La etapa que atraviesa la política española en la actualidad es digna de estudio por los politólogos. El PSOE ha transformado la democracia española en una auténtica oclocracia, una tiranía despótica e irracional que se apoya en las muchedumbres subvencionadas, por ejemplo los sindicatos, y todos aquellos que se afianzan alrededor del pesebre estatal. La reacción del principal partido de la oposición, el PP, es de denuncia y ausencia, como si no tuviera nada que ver, ni quisiera contaminarse con la deriva del gobierno socialista. Los nacionalistas, viendo que el Estado tiene agotadas sus ubres, han moderado su discurso y pactan con todo aquel que les prometa más que el contrario. Los ciudadanos atónitos permanecen perplejos ante un gobierno que lleva hacia el abismo al país y una oposición que lo contempla, esperando a que se estrelle, para recoger beneficios del descalabro del PSOE, aunque sea al precio de tener un país arruinado. Dentro de este sistema también hay otras formaciones partidarias, como IU, Ciutadans o UPyD, que a lo único que aspiran es a participar de la tarta del poder sin modificar el sistema político del más de lo mismo.
Ante el espectáculo goyesco y esperpéntico surge en España una nueva facción política formada por aquellos que consideran los partidos políticos, es decir la partitocracia, como una facción de poder única que se ha convertido en un sistema cerrado de dominación, en el que se alterna lo malo con lo peor, en una sucesión sin fin. Alejándose del modelo partidario que defiende siempre de forma dogmática los intereses sectarios de una ideología o la contraria, para establecer un modo de acción diferente, orientada a la protesta contra lo existente. Entre las alternativas transversales de la resistencia, no sometidas a la disciplinariedad doctrinaria, a pesar de haber muchas más, las principales se distribuyen en tres grupos.
Los que desde la participación pasiva pero visible pretenden denunciar lo existente ante la opinión pública, es el caso de Ciudadanos en Blanco, que tienen la pretensión de conseguir la representación política del voto en blanco, es decir interna de una forma genuina, recogiendo las actas de representación y abandonando desde el primer minuto la institución parlamentaria o municipal en la que han obtenido presencia. Al parecer, se estrenará en las próximas elecciones catalanas.
Hay otra alternativa de la que es ejemplo MCRC, Movimiento Ciudadano hacia la República Constitucional que tiene como objetivo la no participación en el sistema partitocrático, manteniendo una opción crítica con lo existente y abogando por una auténtica democracia en este país, algo que realmente nunca ha existido al menos más allá de lo nominal. Este grupo está dirigido por Antonio García Trevijano y tiene apoyos diversos y variados. Su participación en política es externa a la partitocracia y activa
Por último hay otra alternativa que es la organizada alrededor de Movimiento Democrático de España, una asociación política orientada a la acción en la defensa de las libertades civiles y los derechos constitucionales que pretende realizar, desde la participación activa en la partitocracia, una denuncia permanente de la representación política de los ciudadanos por parte de los partidos políticos convencionales. Su participación es interna en la partitocracia y activa
Por último tendríamos la población abstencionista, que a su pesar es interna y pasiva, aunque su intención posiblemente sea de no participación en el juego político, el poder la termina atribuyendo al desinterés de los ciudadanos, al clima o las circunstancias y no a la protesta pasiva con su no participación en las elecciones. Habitualmente ronda el 30 % de la población con derecho a voto. Si la población abstencionista decidiera apoyar alguna de las alternativas anteriores, el sistema español cambiaría por completo.
En realidad las tres alternativas forman parte de un movimiento antipartidario transversal que se suceden en un continuo de acción, Ciudadanos en Blanco desde la presencia pasiva, MCRC desde la crítica externa con una orientación pedagógica y formadora de opinión pública, y Movimiento Democrático desde la crítica interna con una orientación más activa hacia la intervención directa en la política partidaria.
Las tres alternativas comparten que los problemas de este país provienen de un fiasco de democracia que conculca el derecho de los ciudadanos a elegir a sus representantes políticos, porque en realidad los votantes lo único que hacen es ratificar o rechazar a los candidatos que han sido designados por los líderes o los aparatos de los partidos convencionales. Los partidos convencionales han usurpado la esencia de la democracia, restringiendo las posibilidades del pueblo para elegir a sus gobernantes y decidiendo quienes son los que van a controlarles desde la justicia, al elegir desde la política a los componentes de los tribunales de control y al fiscal general del Estado, que más bien parece el fiscal general del gobierno. No hay separación real de poderes en nuestro país, por lo tanto estamos viviendo en un régimen totalitario, en el que desde los partidos mayoritarios, PP y PSOE, se eligen componentes del parlamento, del poder judicial y del ejecutivo. Aquel que alcance el ejecutivo determinará todo el entramado de poder, en una democracia que de hecho funciona como un sistema presidencialista o semipresidencialista republicano y no como una monarquía parlamentaria. De esta forma el poder se autoperpetua y realimenta, creando una fortaleza protectora institucional, que conculca el auténtico significado del concepto democracia que es el gobierno del pueblo, no el gobierno del pueblo pero sin el pueblo, porque eso es el despotismo, la realidad política de este país.
