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martes, 28 de septiembre de 2010

11-M: el origen de la catástrofe política en España


Cuando dentro de cien años los historiadores consulten los documentos sobre el periodo de los gobiernos de Rodríguez Zapatero, para hacer la memoria histórica a la carta correspondiente que reclame el poder de la época, quizás no aprecien con facilidad cual fue el auténtico origen de todo lo que estamos viviendo, la época de mayores enfrentamientos políticos en la historia de nuestra democracia reciente, porque será reciente hasta que deje de comportarse de forma adolescente, y no lo hará mientras tengamos un niño que no creció en La Moncloa, que piensa que los suyos son los buenos y todos los demás son malos, alguien tan adanista y narcisista que excluye cualquier alternativa a nuestros problemas si no se le ocurre a él, creo que la patología se denomina complejo de Dios; pero también la energúmena pretensión chavista de que en España la democracia y el socialismo son sinónimos, y no existe más democracia que la que se hace desde El País, Público, el PSOE y los Sindicatos. Esta apropiación indebida de la democracia por el socialismo español algún día le pasará factura onerosa.

El origen de todos nuestros problemas proviene del 11-M, sin el atentado que costó la vida a 192 ciudadanos y dejó con alteraciones importantes a 1500, no se podría entender todo lo acontecido. El PP nunca perdonará que el PSOE se aliara con los terroristas de Al Qaeda para apartar a su partido del Gobierno, presidido entonces por Aznar. El vuelco electoral -se pueden consultar las encuestas del CIS y de otros medios- fue debido a la propaganda urdida por el PSOE con el fin de atribuir al PP la responsabilidad del atentado "islámico" según sentencia judicial. Lo dije hace años y lo sigo manteniendo. El fin de alcanzar el poder no puede justificar los medios de aliarse implícitamente con una acción terrorista, la mayor que ha sufrido nuestro país, para salirse con la suya. Ese acto, fundamentado en la manipulación informativa y unas acciones oportunistas de propaganda establecidas por los que hoy ocupan ministerios transformó la democracia española en una oclocracia, una degeneración de la democracia en la que un gobierno soporta su tiranía y totalitarismo en el ejercicio del poder en una sociedad de masas manipulada desde los medios de comunicación controlados por el Gobierno. No fue la única ocasión en que el PSOE lo hizo, llegando a implicar al Parlamento Español en una negociación con ETA que tuvo como consecuencia el rearme terrorista vasco, la oxigenación de sus cuentas, la presencia de partidos terroristas en democracia, la voladura de la T4, la negación de la restitución a las víctimas del terrorismo de ETA, y la muerte de varios civiles y guardias civiles. Errores que nunca fueron responsabilidad del que los promovió, bajo condena al ostracismo del que se atreviera a recordárselo.

Desde el 11-M en España no vivimos en una democracia, sino en una oclocracia. El Gobierno de Aznar pudo cometer el error de involucrar a nuestro país en una guerra distante, la de Irak, pero en esa guerra no hubo muertos españoles en Irak que yo recuerde, sin embargo en la guerra de Afganistaán (denominada misión de paz por el Gobierno) ya van 92 españoles muertos. Con esto de que es una guerra ocurre lo mismo que con las corridas de toros, en Cataluña se prohiben porque huelen a español no por el maltrato de los animales en un espectáculo, porque de otra forma se habrían prohibido también los correbous, y también las parrilladas de caracoles o se harían las butifarras vegetarianas. A todos los que se manifestaron con el "No a la guerra" habría que recordarles que fue Felipe González y el PSOE los que nos metieron de cabeza en la OTAN, cuando exigían un referendum un par de meses antes para no entrar en la OTAN. Yo que voté en contra de la política belicista del PSOE y la alianza militar con USA para siempre, todavía me acuerdo, pero seguro que esto no forma parte de la memoria histórica oficial. Todo propaganda, como decía Marx, Karl no Groucho, los socialistas pueden decir: si no le gustan mis principios, no se preocupe, tengo otros. Los principios para el PSOE son circunstanciales, los cambia según convenga a su ambición de poder.

