Gotzone Mora le hizo en su día esta pregunta a Boadella, de aquella pregunta, surgieron estas reflexiones.
Conversando con un colega alemán sobre la historia de sus padres y abuelos, me confesó que esa pregunta, había martilleado sus cabezas al igual que las de tantos otros. Corría el año 2001.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Un día se apaga la luz y, de pronto, nos damos cuenta de que estamos a oscuras. O quizás es el cegador rayo de luz de la realidad el que nos descubre que ya no vivimos donde solíamos. O quizás abrimos la puerta y dónde debería de haber un jardín hay una jungla y descubrimos que jamás existió nuestro mundo de ilusión y fantasía. ¿Cómo se llega a Dachau?, ¿Cómo se libera a la bestia?
La realidad nos muestra que esos cambios profundos y dramáticos no vienen precedidos de grandes anuncios luminosos. Salvo para algunos profetas del Apocalipsis, nada hay que temer. Jugamos en primera división, estamos a prueba de bombas.
Yugoslavia … estaba cantado… era una sociedad rota presionada por una dictadura. ¿Sí? ¿La misma Yugoslavia que Jordi Pujol deseaba como modelo para nuestra España? Exactamente: la misma. ¿La misma que era ejemplo de convivencia, aperturismo y eurocomunismo? Sí, sí, esa, sin duda. Y, sin embargo, como Chamberlain, nos negamos a intentar comprender cómo países que hoy son ricos y prósperos se deslizan por la ladera de la montaña entre risas y jolgorios hasta que sus habitantes, de pronto, se dan cuenta de que no hay mas nieve, de que sólo queda un abismo aterrador a sus pies sin nada a que sujetarse.
Y, aquellos de entre ellos a los que queda algo de humanidad aún en su interior, miran horrorizados a sus hijos vendidos a ese abismo insaciable. Y vuelven a preguntarse, una vez más, por enésima vez desde que el mundo es mundo:
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Y ya no hay tiempo para pensar en cómo salir de ahí, en cómo evitar la tragedia, en cómo salvar a quienes quieres.
Pero si no entendemos cómo nos desplazamos, ¿cómo podremos saber el riesgo?. Si no entendemos el clima, ¿cómo predeciremos el tiempo?. Mintiéndonos, ¡claro!. La primera división. Aquí jamás pasará algo así. Por supuesto.
Ese orgullo antropocéntrico que nos hace pensar que podemos cambiar el clima del planeta desaparece cuando nos hacemos irresponsables de nuestra realidad y de nuestro futuro. Irresponsables de nuestra libertad. Irresponsables del testigo que recogimos de generaciones pasadas y deberemos de entregar a las nuevas. Sólo parecemos ser responsables de nuestro placer sexual y del cambio climático.
Hemos llegado aquí porque hemos aceptado el lenguaje de quienes quieren destruir nuestra libertad. Hemos dejado que las palabras ya no signifiquen lo que son. Hemos aceptado incomunicarnos, perder esa herramienta imprescindible para pensar que es la capacidad de expresarnos ante nosotros mismos.
Hemos llegado hasta aquí porque hemos aceptado no ponernos en pié para no crispar. Total, no se vive tan mal. Y si te significas... te puede caer a ti.
Hemos llegado hasta aquí porque hemos olvidado las viejas historias de nuestros abuelos, cuando nos hablaban de un tiempo en que hermanos mataban a hermanos. Porque somos mejores y superiores. Porque jamás nos pasará a nosotros.
Paso atrás a paso atrás. Renuncia a renuncia. Dejación a dejación. Palabra perdida a palabra perdida. Giro de cabeza a giro de cabeza. Niño pisoteado a niño pisoteado.
Hemos llegado hasta aquí por nuestra propia responsabilidad. Como ciudadanos de una nación que ha sido incapaz de defenderse, de defendernos unos a otros. Que se ha rendido antes de la batalla. Que no sabe siquiera que esta en guerra.
¿Y cómo se sale?
No podemos conducir por tí.