El fiasco político del actual Gobierno que nos ha llevado en compañía de sus aliados nacionalistas y gracias a la no oposición del PP a una situación límite, nos permite observar en su esplendor la perversión de la mal denominada democracia que tenemos en España, que más bien es una organización política del poder que excluye al pueblo soberano de otra decisión que no sea la que le impongan. Se abre por primera vez una magnífica ventana para observar lo que el poder trata de ocultarnos de forma continua, que la representación política es una ficción democrática.
Sin embargo en la oposición real a la facción única representada por los partidos políticos convencionales no se está cometiendo el error de confrontar una unidad de acción, sino todo lo contrario, una diversidad plural y libre de alternativas mutuamente excluyentes. La opción que promueve CenB es excluyente con MCRC y MDE, porque ambas alternativas abogan por la actividad y no por la representación pasiva.
Mientras que MCRC decide no participar en la partitocracia, mientras que MDE decide hacerlo mostrando también su exclusión mutua. Esto no quiere decir que en la convergencia de objetivos, estas tres opciones sean un contrapoder que se enfrente a los partidos convencionales, que de facto funcionan como un partido único, que no se cuestiona a sí mismo como sistema, ejerciendo su tiranía de poder, detentando la representación concedida. Hay otros muchos movimientos políticos emergentes en nuestro país, pero todos ellos se pueden encuadrar en las alternativas expuestas en los ejes pasividad-actividad y participación-no participación en la partitocracia. Hay otras alternativas, como los antisistema o los altermundistas, o partidos específicos o dogmáticos, que tienen como objetivo la desestabilización del sistema para imponer otras alternativas diferentes, pero habitualmente nada tienen que ver con la democracia liberal, sino con la oposición de sus ideas sobre cualquier otra alternativa, pero sin duda también forman parte de la resistencia.
Al menos es grato comprobar que si en los partidos convencionales queda poca inteligencia en su alternativa real existe un acuerdo claro, implícito, pero patente de lo que es democracia y lo que no lo es, desde la libertad. Eso quiere decir que no está todo perdido, pero también que el cambio resulta muy difícil, porque la gente comprende como democracia lo que realmente no lo es y considera que la libertad es escoger entre lo que le ofrecen aquellos que les hurtan su soberanía, y no elegir lo que realmente quieren, porque los partidos políticos convencionales se han encargado desde la utilización de la propaganda, la coacción y la manipulación de los medios de comunicación de expandir la consigna políticamente correcta de que no puede existir nada más que lo que ellos ofrecen en política.
La democracia vigente en España se ha convertido en una cuestión de fe y creencia, perdiendo su condición de instrumento político que permita repartir el poder de forma equitativa, respetando la libertad y garantizando su control, para pasar a ser una religión que determina los límites de la realidad, de las circunstancias que les permiten imponer su tiranía como en el cristianismo en la Edad Media, en los regímenes nazi o comunista, o en los gobiernos islámicos en la actualidad.
Biante de Priena
Ante el espectáculo goyesco y esperpéntico surge en España una nueva facción política formada por aquellos que consideran los partidos políticos, es decir la partitocracia, como una facción de poder única que se ha convertido en un sistema cerrado de dominación, en el que se alterna lo malo con lo peor, en una sucesión sin fin. Alejándose del modelo partidario que defiende siempre de forma dogmática los intereses sectarios de una ideología o la contraria, para establecer un modo de acción diferente, orientada a la protesta contra lo existente. Entre las alternativas transversales de la resistencia, no sometidas a la disciplinariedad doctrinaria, a pesar de haber muchas más, las principales se distribuyen en tres grupos.
Los que desde la participación pasiva pero visible pretenden denunciar lo existente ante la opinión pública, es el caso de Ciudadanos en Blanco, que tienen la pretensión de conseguir la representación política del voto en blanco, es decir interna de una forma genuina, recogiendo las actas de representación y abandonando desde el primer minuto la institución parlamentaria o municipal en la que han obtenido presencia. Al parecer, se estrenará en las próximas elecciones catalanas.
