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sábado, 5 de mayo de 2007

Dianas

Algunos impresentables se divierten amedrentando a la gente. Siempre ha ocurrido, es la estética de los matones, esos singulares cobardes que imponen la ley del miedo a sus congéneres, en plena impunidad, en el silencio, en la noche.

Hace años que en el País Vasco se paga tributo por residir en tierra propia. Es un peaje muy elevado, la sangre de las víctimas, y el miedo de los discrepantes, junto al silencio de las autoridades. Es deleznable la presunción de normalidad que trata de anunciarse desde las instituciones gobernadas por nacionalistas.En esa cultura del desencuentro permanente, auspiciada por la inconsecuencia de las autoridades españolas y sostenida por la reacción de las víctimas y sus permanentes defensores, surgen las dianas.

Una diana y un nombre son suficiente para conseguir que muchas personas, la familia, los vecinos, los compañeros, los amigos comiencen a tener insomnio. Los hijos de los señalados son quizás las víctimas más inocentes de todo este proceso de ingenio desalmado.

Un amigo me relató hace tiempo los extraños cambios en la conducta de su hijo de doce años tras haber sido elegido concejal en un pueblo del País Vasco. El niño comenzó a no separarse de él, a acudir con él a todas partes, a llorar si no le dejaba ir, hasta que mi amigo le preguntó el porqué de su comportamiento, y el muchacho le respondió que para protegerle, había visto su nombre escrito en una pared un día a salir de la escuela. Desde ese día, algunos de sus compañeros dejaron de acompañarle, pero otros dos comenzaron a no separarse de él, hoy son sus mejores amigos.

El efecto social de las dianas es paradójico, y nos conducen a la realidad sin ambigüedades. Unen a muchos mucho más de lo que estaban, y al mismo tiempo les separan de otros mucho más que antes de que hubieran aparecido. Eso es bueno y malo, como todas las cosas.

Se produce un efecto inesperado, porque a los nacionalistas les deja cada vez menos vinculados al mundo real y por tanto les convierte en más peligrosos, y a los no nacionalistas les une en la lucha contra el nacionalismo, mucho más de lo que estaban antes.

Una diana con un nombre es una acción política de violencia terrorista. Hoy varios compañeros de Ciutadans están siendo amenazados por los extremistas del catalanismo, en Girona, en Barcelona (en varios lugares). Esos desaprensivos tolerados y soportados por los ciudadanos catalanes, y permitidos por las instituciones, disparan sus balas de miedo contra la nuca de la libertad, asfixian la democracia y maltratan la convivencia pacífica.

¿Qué derecho tienen estos sinvergüenzas, aprendices de asesinos, a implantar sus códigos de violencia entre nosotros?.

El 27 de Mayo se celebran elecciones municipales, ciudadano, cuando introduzcas la papeleta en el sobre y luego en la urna, procura acertar en la diana que permita acabar con la miseria humana que quieren implantar los violentos del spray, que se permiten maltratar nuestra convivencia pacífica.


Biante de Priena

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