, un arribista; al que lucha por mantener su forma de vida, un arcaico; al que lucha por la igualdad, un idiota; al que lucha por seguir siendo quien es, un iluminado. Solo los elegidos cruzarán la puerta del despacho, los únicos méritos valorados son la pleitesía al régimen y la disposición a la servidumbre de la máquina de poder, que terminan alcanzando el nivel de heróicos (sacrificio, devoción, altruismo).
Evidentemente, se siguen celebrando elecciones cada cuatro años que no sirven más que para reforzar todo lo existente, por qué no cabe ni la más remota posibilidad de que la estructura de poder cambie, gobierne quien gobierne. Estoy seguro de que con Zapatero, se va a perfeccionar el sistema durante esta legislatura.
Les dejo alguna bibliografía sobre el tema, especialmente para aquellos que después de haber leído este artículo todavía se queden con ganas de saber algo más sobre como se convierte a ciudadanos libres en borregos cautivos.
Bibliografía
Hannah Arendt, Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Alianza Editorial, 1987.
Raymond Aron, Democracia y totalitarismo. Barcelona: Seix Barral, 1968.
Franz Borkenau, El enemigo totalitario. 1940.
C.J. Friedrich y Z.K. Brzezinski, Dictadura totalitaria y autocracia. Buenos Aires: Libera, 1965
Guy Hermet, Totalitarismos. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1991.
Jeane Kirkpatrick, Dictadura y contradicción. Racionalismo y razón en política. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1983.
Giovanni Sartori, Teoría de la democracia. Madrid: Alianza Editorial, 1988
Leonard Schapiro, El totalitarismo. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1981.
Jacob Talmon, Los orígenes de la democracia totalitaria. Madrid: Aguilar, 1956
Biante de Priena
1 comentario:
Va a ser que sí, jejeje
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