Vayan quedándose con el concepto, porque en los próximos
meses, seguramente, se pondrá de moda y se cansarán de escucharlo.
¿En qué consiste el colapso del sistema público?, pues sencillamente
en que las prestaciones y servicios que nos ofrece el Estado entre todas sus
administraciones, dejarán de funcionar, primero lo harán de una forma discreta,
pero a medida que vaya pasando el tiempo, será más ostensible. De hecho, el
colapso ha comenzado ya, aunque todavía resulte inapreciable. Lo iremos observando en sectores como la sanidad, la educación, la justicia, el bienestar social, las comunicaciones, los servicios públicos, la seguridad, el orden público, los abastecimientos, los sistemas de transporte y en otras muchas áreas que ustedes pueden ir recopilando con paciencia.
Los signos y síntomas son cada día más frecuentes, el cierre
de empresas públicas en Valencia y despido del 40 % de sus trabajadores, la huelga de sanidad en Asturias, la apuesta por la
independencia en Cataluña (para ocultar precisamente el colapso del sistema público
catalán), los despidos que vienen en Andalucía y Extremadura, la ausencia de
liquidez municipal denunciada por el alcalde de Segovia, el agotamiento del FLA
con solo ocho comunidades que ha solicitado su “rescate” al Estado. Pero
fundamentalmente porque la deuda no deja de crecer, por más que se dedique cada
vez más porcentaje de los presupuestos a su amortización y pago de intereses, a
pesar de los recortes, las bajadas de sueldos a los funcionarios, la subida de
todos los impuestos, incluso la creación de nuevos impuestos.
La quiebra del sistema financiero público, de los bancos que ayer fueron cajas de
ahorros, supone un coste añadido para
los ciudadanos de 56.000 millones de euros, ante la negativa de Merkel a que
sean los propios bancos los que soliciten el rescate. Pero es que además el Estado tiene en estos
momentos un endeudamiento progresivo que no cesa con los ingresos que se
producen, debido a la recesión económica. Es cierto que la inmensa mayoría de los problemas que tenemos se crearon en la égida de Rodríguez Zapatero, pero también es cierto que la ausencia de soluciones son exclusivamente responsabilidad de la procelosa etapa de Mariano Rajoy.
Hay muy pocas autonomías españolas y muy pocos ayuntamientos
que puedan asegurar su funcionamiento normal para el próximo año, a fecha actual son una minoría las que pueden sostenerse con recursos propios y
el Estado ya no tiene de donde sacar más recursos, porque una nueva subida de
impuestos llevaría este país a un estallido social sin precedentes, y tampoco
puede obtener dinero fuera por falta de crédito. Sin duda, la decisión de
rebajar la deuda española de Standard & Poor´s al nivel de “bonos basura” es
un indicador real de nuestra situación. Las cuentas no salen, por nuestros
propios recursos, sin recortar bastante más el bienestar de los españoles, no
saldremos adelante.
Ante esta situación, el Gobierno español espera un milagro,
que no ocurrirá y va dejando pasar el tiempo sin aplicar soluciones drásticas a
la situación, trabajando en un sistema ideal mientras tanto, esperando a que
surja algún viento favorable que venga del exterior. Prueba de la incapacidad del Gobierno, es que
tras un año de mandato todavía no ha sido capaz de cerrar el marco de la
realidad en la que nos movemos y todavía siguen saliendo agujeros por todas
partes. Ni han averiguado las causas particulares y diferenciadas de la crisis
económica española, ni tampoco han previsto las consecuencias.
En el año 2013 vamos a tener una amenaza de quiebra
permanente sobre el sistema público español, es posible que algunas comunidades
no puedan ni pagar los sueldos a sus trabajadores públicos, ni mucho menos
mantener el nivel de servicios que venían ofreciendo.
Sólo hay que tener en cuenta una cosa para saber a lo que nos
enfrentamos: todos los fondos que han solicitado las autonomías que han acudido
al sistema de refinanciación estatal, consumiendo el 98 % de lo previsto sólo con las ocho primeras comunidades que han acudido al rescate, son para poder pagar los
intereses de la deuda para el próximo año, no para reducir la misma por medio
de su amortización. Todos los gastos que se ocasionen de forma imprevista, que
serán muchos más que de costumbre en una situación descontrolada, pasarán
directamente a déficit, es decir, a deuda, incrementando los próximos pagos.
Un ejemplo claro lo tenemos en Cataluña, con los 5.000
millones de euros que ha solicitado al Estado, sólo podrá pagar los intereses
de su deuda de un semestre, a ver si consigue rápido la independencia para ahorrarnos los 10.000 millones de euros anuales de intereses de la deuda catalana
durante los próximos veinte años. Los 150.000-210.000millones de su deuda actual, ya los irán pagando poco a poco los catalanes cuando sean independientes, tan solo le costará
a cada trabajador catalán, además de todo lo que ya paga, un precio razonable
por presumir de nuevo carnet de identidad: entre 40.000 y 60.000 euros por cabeza sin intereses, eso sí,
podrán solicitar una prórroga a su deuda partiendo de la actual ponderación de
la misma como la de más difícil cobro del territorio español, supongo que los
mercados internacionales verán con alegría el nacimiento de una nación quebrada
y acudirán veloces a salvarla de si misma; en caso contrario, podrá convencerlos el
Presidente de la Generalitat, Peter Pan (Artur Mas), diciéndoles que su país no es el de
nunca jamás, sino una nación madura, pletórica de hechos diferenciales.
A los financieros internacionales les encantan los cuentos
infantiles de las naciones felices que comieron perdices.
Enrique Suárez
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