Y puestos a acusar a Aznar de soberbia, bueno está para callar el titular de la presidencia actual que se inventó la Alianza de Civilizaciones para su mayor gloria mesiánica, dedicándose a subvencionar a Al Qaeda con el pago de cuantiosos rescates y ayudas a los países musulmanes con el dinero de todos los españoles, algo que se ha criticado por sus aliados de la OTAN, mientras fue capaz de acudir a una reunión de una congregación religiosa norteamericana con tal de sacarse la foto con Obama, él que tanto había abjurado de Bush y de USA, haciendo la mamarrachada de quedarse sentado cuando pasaba su bandera en un desfile militar en Madrid.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, más allá de los presidentes que nos ha deparado el destino. Lo que mal empieza mal acaba, y lo que comenzó como una promesa de cambio que nos iba a traer el pleno empleo a España (sic), nos ha acabado convirtiendo en el país que produce más paro del mundo. Algo que por cierto ha quedado descartado de los motivos de la Huelga General del 29-S, porque los sindicatos tienen plena responsabilidad en lo ocurrido y no van a criticar al Gobierno cuando han sido sus aliados en la catástrofe.

Las consecuencias de una acción insidiosa

¿Qué hicieron desde entonces los detentadores del poder con Zapatero al frente, el PSOE de iglesia y todas las cofradías del pesebre estatal de comparsas?

Pues intoxicar a la opinión pública sin descanso con lo malísima que es la derecha, para que la opinión pública desvíe la atención de los auténticos problemas que tenemos por los españoles y que son los que ha creado en exclusiva el PSOE, con la inestimable ayuda de los sindicatos, los empresarios favorecidos, los nacionalistas y todos los que se han beneficiado del pesebre público. Es alucinante la soberbia de esta gente cuando eliminan cualquier discrepancia a su obra descalificando a todo aquel que se atreve a cuestionarlos, exactamente igual que hacen los seguidores de Hugo Chavez.

Pues aliarse con los enemigos de los intereses comunes de los españoles, es decir los nacionalistas, para establecer un cordón sanitario y dejar fuera de juego al PP. Y quien dice los nacionalistas, puede incluir a ETA y Batasuna, que también son nacionalistas.

Pues cambiar la historia de España diciendo que todo lo que nos han contado es mentira y que desde la Educación de la Ciudadanía los socialistas nos van a relatar la verdad sobre lo ocurrido exclusivametne en el franquismo, porque el tercio de españoles que eliminaron los rojos entre 1934-1939, fuera del conflicto bélico, nada tiene que ver con los dos tercios de españoles que fueron eliminados por el fascismo franquista entre 1939-1975. Hay que recordar que en la guerra civil española el saludo de los rojos no era Viva España, sino Viva Rusia, para acabar de entenderlo todo, porque los socialistas españoles son españoles a su pesar, y están empeñados en que los españoles seamos socialistas por decreto.

Pues emaciar la identidad, liberal y democrática, característica de los españoles para implantar una nueva identidad fundamentada en los principios religiosos de la iglesia socialista, por cierto, siempre competidora y enfrentada por el pool de creyentes con la iglesia cristiana. ¿Ustedes se imaginan tener un Presidente de Gobierno en cualquier país del mundo que no sea una república bananera, que se permita decir que el país que gobierna, de nombre España, es un concepto discutido y discutible?. Esto solo puede ocurrir aquí, en cualquier otro ya estaría destinado de embajador en Vaunatu.

Pues cargarse la Constitución y politizar hasta la extenuación al Poder Judicial, apoyando un Estatut cuestionado y devuelto por se incompatible con nuestras leyes por el Tribunal Constitucional, y no satisfecho con la metedura de pata, ofrecerse a su socio catalán para tratar de imponer en Cataluña lo que ha descartado el Tribunal Constitucional por la puerta de atrás ¡desde el Gobierno de España!, en contra de los intereses de los demás españoles, rompiendo la igualdad constitucional y quedándose tan tranquilo. O pactando transferencias intransferibles con nuestro orden constitucional con el PNV, con tal de sacar los presupuestos generales del Estado adelante y no tener que abandonar La Moncloa. El "garrapatismo" al poder de los socialistas es insólito y siempre clarificador de sus auténticas intenciones.

