Hace poco más de un año, en un artículo titulado: “la noción de Cataluña y el no nacionalismo”, refutaba la posibilidad de existencia real del concepto político de nación catalana; el argumento básico era que Cataluña no era una nación, sino una noción, que evidentemente es algo muy diferente tanto desde una perspectiva semántica, como política. Hoy continuaré dando argumentos para refutar la perversa e inane idea de la nación catalana, fruto del iluminismo que nos acontece.
Los motivos que me incitan a hacerlo son bien sencillos: aceptar el concepto de nación para Cataluña, el País Vasco, o Galicia, supondría refutar el concepto real y existente, históricamente contrastado, culturalmente definido y políticamente estructurado de España como nación. La postmodernidad ha hecho estragos en el raciocinio fundamentado, pero también ha destrozado de forma desapercibida, el sentido común de los ciudadanos. El hombre-masa, despojado de creencias viejas, en su infinita frivolidad, está dispuesto a derribar cualquier orden que no alcanza a comprender siempre que le reporte un instante de entusiasmo o ilusión, aunque sea el contemplar la demolición de la obra heredada gracias al coraje, denuedo y sufrimiento de sus antepasados. El adanismo, es el fundamentalismo político de nuestros días, del que el Presidente de Gobierno español, es su máximo representante mundial.
La baja estopa cultural de los representantes políticos democráticamente elegidos por un pueblo inculto y zafio como el nuestro, incapaz de concebirse a sí mismo de forma diferenciada, por temor a ofender la libertad del vecino en su irredenta inseguridad identitaria, ha permitido que las ideas más peregrinas, como la maleza en un cultivo desatendido, hayan invadido el escenario de la realidad política.
¡Que prodigio de confusión!, ¡que magnífica estridencia!. España, hoy más que nunca, es un sainete, una greguería inacabada. La usurpación intelectual por vendedores de palabras ha hecho el resto, con la excepción de algunos representantes sin complejos de la intelectualidad nacional española, el pensamiento colectivo español de nuestra época ha alcanzado el nivel más bajo de la historia de este país (incluído el referido a Cataluña).
Nuestros supuestos intelectuales, al igual que nuestros inestimados políticos, están, nunca mejor dicho, a la altura de la comprensión analfabeta del pueblo que les atiende y les promueve como sus representantes, que adquiere sus mentiras como si fueran verdades. Los diarios viven de las subvenciones estatales, hay algunos que sobreviven agónicamente de los favores del Gobierno, porque exclusivamente de sus lectores no podrían hacerlo. Eso contribuye a la perversión de todos los mensajes, porque de los pesebres no salen abedules.
Pero no quiero apartarme del objetivo anunciado al comienzo, que no es otro que refutar ese concepto infame de nación catalana. Infame sí, porque es una infamia para los españoles el estrambote político que se han construido unos parásitos a costa de administrar el erario público, exclusivamente en su propio beneficio y no en el interés de la comunidad española que dicen representar, vulnerando la Constitución, sin respetarse a sí mismos, ni a los demás. A ambos lados de la línea imaginaria de separación, por supuesto.
Las diferencias culturales de Cataluña con las demás comunidades españolas, precisamente eran relevantes en el ámbito de la igualdad española que nos reunía, en el ámbito nomotético, pero en el idiosincrásico resultan absolutamente ridículas, porque todas las comunidades españolas tienen numerosas razones, incluso más poderosas y diferenciales que Cataluña, para considerarse singulares.
España ha sido, es y será una pluralidad de identidades en permanente equilibrio, porque las fuerzas idiosincrásicas se compensan por las nomotéticas y ese prodigio antropológico hace de nuestra cultura española un monumento humano a la mezcla y la pluralidad. La libertad de los españoles ha sido conquistada a lo largo de los siglos, de forma distinguida entre todas las comunidades occidentales, para que ahora vengan unos pazguatos fanáticos a decirnos que tenemos que renunciar a lo que somos para que ellos, una inmensa e intensa minoría, se conviertan en lo que no se merecen, ni han merecido a lo largo de la historia, porque ya no es tiempo de hacer naciones en los despachos como en la era colonial, para satisfacer los intereses mercantiles de las comunidades burguesas locales, que pensaban obtener más beneficios del comercio siendo independientes.
