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lunes, 12 de mayo de 2008

El respeto a las reglas

Leo discusiones constantes acerca de la existencia o inexistencia de democracia interna en UPyD. Y observo que el argumento fundamental de aquéllos que defienden que sí existe es que había unas normas muy claras en el momento de afiliarse y que a ellas hay que atenerse, sobre todo en lo relativo a la celebración de un congreso del partido. Dejo de lado hasta qué punto se están cumpliendo o no esas normas (queja que he visto por ahí), ya que ignoro hasta que punto esas quejas están o no fundamentadas. Pero sí quiero centrarme en la cuestión principal, la de los Estatutos.

Sobre ese particular me gustaría dejar constancia de algunas opiniones personales:

a) En primer lugar, una norma que se firma sin poder tocar una coma es lo que podemos denominar "contrato de adhesión". Digamos que es un "o lo tomas o lo dejas". Desde hace mucho tiempo los poderes públicos han intentado introducir criterios correctores sobre este tipo de regulaciones unilaterales impuestas por quiénes tienen una posición de privilegio, declarando la nulidad de las cláusulas abusivas e interpretándolas de manera que nunca puedan favorecer a quién las redactó. Se trata de evitar que puedan imponerse soluciones "formalmente" correctas, pero que pueden encubrir situaciones de dominación. Deberían considerar los que defienden esto de "si no estás de acuerdo, vete", que es una actitud peligrosa, ya que con ella se pueden avalar situaciones de desigualdad de partida que puedan consolidarse en la práctica.

b) Además, estamos hablando de un partido. Se supone que los partidos son organismos de participación política. Y la primera forma de participación debe ser la que va encaminada a preparar un ideario y un programa y a elegir los órganos de Gobierno. También aquí las adhesiones deben ser cosa de muy poco tiempo. Porque los partidos no son fundaciones. Son personas jurídicas de derecho público que tienen vida propia al margen de la voluntad de sus fundadores.

c) Existe también en derecho una institución que se llama fraude de ley. Si utilizamos una norma para una finalidad no prevista en ella. Si damos a una organización una apariencia formalmente democrática, pero creamos tales barreras u obstáculos que, en la práctica, se impidan el debate y votación de propuestas críticas, estamos cometiendo un fraude de ley. Más aún si se considera lo importante que son los mecanismos de control y de poder dentro de las organizaciones. Quien los maneja puede, si no hay normas claras que permitan la participación y una voluntad colectiva de imponerlas, impedir en la práctica la existencia de voces críticas.

No digo que todo esto ocurra en UPyD. Pero hay algunas evidencias alarmantes de que si ese proceso tiene lugar no pueda ser evitado:

1.- Una líder carismática. Si no existen contrapesos normativos y cauces de representación de los afiliados (otra cosa es el filtro para adquirir esa condición) resultará imposible llevarle la contraria, siquiera puntualmente.

2.- Una organización piramidal hecha de arriba hacia abajo. Esto es indiscutible. Y es muy peligroso. Y además sin posibilidad de plantear quejas o discusiones horizontalmente.

3.- Un congreso muy lejano. Que además no se justifica con la necesidad de acudir a unas elecciones. Esa fecha tan lejana puede obedecer a cuestiones organizativas, pero implica el mantenimiento de una situación excepcional durante tanto tiempo que es lógico pensar que obedece a la idea de apuntalar una situación de hecho de control por parte de los fundadores del partido.

No es raro que suceda así en UPyD. Sucede en todos los partidos. vean si no lo que está pasando en el PP.

El problema es que UPyD no puede, mientras mantenga esta situación excepcional y de déficit, postularse como partido regenerador.