Hay otra alternativa de la que es ejemplo MCRC, Movimiento Ciudadano hacia la República Constitucional que tiene como objetivo la no participación en el sistema partitocrático, manteniendo una opción crítica con lo existente y abogando por una auténtica democracia en este país, algo que realmente nunca ha existido al menos más allá de lo nominal. Este grupo está dirigido por Antonio García Trevijano y tiene apoyos diversos y variados. Su participación en política es externa a la partitocracia y activa
Por último hay otra alternativa que es la organizada alrededor de Movimiento Democrático de España, una asociación política orientada a la acción en la defensa de las libertades civiles y los derechos constitucionales que pretende realizar, desde la participación activa en la partitocracia, una denuncia permanente de la representación política de los ciudadanos por parte de los partidos políticos convencionales. Su participación es interna en la partitocracia y activa
Por último tendríamos la población abstencionista, que a su pesar es interna y pasiva, aunque su intención posiblemente sea de no participación en el juego político, el poder la termina atribuyendo al desinterés de los ciudadanos, al clima o las circunstancias y no a la protesta pasiva con su no participación en las elecciones. Habitualmente ronda el 30 % de la población con derecho a voto. Si la población abstencionista decidiera apoyar alguna de las alternativas anteriores, el sistema español cambiaría por completo.
En realidad las tres alternativas forman parte de un movimiento antipartidario transversal que se suceden en un continuo de acción, Ciudadanos en Blanco desde la presencia pasiva, MCRC desde la crítica externa con una orientación pedagógica y formadora de opinión pública, y Movimiento Democrático desde la crítica interna con una orientación más activa hacia la intervención directa en la política partidaria.
Las tres alternativas comparten que los problemas de este país provienen de un fiasco de democracia que conculca el derecho de los ciudadanos a elegir a sus representantes políticos, porque en realidad los votantes lo único que hacen es ratificar o rechazar a los candidatos que han sido designados por los líderes o los aparatos de los partidos convencionales. Los partidos convencionales han usurpado la esencia de la democracia, restringiendo las posibilidades del pueblo para elegir a sus gobernantes y decidiendo quienes son los que van a controlarles desde la justicia, al elegir desde la política a los componentes de los tribunales de control y al fiscal general del Estado, que más bien parece el fiscal general del gobierno. No hay separación real de poderes en nuestro país, por lo tanto estamos viviendo en un régimen totalitario, en el que desde los partidos mayoritarios, PP y PSOE, se eligen componentes del parlamento, del poder judicial y del ejecutivo. Aquel que alcance el ejecutivo determinará todo el entramado de poder, en una democracia que de hecho funciona como un sistema presidencialista o semipresidencialista republicano y no como una monarquía parlamentaria. De esta forma el poder se autoperpetua y realimenta, creando una fortaleza protectora institucional, que conculca el auténtico significado del concepto democracia que es el gobierno del pueblo, no el gobierno del pueblo pero sin el pueblo, porque eso es el despotismo, la realidad política de este país.
El fiasco político del actual Gobierno que nos ha llevado en compañía de sus aliados nacionalistas y gracias a la no oposición del PP a una situación límite, nos permite observar en su esplendor la perversión de la mal denominada democracia que tenemos en España, que más bien es una organización política del poder que excluye al pueblo soberano de otra decisión que no sea la que le impongan. Se abre por primera vez una magnífica ventana para observar lo que el poder trata de ocultarnos de forma continua, que la representación política es una ficción democrática.
Sin embargo en la oposición real a la facción única representada por los partidos políticos convencionales no se está cometiendo el error de confrontar una unidad de acción, sino todo lo contrario, una diversidad plural y libre de alternativas mutuamente excluyentes. La opción que promueve CenB es excluyente con MCRC y MDE, porque ambas alternativas abogan por la actividad y no por la representación pasiva.
Mientras que MCRC decide no participar en la partitocracia, mientras que MDE decide hacerlo mostrando también su exclusión mutua. Esto no quiere decir que en la convergencia de objetivos, estas tres opciones sean un contrapoder que se enfrente a los partidos convencionales, que de facto funcionan como un partido único, que no se cuestiona a sí mismo como sistema, ejerciendo su tiranía de poder, detentando la representación concedida. Hay otros muchos movimientos políticos emergentes en nuestro país, pero todos ellos se pueden encuadrar en las alternativas expuestas en los ejes pasividad-actividad y participación-no participación en la partitocracia. Hay otras alternativas, como los antisistema o los altermundistas, o partidos específicos o dogmáticos, que tienen como objetivo la desestabilización del sistema para imponer otras alternativas diferentes, pero habitualmente nada tienen que ver con la democracia liberal, sino con la oposición de sus ideas sobre cualquier otra alternativa, pero sin duda también forman parte de la resistencia.