Pues ocultar de todas las formas posibles la extrema ambición, en muchas ocasiones teñida de envidia, de los que han descubierto que la lucha de clases es el mejor negocio que se ha inventado para obtener privilegios personales. Mientras haya idiotas que se crean que los políticos sirven al pueblo y no se sirven de él, el negocio seguirá funcionando. En realidad tenemos a todos los tramposos ocupando los mejores cargos del Estado, sin reunir ningún mérito para ello más que pertenecer al partido socialista. Gente que ha falsificado su curriculo profesional, que han mentido sin recato, que han hecho lo inimaginable, hasta crímenes de Estado condenados, para afianzarse al calor del Estado, porque nunca podrían obtener lo que reciben en las mismas condiciones que tenemos los demás. Gente que ha hecho trampas, y las seguirá haciendo para continuar recibiendo los privilegios que no se merecen y convertirse en una nueva aristocracia roja, mientras enarbolan la defensa de los más desfavorecidos, que por cierto son más que cuando llegaron al gobierno.

Por último y quizás lo más importante, ocultar con conflictos políticos sin fin el desastre económico al que nos han llevado, fundamentalmente por su derroche y prodigalidad con el dinero de los españoles, por tratar de inventar el "capitalismo socialista" al tiempo que nos imponían el "socialismo económico" con una planificación inadaptada a otra realidad que no fueran sus ideas originales, además de su ineptitud demostrada para afrontar las dificultades económicas estructurales con alguna medida que les pueda detraer apoyos electorales. Se han cargado la economía sostenida que nos habían dejado los gobiernos de Aznar -en los que nadie recuerda que todos los años descendía el paro, reduciendo deuda y déficit- para ofrecernos el invento ecológico de la economía sostenible, porque en dos tardes lo único que se puede aprender es que la realidad siempre se equivoca si no le hace caso a las "buenas intenciones y deseos" del Presidente Zapatero. No se han enterado la realidad, ni los españoles, ni los demás países del mundo de que quien manda es Zapatero y que todo el mundo tiene que hacerle caso, hasta la Economía. ¡Quien se habrá creído la Economía que es!.

Atrapados en la maldición del pásalo

Pero que a nadie se le olvide jamás que todo comenzó mal, con un pásalo que, convirtió en una elipsis de la imaginación al PP en responsable de los atentados del 11-M, todo para que los españoles no nos diéramos cuenta de que el PSOE se había aprovechado de una alianza implícita con los terroristas de Al Qaeda para alcanzar el poder que tanto ambicionaban. Rompieron las reglas del juego político porque su ambición es desmesurada y siniestra, sin límites, y lo ha sido siempre desde que el PSOE fue fundado por Pablo Iglesias, siempre se alían con los enemigos de España, con el dictador Primo de Rivera, con los revolucionarios del 34, con Rusia para imponer una dictadura del proletariado en España durante la guerra civil, con ETA, con Al Qaeda, con quien sea, que les permita alcanzar el poder para repartirse entre ellos los privilegios, aunque sea a costa de arruinarnos a los demás españoles.

Esta es la maldición que nos acompaña con el PSOE desde hace más de cien años, unos auténticos tiranos disfrazados de solidarios y bondadosos, que nos llevan ciscando la vida a los españoles a lo largo de la historia, pero para que eso no se sepa, nos quedamos sin historia si es preciso o nos la envuelven en su memoria particular para continuar con el engaño en las próximas generaciones. Siempre criticando a los demás y mirando para otro lado cuando se les reclaman responsabilidades y restituciones por sus numerosos errores, y que a nadie se le ocurra decir lo que piensa sobre ellos, porque será considerado un facha de inmediato, descalificando sus palabras no rebatiéndolas o argumentando en contra, sino aplastando hasta la ignominia al que no opina como ellos. Para ellos la libertad no existe más allá de la jaula socialista.

