La política francesa siempre será diferente a la de sus vecinos: anoche, los vencedores por mayoría absoluta aparecieron ante las cámaras con rostro serio y casi compungido, mientras que los socialistas, nuevamente minoritarios, sonreían y hasta celebraban su dulce derrota.
Para entenderlo, recordemos los hechos objetivos:
En primer lugar, los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, si bien le dan mayoría absoluta a la alianza presidencial en torno a Nicolas Sarkozy, no confirman las expectativas de victoria arrolladora e histórica del domingo anterior. En efecto, la nueva asamblea, aunque puede haber alguna ligerísima modificación en los resultados definitivos, contará con 346 diputados de la mayoría (incluídos los 22 elegidos del Nuevo Centro sarkozysta), el MoDem de Bayrou tendrá a cuatro representantes y la izquierda, incluyendo a comunistas (18) y Verdes (4) se compondrá de 227 miembros electos.
Estamos muy lejos de los 400 o 450 diputados UMP y afines anunciados en las encuestas. De hecho, la mayoría de centro y de derechas es inferior a la del congreso saliente, elegido en 2002 después de la segunda victoria presidencial de Chirac. Y los socialistas, que temían descender a la representación más baja en su historia centenaria, se encuentran con cincuenta diputados más que hace cinco años.
¿Qué ha ocurrido?
Explicaciones pueden haber para todos los gustos, pero las más razonables son:
1- La perspectiva de un tsunami azul asustó a muchos electores, entre ellos a votantes de la derecha y del centro. Las acusaciones vertidas contra el formato electoral desde hace meses, según las cuales el escrutinio mayoritario deforma la realidad y le da excesivo protagonismo a la opción ganadora en detrimento de las minorías, ha hecho mella en la opinión pública.
De forma paradójica, este resultado, que corrige lo anunciado en la primera vuelta y contradice las encuestas, tiene dos virtudes: demuestra por una parte que la votación uninominal mayoritaria puede garantizar una composición parlamentaria representativa del estado real de la opinión; recuerda que la última palabra la tienen siempre los ciudadanos.
2- Técnicamente, parece ser que la mayoría de los votantes del partido de Bayrou en la primera vuelta se han inclinado hacia la opción socialista en la segunda vuelta, cuando se daba (como ha sido muy frecuente) una final UMP-PS. Han seguido así la consigna del MoDem y la súplica del PS: "votad por la diversidad en el parlamento". Lo más probable es que los votantes de Bayrou en la Presidencial se han escindido en dos grupos: quienes siempre han tenido una sensibilidad de centro derecha ya se inclinaron por el "Nuevo Centro" en la primera vuelta, y han contribuido a la elección de los 22 diputados de ese nuevo partido, aliado con la UMP; los bayrouistas reacios al sarkozysmo han elegido a los 4 diputados del MoDem (incluído Bayrou) y optan por el voto PS frente a la alternativa UMP en segundas vueltas uninominales. Difícilmente se les puede considerar de centro izquierda, pero sí han integrado, probablemente, la perspectiva de una futura alianza entre las tendencias moderadas y socialdemócratas del PS y el bayrouismo.
3-Ha crecido la abstención, ya importante en la primera vuelta, pero los análisis de los próximos días posiblemente apunten a una mayor movilización de los electores de izquierdas y una mayor pasividad del electorado que apoya al centro y a la derecha.
4-La izquierda no ha muerto, algunos la habían enterrado con frívola precipitación. Los comunistas, por ejemplo, han resistido dignamente en sus feudos post-obreros, y cuentan con 18 diputados (contra 22 hace cinco años), lo que les permitirá constituir grupo parlamentario (con la adhesión, formal y con fines administrativos de dos diputados socialistas o verdes, será suficiente).
En muchas ciudades importantes, el voto "progresista" aguanta el temporal, encarnado por clases medias y acomodadas que se han volcado, en muchos casos, por el partido socialista, por ejemplo en París, donde hay mayoría de diputados PS, o en Burdeos, donde han derrotado al nº 2 del gobierno y ex-primer ministro, Alain Juppé (quien presentó su dimisión el domingo por la noche, pues ése era el compromiso de los miembros del gobierno si no salían elegidos).