Minneconjou
Conversando con un colega alemán sobre la historia de sus padres y abuelos, me confesó que esa pregunta, había martilleado sus cabezas al igual que las de tantos otros. Corría el año 2001.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Un día se apaga la luz y, de pronto, nos damos cuenta de que estamos a oscuras. O quizás es el cegador rayo de luz de la realidad el que nos descubre que ya no vivimos donde solíamos. O quizás abrimos la puerta y dónde debería de haber un jardín hay una jungla y descubrimos que jamás existió nuestro mundo de ilusión y fantasía. ¿Cómo se llega a Dachau?, ¿Cómo se libera a la bestia?
La realidad nos muestra que esos cambios profundos y dramáticos no vienen precedidos de grandes anuncios luminosos. Salvo para algunos profetas del Apocalipsis, nada hay que temer. Jugamos en primera división, estamos a prueba de bombas.
Yugoslavia … estaba cantado… era una sociedad rota presionada por una dictadura. ¿Sí? ¿La misma Yugoslavia que Jordi Pujol deseaba como modelo para nuestra España? Exactamente: la misma. ¿La misma que era ejemplo de convivencia, aperturismo y eurocomunismo? Sí, sí, esa, sin duda. Y, sin embargo, como Chamberlain, nos negamos a intentar comprender cómo países que hoy son ricos y prósperos se deslizan por la ladera de la montaña entre risas y jolgorios hasta que sus habitantes, de pronto, se dan cuenta de que no hay mas nieve, de que sólo queda un abismo aterrador a sus pies sin nada a que sujetarse.
Y, aquellos de entre ellos a los que queda algo de humanidad aún en su interior, miran horrorizados a sus hijos vendidos a ese abismo insaciable. Y vuelven a preguntarse, una vez más, por enésima vez desde que el mundo es mundo:
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Y ya no hay tiempo para pensar en cómo salir de ahí, en cómo evitar la tragedia, en cómo salvar a quienes quieres.
Pero si no entendemos cómo nos desplazamos, ¿cómo podremos saber el riesgo?. Si no entendemos el clima, ¿cómo predeciremos el tiempo?. Mintiéndonos, ¡claro!. La primera división. Aquí jamás pasará algo así. Por supuesto.
Ese orgullo antropocéntrico que nos hace pensar que podemos cambiar el clima del planeta desaparece cuando nos hacemos irresponsables de nuestra realidad y de nuestro futuro. Irresponsables de nuestra libertad. Irresponsables del testigo que recogimos de generaciones pasadas y deberemos de entregar a las nuevas. Sólo parecemos ser responsables de nuestro placer sexual y del cambio climático.
Hemos llegado aquí porque hemos aceptado el lenguaje de quienes quieren destruir nuestra libertad. Hemos dejado que las palabras ya no signifiquen lo que son. Hemos aceptado incomunicarnos, perder esa herramienta imprescindible para pensar que es la capacidad de expresarnos ante nosotros mismos.
Hemos llegado hasta aquí porque hemos aceptado no ponernos en pié para no crispar. Total, no se vive tan mal. Y si te significas... te puede caer a ti.
Hemos llegado hasta aquí porque hemos olvidado las viejas historias de nuestros abuelos, cuando nos hablaban de un tiempo en que hermanos mataban a hermanos. Porque somos mejores y superiores. Porque jamás nos pasará a nosotros.
Paso atrás a paso atrás. Renuncia a renuncia. Dejación a dejación. Palabra perdida a palabra perdida. Giro de cabeza a giro de cabeza. Niño pisoteado a niño pisoteado.
Hemos llegado hasta aquí por nuestra propia responsabilidad. Como ciudadanos de una nación que ha sido incapaz de defenderse, de defendernos unos a otros. Que se ha rendido antes de la batalla. Que no sabe siquiera que esta en guerra.
¿Y cómo se sale?
No podemos conducir por tí.
Minneconjou
1 comentario:
Poco a poco estais demostrando que la fuerza surge siempre de la voluntad. La reacción contra el engaño de Ciutadans ha convertido este blog en una auténtica maravilla.
Adelante Ciudadanos en la Red!!!
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