Desde hace muchos años me pregunto que es lo que entiende un socialista por democracia, sé que la libertad para ellos no existe. Les recomiendo que se hagan ustedes la misma pregunta y piensen si con esta gente la situación de los españoles puede mejorar algún día, si algún lector llega a la conclusión de que eso es posible tras haber leído lo expuesto, que no se haga más cábalas, es un auténtico socialista, para él seguramente la democracia es la vía para salirse con la suya, a cualquier precio, caiga quien caiga y lo que caiga (que algo caerá): porque el fin de su privilegio justifica la eliminación del oponente y si es necesario, su ruina. Los oponentes del PSOE somos todos los españoles que no somos socialistas, que a nadie se le olvide, porque un buen socialista pondrá siempre por delante el socialismo y su ambición de poder, que todo lo demás; eso sí, siempre amparado y justificados por sus bondadosas intenciones de salvarnos de nosotros mismos ofreciéndonos su interpretación del paraiso, como única alternativa posible. Siempre lo han hecho y siempre lo seguirán haciendo.

No lo pases, quédate con ello.

Biante de Priena

sábado, 17 de noviembre de 2007

Memorias totalitarias (1): Louis XVII, niño, rey y mártir


Recientemente se resolvió uno de los enigmas más apasionantes de la historia de Francia : ¿Murió realmente el hijo de Louis XVI y de Marie-Antoinette en la prisión del Temple después de haber sido encarcelado durante cuatro años en condiciones horrendas por los « héroes » de la Revolución francesa ?

Una larga y tozuda tradición literaria ha pretendido, durante dos siglos, que Louis XVII no habría muerto en cautiverio, pues habría sido sustituido por otro niño. Hubo incluso quien pretendió ser el heredero del trono de Francia, años más tarde, por ejemplo Naundorff, un relojero berlinés, quien llegara a París en 1833 y fuera reconocido por varios ex sirvientes de la familia real. Se trataba en realidad de un genial falsario, cuya vida había dedicado a la disimulación y al engaño. Lo expulsaron del país, y murió en los Países Bajos, no sin antes haber inventado un modelo de explosivo que utilizó el ejército holandés hasta 1918, bajo el nombre de “bomba borbón”.

Para bien o para mal, la ciencia está acabando con muchos mitos del pasado : el historiador Philippe Delorme ha demostrado que el niño de diez años martirizado que murió en su habitación-cárcel, el 8 de junio de 1795, exhausto, enfermo, irreconocible, era el hijo del rey guillotinado, gracias a unos análisis de ADN del corazón del Delfín, conservado en el “Escorial” francés de Saint-Denis, comparados con el código genético de unos cabellos de Marie-Antoinette.

De cierta forma, Louis XVII ha sido rey, sin haber reinado jamás: en efecto, su tío y futuro rey Louis XVIII (con la restauración de la monarquía, en 1814) lo proclamó desde el exilio titular de la Corona.

De hecho, la convergencia entre el deseo irracional de devolverle la vida al Infante por parte de los exiliados y la discreción avergonzada de los herederos de la Revolución acerca de ese crimen atroz desembocó en un halo de misterio que llegó hasta nuestros días.

Antes de dejarle morir, al pequeño Louis-Charles se le robó la infancia : le encerraron en una celda húmeda, sin contacto con el exterior, cuando sólo tenía seis años, pues había cometido el peor de los pecados: ser hijo del rey.
Un padre y rey bueno, según nos recuerda Albert Camus en L’Homme Révolté (1951), quien por aquellos años acumulaba los agravios contra la progresía: se negaba a ser comunista cuando todos los intelectuales franceses lo eran, con la excepción de Raymond Aron, y además denunciaba el sesgo totalitario y criminal de la segunda fase de la Revolución francesa, cuando las palabras de Clémenceau sonaban aun como el undécimo mandamiento: “La Révolution française est un BLOC” , lema y convicción recogidos por los historiadores marxistas de la cátedra de La Sorbona (Aulard, Mathiez, Lefebvre, Soboul) hasta que François Furet, a finales de los años 70, devolviera el terror revolucionario de 1793 a la historia, liberándolo de ataduras ideológicas y militantes.