Se confirma también la dicotomía este (derecha) - oeste (izquierda) que ya se había percibido entre Sarkozy y Royal.
5-Se comentan mucho las imprudentes declaraciones del ministro Borloo, entre las dos vueltas de la elección, acerca de la posibilidad de implantar, en 2009, un "IVA social", consistente, según el modelo alemán, en subir el IVA para penalizar los bienes importados desde países sin garantías sociales para los trabajadores y con un coste del valor/trabajo muy inferior al nuestro. La medida, si un día se lleva a cabo, irá acompañada con una reducción de las tasas al trabajo (impuestos a empresas y cotizaciones de los asalariados). A pesar de las rectificaciones del primer ministro y del presidente, el daño estaba hecho, y los socialistas han sabido aprovechar en la campaña de los últimos días esa gran torpeza, consistente en evocar medidas económicas políticamente desagradables antes de que terminase la maratón electoral.
Es una ducha fría para la derecha. Tiene mayoría suficiente para gobernar, y legitimidad política para iniciar las reformas prometidas, pero también es un aviso a navegantes: el electorado francés no es cambiante, sino independiente. No es infiel, sino exigente.
No habrá luna de miel con los votantes próximos a Sarkozy si las reformas tardan en llegar; pero tampoco la habrá con quienes son reacios al reformismo de la mayoría parlamentaria, representados por una oposición fuerte en el Congreso y por una red sindical y asociativa importante.
La vía es estrecha para Sarkozy. Optará probablemente por insistir en la "apertura" hacia personalidades del centro y de la izquierda que comparten su convencimiento de que Francia debe ser reformada drásticamente en los próximos años. Pero no será suficiente, pues deberá convencer a los franceses de que algunas medidas impopulares son necesarias. En cuanto al electorado más popular y más expuesto a las dificultades sociales, ha confiado en él porque le ha prometido trabajo, seguridad y control de la inmigración.
Si no cumple, el oleaje rosa y el populismo, dentro de cinco años, acabarán con el sarkozysmo.
Dante Pombo de Alvear, Crónicas de Calypso
Para entenderlo, recordemos los hechos objetivos:
En primer lugar, los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas francesas, si bien le dan mayoría absoluta a la alianza presidencial en torno a Nicolas Sarkozy, no confirman las expectativas de victoria arrolladora e histórica del domingo anterior. En efecto, la nueva asamblea, aunque puede haber alguna ligerísima modificación en los resultados definitivos, contará con 346 diputados de la mayoría (incluídos los 22 elegidos del Nuevo Centro sarkozysta), el MoDem de Bayrou tendrá a cuatro representantes y la izquierda, incluyendo a comunistas (18) y Verdes (4) se compondrá de 227 miembros electos.
Estamos muy lejos de los 400 o 450 diputados UMP y afines anunciados en las encuestas. De hecho, la mayoría de centro y de derechas es inferior a la del congreso saliente, elegido en 2002 después de la segunda victoria presidencial de Chirac. Y los socialistas, que temían descender a la representación más baja en su historia centenaria, se encuentran con cincuenta diputados más que hace cinco años.
¿Qué ha ocurrido?
Explicaciones pueden haber para todos los gustos, pero las más razonables son:
1- La perspectiva de un tsunami azul asustó a muchos electores, entre ellos a votantes de la derecha y del centro. Las acusaciones vertidas contra el formato electoral desde hace meses, según las cuales el escrutinio mayoritario deforma la realidad y le da excesivo protagonismo a la opción ganadora en detrimento de las minorías, ha hecho mella en la opinión pública.
De forma paradójica, este resultado, que corrige lo anunciado en la primera vuelta y contradice las encuestas, tiene dos virtudes: demuestra por una parte que la votación uninominal mayoritaria puede garantizar una composición parlamentaria representativa del estado real de la opinión; recuerda que la última palabra la tienen siempre los ciudadanos.