Comparto con Max Weber que una nación es un resultado, antes que un propósito. La política es una consecuencia de la cultura, no a la inversa. Las sociedades avanzadas tienen una evolución propia y natural, no guiada y urdida por unos iluminados. Cataluña, está sacrificando en estos momentos su característica más diferenciada y avanzada dentro de las comunidades españolas, para convertirse en un experimento de laboratorio político fuera de ellas, diseñado electoralmente por el socialismo más inculto y el nacionalismo más chabacano de la historia de Europa. La nación catalana, inventada y pergeñada por los iluminados “liberadores” no admite en su seno la pluralidad y la mezcla tan características de la cultura española, (huevo y patata hacen tortilla), soporte imprescindible del concepto de libertad que caracteriza a nuestro pueblo, porque requiere homogeneidades intempestivas, incrustando cultura catalanista por decreto en los más jóvenes, aunque provengan de culturas de otras latitudes; esa eugenesia cultural nazi que tanto satisface a la Generalitat, requiere silencio, amordazamiento de los criterios y opiniones de los “traidores”, aunque sean tan inevitablemente catalanes por “su seny” como Albert Boadella y cualquier payés del Ampurdán. ¡Qué despropósito más bien organizado con la única finalidad de perpetuar en sus poltronas a unos sectarios advenedizos que estarían posiblemente en el paro de no estar en la política catalana!.
Cataluña ha pasado de ser un pueblo admirado y envidiado por los demás españoles, gracias a los analfabetos del PSC, los iluminados de ERC, los taimados de CIU, los insulsos del PP, los peregrinos de ICV y los mentecatos de Ciutadans, a ser el espejo en el que nadie quiere mirarse, la cámara de los horrores de la política española. De la vanguardia política de España ha pasado a ser la vanguardia política de los Balcanes, gracias a los políticos que la tienen secuestrada. ¿Pero dónde están los catalanes que hicieron de España lo que fue, una gran nación plural en la que Cataluña tenía y debería tener su espacio diferenciado?. ¿Les habrán eliminado de forma desapercibida?.
Lamento profundamente que desde Cataluña nadie con entidad suficiente, con la excepción de Albert Boadella, el “traidor nacional de Catalunya”, sea capaz de decir y hacer lo necesario para que cese el bodrio de la égida cuatribarrada. Albert, que sepas al menos que no estás solo, aunque España está hecha unos zorros gracias a los analfabetos que se reparten el poder, aquí, al otro lado, algunos de tus compatriotas todavía comprendemos que Cataluña es lo que piensa Boadella, antes de lo que puedan decir y hacer sus detractores.
Sí, Albert es cierto lo que dices, Cataluña salió de una cárcel imaginaria e involuntaria para introducirse en una mazmorra real y voluntaria, porque los carceleros de la mazmorra son muy simpáticos y amables, y además hablan exclusivamente catalán.
Sólo nos queda volver a gritar, como en los años setenta del siglo pasado.
¡Visca Catalunya LLiure!.
Enrique Suárez Retuerta
Los motivos que me incitan a hacerlo son bien sencillos: aceptar el concepto de nación para Cataluña, el País Vasco, o Galicia, supondría refutar el concepto real y existente, históricamente contrastado, culturalmente definido y políticamente estructurado de España como nación. La postmodernidad ha hecho estragos en el raciocinio fundamentado, pero también ha destrozado de forma desapercibida, el sentido común de los ciudadanos. El hombre-masa, despojado de creencias viejas, en su infinita frivolidad, está dispuesto a derribar cualquier orden que no alcanza a comprender siempre que le reporte un instante de entusiasmo o ilusión, aunque sea el contemplar la demolición de la obra heredada gracias al coraje, denuedo y sufrimiento de sus antepasados. El adanismo, es el fundamentalismo político de nuestros días, del que el Presidente de Gobierno español, es su máximo representante mundial.
La baja estopa cultural de los representantes políticos democráticamente elegidos por un pueblo inculto y zafio como el nuestro, incapaz de concebirse a sí mismo de forma diferenciada, por temor a ofender la libertad del vecino en su irredenta inseguridad identitaria, ha permitido que las ideas más peregrinas, como la maleza en un cultivo desatendido, hayan invadido el escenario de la realidad política.
¡Que prodigio de confusión!, ¡que magnífica estridencia!. España, hoy más que nunca, es un sainete, una greguería inacabada. La usurpación intelectual por vendedores de palabras ha hecho el resto, con la excepción de algunos representantes sin complejos de la intelectualidad nacional española, el pensamiento colectivo español de nuestra época ha alcanzado el nivel más bajo de la historia de este país (incluído el referido a Cataluña).