Camus escribió esto, en un mundo y en una época donde sonaba como a blasfemia, a injuria, a reacción (“facha”, le hubieran gritado de haber nacido los iletrados neo-estalinistas de nuestra época):

“Es un escándalo repugnante el haber presentado como un gran momento de la historia el asesinato público de un hombre sano y bueno” (refiriéndose a Louis XVI).

Volviendo al hijo, al niño Louis XVII también se le robó el amor hacia sus padres: antes de dejarle morir, se le inculcó el odio contra los suyos, y se le convenció de que su madre le odiaba. Testificó contra ella, de buena fe y víctima, probablemente, del primer lavado de cerebro de la historia moderna, acusándola de incesto, auténtico motivo a la postre, de cara al pueblo, de la ejecución de Marie-Antoinette, inculpada oficialmente por alta traición.

Lo importante, y así lo entiende Camus cuando todavía era tabú criticar cualquier aspecto de la Revolución francesa en el ámbito universitario e intelectual francés, era matar al rey y a su familia como concepto: no por lo que hubiesen hecho, sino por lo que eran.
Saint-Just y Robespierre lo dejaron grabado en una cita sepulcral, que anunciaba otras masacres más contemporáneas, hijas legítimas de la madre de todas las revoluciones:
“Es necesario que el rey muera para que la Patria viva”.

Este anuncio de los crímenes contra la humanidad cometidos en el siglo veinte, en nombre del Bien, no era el producto de la ingestión de substancias que alterasen los sentidos, al contrario, los protagonistas de la “Terreur” eran más bien unos ascetas convencidos de llevar a cabo una misión filantrópica: Robespierre pensaba sinceramente que la propia existencia del rey, de su familia, de los aristócratas era un crimen.

Más cerca de nosotros, y acerca de los crímenes de la tiranía soviética, Vassili Grossman expresa en Vida y Destino, a través de uno de sus personajes, Ivanikov, su preocupación por “la fuerza implacable del bien social”.
De su experiencia en la Urss conserva una alergia por el Bien, por “el partido del Bien”, al cual opone la tenue luz de la viejecita que le da un pedazo de pan a un reo fugado, o el agua con la que el soldado alivia a su enemigo en el campo de batalla. A eso le llama bondad, enemiga del Bien.

Con esta mirada retrospectiva, hoy más que nunca, Louis XVII aparece como el niño mártir, el primero de la historia moderna, el jesús de los niños, el niño rey y primera víctima del totalitarismo que se gestó hace dos siglos, cuando la Revolución francesa se transformó, al cabo de unos meses, en una máquina de asesinar a los hombres en nombre de la Humanidad.

Quien así lo entendió en el siglo diecinueve fue quien por otra parte le diera identidad y protagonismo al niño en la literatura. En una de sus primeras composiciones, una oda, escribía esto acerca del Infante supliciado :

“Era un hermoso niño que huía de la Tierra
Su mirada azul traía del infortunio el signo austero
Sus rubios cabellos flotaban sobre sus pálidas mejillas
Y las vírgenes del Cielo, con sus cánticos de fiesta,
Con las palmas del mártir uncieron sobre su frente
La corona de los inocentes.”


El autor es… Victor Hugo, creador de Cosette y del magnífico Gavroche, niño de la calle en Los Miserables, muerto en las barricadas con una sonrisa en los labios.

Gavroche es, por esos vértigos que nos ofrecen los encuentros insólitos de la historia y la literatura, el Luís 17 del pueblo, y con ambos irrumpe la inocencia del individuo indefenso frente a la maquinaria totalitaria que nos quiere imponer el bien, aunque deba matarnos por ello.


Dante Pombo de Alvear

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