2- Técnicamente, parece ser que la mayoría de los votantes del partido de Bayrou en la primera vuelta se han inclinado hacia la opción socialista en la segunda vuelta, cuando se daba (como ha sido muy frecuente) una final UMP-PS. Han seguido así la consigna del MoDem y la súplica del PS: "votad por la diversidad en el parlamento". Lo más probable es que los votantes de Bayrou en la Presidencial se han escindido en dos grupos: quienes siempre han tenido una sensibilidad de centro derecha ya se inclinaron por el "Nuevo Centro" en la primera vuelta, y han contribuido a la elección de los 22 diputados de ese nuevo partido, aliado con la UMP; los bayrouistas reacios al sarkozysmo han elegido a los 4 diputados del MoDem (incluído Bayrou) y optan por el voto PS frente a la alternativa UMP en segundas vueltas uninominales. Difícilmente se les puede considerar de centro izquierda, pero sí han integrado, probablemente, la perspectiva de una futura alianza entre las tendencias moderadas y socialdemócratas del PS y el bayrouismo.
3-Ha crecido la abstención, ya importante en la primera vuelta, pero los análisis de los próximos días posiblemente apunten a una mayor movilización de los electores de izquierdas y una mayor pasividad del electorado que apoya al centro y a la derecha.
4-La izquierda no ha muerto, algunos la habían enterrado con frívola precipitación. Los comunistas, por ejemplo, han resistido dignamente en sus feudos post-obreros, y cuentan con 18 diputados (contra 22 hace cinco años), lo que les permitirá constituir grupo parlamentario (con la adhesión, formal y con fines administrativos de dos diputados socialistas o verdes, será suficiente).
En muchas ciudades importantes, el voto "progresista" aguanta el temporal, encarnado por clases medias y acomodadas que se han volcado, en muchos casos, por el partido socialista, por ejemplo en París, donde hay mayoría de diputados PS, o en Burdeos, donde han derrotado al nº 2 del gobierno y ex-primer ministro, Alain Juppé (quien presentó su dimisión el domingo por la noche, pues ése era el compromiso de los miembros del gobierno si no salían elegidos).
Se confirma también la dicotomía este (derecha) - oeste (izquierda) que ya se había percibido entre Sarkozy y Royal.
5-Se comentan mucho las imprudentes declaraciones del ministro Borloo, entre las dos vueltas de la elección, acerca de la posibilidad de implantar, en 2009, un "IVA social", consistente, según el modelo alemán, en subir el IVA para penalizar los bienes importados desde países sin garantías sociales para los trabajadores y con un coste del valor/trabajo muy inferior al nuestro. La medida, si un día se lleva a cabo, irá acompañada con una reducción de las tasas al trabajo (impuestos a empresas y cotizaciones de los asalariados). A pesar de las rectificaciones del primer ministro y del presidente, el daño estaba hecho, y los socialistas han sabido aprovechar en la campaña de los últimos días esa gran torpeza, consistente en evocar medidas económicas políticamente desagradables antes de que terminase la maratón electoral.
Es una ducha fría para la derecha. Tiene mayoría suficiente para gobernar, y legitimidad política para iniciar las reformas prometidas, pero también es un aviso a navegantes: el electorado francés no es cambiante, sino independiente. No es infiel, sino exigente.
No habrá luna de miel con los votantes próximos a Sarkozy si las reformas tardan en llegar; pero tampoco la habrá con quienes son reacios al reformismo de la mayoría parlamentaria, representados por una oposición fuerte en el Congreso y por una red sindical y asociativa importante.
La vía es estrecha para Sarkozy. Optará probablemente por insistir en la "apertura" hacia personalidades del centro y de la izquierda que comparten su convencimiento de que Francia debe ser reformada drásticamente en los próximos años. Pero no será suficiente, pues deberá convencer a los franceses de que algunas medidas impopulares son necesarias. En cuanto al electorado más popular y más expuesto a las dificultades sociales, ha confiado en él porque le ha prometido trabajo, seguridad y control de la inmigración.
Si no cumple, el oleaje rosa y el populismo, dentro de cinco años, acabarán con el sarkozysmo.
Dante Pombo de Alvear, Crónicas de Calypso
1 comentario:
Igual que por estos lares. Los políticos franceses así como la prensa se lamentan principalmente de la abstención. Que tomen ejemplo.
Publicar un comentario