Al menos es grato comprobar que si en los partidos convencionales queda poca inteligencia en su alternativa real existe un acuerdo claro, implícito, pero patente de lo que es democracia y lo que no lo es, desde la libertad. Eso quiere decir que no está todo perdido, pero también que el cambio resulta muy difícil, porque la gente comprende como democracia lo que realmente no lo es y considera que la libertad es escoger entre lo que le ofrecen aquellos que les hurtan su soberanía, y no elegir lo que realmente quieren, porque los partidos políticos convencionales se han encargado desde la utilización de la propaganda, la coacción y la manipulación de los medios de comunicación de expandir la consigna políticamente correcta de que no puede existir nada más que lo que ellos ofrecen en política.
La democracia vigente en España se ha convertido en una cuestión de fe y creencia, perdiendo su condición de instrumento político que permita repartir el poder de forma equitativa, respetando la libertad y garantizando su control, para pasar a ser una religión que determina los límites de la realidad, de las circunstancias que les permiten imponer su tiranía como en el cristianismo en la Edad Media, en los regímenes nazi o comunista, o en los gobiernos islámicos en la actualidad.
Biante de Priena
4 comentarios:
Ciudadanos en Blanco no es un movimiento pasivo. Si un caso reactivo. Se están recogiendo firmas para cambiar un punto concreto de la LOREG y conseguir que el Voto en Blanco sea Computable (que el voto en blanco se convierta en escaños vacíos). No se estrena en Cataluña el año 2010. Ya se presentó el 2006 por la provincia de Girona y hasta la fecha ha coexistido con "Escons Insubmisos" (una fórmula autóctona idéntica el CenB que lleva 7 años presentándose en Catalunya). El año 2010 ambos "no-partidos" se presentan en coalición en autonómicas catalanas (28-11-2010)bajo el nombre "Escons en Blanc + Ciudadanos en Blanco" para conseguir el Voto en Blanco Computable en las 4 provincias existentes en Catalunya (Tarragona, Lleida, Barcelona i Girona)
Luismi CenB (Catalunya)
luismi me refiero a la resistencia "pasiva" como protesta e inducción al cambio en la democracia, no a que no tenga actividad política. Evidentemente que la tiene.
Biante, como casi siempre, estoy de acuerdo en casi todo. Pero en este caso, tengo que recordarte tus palabras de hace muy pocos días: “la realidad es inalterable”. Y esa realidad dice, entre otras muchas, muy claramente dos cosas:
- Que por mucho que el poder quiera atribuir una abstención al desinterés de los ciudadanos, al clima o a las circunstancias, es innegable que el que no vota no está participando en las reglas del juego éste que tenemos de simulacro de democracia, crea o no en él.
- Que el que emite un voto en blanco o nulo, es innegable que participa de las reglas del juego, y por lo tanto, lo acepta. Así pues, es una actitud activa e interna. Pero activa con el sistema, con las reglas tramposas impuestas por los tramposos, e interna, como complicidad necesaria que es el voto.
Eso lo saben perfectamente ellos, los que siempre ganan, los que consideran que si participa un 70% de la población en las elecciones, tienen un respaldo sobrado para seguir haciendo las mismas trampas que han venido haciendo desde las primeras elecciones, y cada vez corregidas y aumentadas.
De ahí el pánico que tienen los unos y los otros tramposos a la abstención, y en lo único que se ponen de acuerdo es en la obsesión por la participación, por obtener el permiso para ambos, que es lo único que necesitan para continuar cachondeándose de todos.
La abstención puede ser interna o externa, dependiendo de la motivación del abstencionista, pero lo que es seguro es que es pasiva con el sistema tramposo, o activa contra el sistema tramposo, como lo quieras considerar. Y nunca cómplice, eso está clarísimo.
Y permíteme una visión algo diferente de una de tus frases: Si los votantes en blanco decidieran apoyar a los abstencionistas, el sistema español cambiaría por completo.
Y no digamos si también se uniesen esos que votan únicamente porque les han convencido de que votar es de demócratas, y de que es una obligación.
Qué pena da, ver cómo una sociedad honesta en su inmensa mayoría está acogotada por cuatro sinvergüenzas mafiosos, gracias a la inconsciente colaboración en las urnas, y al masivo seguimiento de las instrucciones por ellos distribuidas a través de los medios.
fractalio, tienes mucha razón en lo que dices. A mí me fascina como los "demócratas" de este sistema degenerado se permiten llamar fachas a los que consideran que esta "democracia" es una mierda, cuando ellos son unos impostores, falaces y malvados.
Otra vez la ignorancia de la gente es su gran aliada. Es la oclocracia, tiranía soportada sobre muchedumbre y propaganda, con la que sustituyen al pueblo.
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