Nuestros supuestos intelectuales, al igual que nuestros inestimados políticos, están, nunca mejor dicho, a la altura de la comprensión analfabeta del pueblo que les atiende y les promueve como sus representantes, que adquiere sus mentiras como si fueran verdades. Los diarios viven de las subvenciones estatales, hay algunos que sobreviven agónicamente de los favores del Gobierno, porque exclusivamente de sus lectores no podrían hacerlo. Eso contribuye a la perversión de todos los mensajes, porque de los pesebres no salen abedules.
Pero no quiero apartarme del objetivo anunciado al comienzo, que no es otro que refutar ese concepto infame de nación catalana. Infame sí, porque es una infamia para los españoles el estrambote político que se han construido unos parásitos a costa de administrar el erario público, exclusivamente en su propio beneficio y no en el interés de la comunidad española que dicen representar, vulnerando la Constitución, sin respetarse a sí mismos, ni a los demás. A ambos lados de la línea imaginaria de separación, por supuesto.
Las diferencias culturales de Cataluña con las demás comunidades españolas, precisamente eran relevantes en el ámbito de la igualdad española que nos reunía, en el ámbito nomotético, pero en el idiosincrásico resultan absolutamente ridículas, porque todas las comunidades españolas tienen numerosas razones, incluso más poderosas y diferenciales que Cataluña, para considerarse singulares.
España ha sido, es y será una pluralidad de identidades en permanente equilibrio, porque las fuerzas idiosincrásicas se compensan por las nomotéticas y ese prodigio antropológico hace de nuestra cultura española un monumento humano a la mezcla y la pluralidad. La libertad de los españoles ha sido conquistada a lo largo de los siglos, de forma distinguida entre todas las comunidades occidentales, para que ahora vengan unos pazguatos fanáticos a decirnos que tenemos que renunciar a lo que somos para que ellos, una inmensa e intensa minoría, se conviertan en lo que no se merecen, ni han merecido a lo largo de la historia, porque ya no es tiempo de hacer naciones en los despachos como en la era colonial, para satisfacer los intereses mercantiles de las comunidades burguesas locales, que pensaban obtener más beneficios del comercio siendo independientes.
Comparto con Max Weber que una nación es un resultado, antes que un propósito. La política es una consecuencia de la cultura, no a la inversa. Las sociedades avanzadas tienen una evolución propia y natural, no guiada y urdida por unos iluminados. Cataluña, está sacrificando en estos momentos su característica más diferenciada y avanzada dentro de las comunidades españolas, para convertirse en un experimento de laboratorio político fuera de ellas, diseñado electoralmente por el socialismo más inculto y el nacionalismo más chabacano de la historia de Europa. La nación catalana, inventada y pergeñada por los iluminados “liberadores” no admite en su seno la pluralidad y la mezcla tan características de la cultura española, (huevo y patata hacen tortilla), soporte imprescindible del concepto de libertad que caracteriza a nuestro pueblo, porque requiere homogeneidades intempestivas, incrustando cultura catalanista por decreto en los más jóvenes, aunque provengan de culturas de otras latitudes; esa eugenesia cultural nazi que tanto satisface a la Generalitat, requiere silencio, amordazamiento de los criterios y opiniones de los “traidores”, aunque sean tan inevitablemente catalanes por “su seny” como Albert Boadella y cualquier payés del Ampurdán. ¡Qué despropósito más bien organizado con la única finalidad de perpetuar en sus poltronas a unos sectarios advenedizos que estarían posiblemente en el paro de no estar en la política catalana!.
Cataluña ha pasado de ser un pueblo admirado y envidiado por los demás españoles, gracias a los analfabetos del PSC, los iluminados de ERC, los taimados de CIU, los insulsos del PP, los peregrinos de ICV y los mentecatos de Ciutadans, a ser el espejo en el que nadie quiere mirarse, la cámara de los horrores de la política española. De la vanguardia política de España ha pasado a ser la vanguardia política de los Balcanes, gracias a los políticos que la tienen secuestrada. ¿Pero dónde están los catalanes que hicieron de España lo que fue, una gran nación plural en la que Cataluña tenía y debería tener su espacio diferenciado?. ¿Les habrán eliminado de forma desapercibida?.
Lamento profundamente que desde Cataluña nadie con entidad suficiente, con la excepción de Albert Boadella, el “traidor nacional de Catalunya”, sea capaz de decir y hacer lo necesario para que cese el bodrio de la égida cuatribarrada. Albert, que sepas al menos que no estás solo, aunque España está hecha unos zorros gracias a los analfabetos que se reparten el poder, aquí, al otro lado, algunos de tus compatriotas todavía comprendemos que Cataluña es lo que piensa Boadella, antes de lo que puedan decir y hacer sus detractores.
Sí, Albert es cierto lo que dices, Cataluña salió de una cárcel imaginaria e involuntaria para introducirse en una mazmorra real y voluntaria, porque los carceleros de la mazmorra son muy simpáticos y amables, y además hablan exclusivamente catalán.
Sólo nos queda volver a gritar, como en los años setenta del siglo pasado.
¡Visca Catalunya LLiure!.
Enrique Suárez Retuerta
6 comentarios:
Puigcercós, aboga por un referendum para la independencia de Cataluña (en Cataluña) durante la próxima legislatura.
Puicercós por la independencia
Yo abogo por un referendum en España para la independencia de Cataluña, que se vayan y se lo coman con su pan. Lo único que trae a España Cataluña son problemas, y lo que se lleva es mucho más de lo que le corresponde
hay algunas cosas muy ciertas en sus palabras, don enrique, pero yerra no obstante fundamentalmente.
usted llama pueblo a los catalanes, y yo les llamo nacion. y digo que si ellos asi se definen, eso es lo que son.
es la otra definicion de nacion, esa que no supone un estado, y que no obstante es aceptada allende de las fronteras españolas.
es usted quixotesco en su afan de luchar contra fantasmas, en vez de luchar contra realidades.
acepte nacion, y pregunteles a los defensores de esa nacion como es que se ocupan de la lengua y del reparto del dinero dentro del estado, pero nunca de -por ejemplo- la degradacion de sus costas y ciudades.
acepte nacion, y digales a esos defensores de "catalunya nacio" como es que se pueden referir al territorio de la autonomia (estafatut es estafatut por eso), pero no a la gente que forma el pueblo.
entierre los fantasma, ocupese de la realidad.
berenger
Verá usted señor berenger, hay algo que no acaba de comprender, o quizás no quiere que se comprenda, en los años setenta del pasado siglo, el grito de rebelión que recorría Catalunya era precisamente el que da título a a este artículo: "Visca Catalunya LLiure". ¿Es libre o más libre ahora Cataluña?, no lo creo, con una policía lingüística, con delaciones, con niños educados en catalán de forma obligatoria, con un tejemaneje con la pasta del Palau al Barça y del Barça a Agrupació Mutua y de ahí a la Generalitat y viceversa?. ¿Está los servicios públicos bien gestionados?. ¿Existe la Cataluña plural que gritaba Visca Catalunya LLiure?. No, señor berenger, ha sido laminada, en Catalunya "sólo" es LLiure "lo catalán" y se desprecia y desdeña lo español que forma parte de la cultura catalana, igual que lo catalán forma parte de la cultura española.
Y además, toda es potencia se postulaba en una dictadura, mientras que hoy en día, en una democracia (+ o -) todo se configura en un régimen opresivo, de igual condición que el existente en los años setenta del siglo pasado.
No, señor berenger, Cataluña no es LLiure, al menos para la población de cultura original no catalna, es el peor de los lugares para la convivencia social de culturas, porque es en el único lugar de España donde apellidarse de una forma u otra, acaba definiendo tu futuro, lo que te concede el poder del Estado representado por la Generalitat, "a pesar de tener un President cordobés de apellido Montilla".
Usted lo sabe, yo lo sé, y los que nos están leyendo, también lo saben.
Usted defiende eso como normal, yo no puedo hacerlo, lo siento.
ESR
hmmm... ¿y donde he defendido eso como normal?
berenger
Visca Catalunya
http://yaivi.blogspot.com
vaya falsedad eso del apellido, madre mía... MONTILLA?
Catalunya no és lliure por que no nos dejáis tranquilos con nuestros asuntos. Si queremos que nuestra lengua no muera, no es normal que todo el mundo la aprenda? Eso es menoscabar la libertad?
Detecto mucha hostilidad gratuita. Es cierto que, puesto que el turismo creció antes en Catalunya que en otros sitios de España, el litoral está jodido en todo el Estado, o no?
Otra cosa, y perdón por los saltos, pero sólo un puñado de intelectuales irreductibles son los poseedores de la Verdad única y absoluta? Como no se trata de una ciencia exacta, creo que estas cosas dependen del punto de vista del definidor, así que, por favor, porque la gente no piense lo mismo que tus admirados Savatar y cía, no los desprecies de esta forma.
Creo que, por encima de todo, está la libertad y la democracia REALES, no este simulacro en el que vivimos y donde somos engañados sea donde sea. Si los Catalanes queremos ser nación, seremos. Por algo lo votamos. Si es necesario cambiar la constitución para aumentar los derechos de los ciudadanos se cambia, que no són las Sagradas Escrituras... Y si no, adiós muy buenas.
Guillem
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