Comprendo que muchas personas estén tan ilusionadas que no quieran ver mala fe en lo que sucede. Y que estén dispuestos a dar un "cheque en blanco" a los promotores del partido. Y también comprendo que vean en quiénes lo critican a "trepas" o "moscas cojoneras" que quieren "cargarse" algo en lo que ponen sus esperanzas. Puede que tengan razón en ambas opiniones. Que los que mandan en UPyD, todos, sean tan buenos como creen y que además estén dispuestos a ceder el poder en el futuro a quien resulte elegido por la militancia (pese a haber invertido tanto), en su caso. Y que todos los críticos sean tan malos, plastas y cansinos como creen. Pero entonces ¿por qué no hacer ya un congreso? ¿por qué no avalar a los que mandan con el voto expreso en una asamblea que permita a los cansinos tocacojones exponer sus opiniones? ¿creen que Rosa Díez no sería elegida Presidenta?

Yo creo que sí, que saldría elegida. pero a lo mejor se introducían otras personas en los órganos de poder de no tan fácil inclinación de cerviz, y se aprobaban normas de control y participación claras, o se permitía que los afiliados pudieran contactar entre sí, antes de que todo esté atado.

Como tercero y simple espectador, les diré que, ahora mismo, UPyD, en cuanto organización, es más de lo mismo.

Tsevanrabtan

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Tse, como siempre un placer leerte.
Parece que este mundo de Ciudadanos libres empieza a ocupar espacios que habian sido secuestrados por ideologias caducas.
Falta tiempo y faltan Ciudadanos por incorporarse al proyecto pero el proceso es imparable.
Creo Tse que tenemos la obligación de contribuir a la creación de vias por las que circular y por las que intercomunicarse.
Gracias por seguir participando de este empeño.

Anónimo dijo...

Rosa10 parte de la misma base que todos los políticos profesionales: que todos los ciudadanos de a pie somos idiotas.

Esta tía todavía no se ha coscao de que los afiliados a Ciutadans, al igual que los de UPyD, son la gente más crítica de toda la sociedad, y que si ese plus de democracia no se da, estos partidos implosionan y desaparecen.

Pero si hasta los afiliados del PP están despertando!

Ay Rosa Rosa, qué poco te enteras, por vuestras actitudes, y sobre todo por Cataluña, tu proyecto nacional se desangra hasta su muerte.

Como se ha dicho millones de veces en estos espacios, no se puede hablar de regeneración y hacer lo contrario, no se puede hablar de inmersión y colocar a inmersionadores, no se puede ser una rosa e imponer como organizador a un cerpullo.

Ya lo dijo Shakes: "Algo huele a podrido..."

Anónimo dijo...

La subasta nacional.



Es ciertamente obsceno y repugnante lo que ocurre en este país. Desde las declaraciones del Rey sobre ZP hasta el circo del PP, los sapos diarios que hacen tragar a los españoles se ha convertido en dieta obligatoria de moda.

Pero sin duda uno de los más llamativos y ejemplares actos de rapiña, ilegalidad e indecencia que los políticos cometen ante la población, es la cuestión del reparto de los recursos nacionales, eso que llaman la financiación autonómica; aquí verdaderamente vemos la esencia política de lo que está ocurriendo en España.



El canibalismo nacional que suponen estas discusiones, así como la extremadamente cínica forma de justificarla por parte del presidente del Gobierno, valen más que cien lecciones de política para los ciudadanos españoles. Por una parte, los jefes de las tribus

Autonómicas españolas desconfían de los demás porque saben que cuanto más se lleven otros, menos podrán robar ellos. Al mismo tiempo hacen alianzas basadas en una mejor rapiña, en tanto que todos empiezan a llamar la atención a los avezados y abusones jerifaltes catalanes, los cuales arguyen que ellos están primero en la cacería y que la pieza la han aliñado mucho mejor que los demás. Y a todo eso Zapatero nombra de igualdad, cohesión…



No caben en la orgía distingos de fondo con colores políticos ni zonas, da igual si son azules o rojos los sillones de las castas periféricas, incluso dentro de cada color se discute el festín; como tampoco intervienen criterios ajenos al poder o la directa sustracción de los recursos comunes sean regiones desarrolladas, despobladas, de costa, etc. Lo que disputan es cuándo y cuánto van a estafar a España, que es decir a sus ciudadanos, y qué orden se sigue en la cola de reparto del botín. Esto es Alí Zapatero y los 17 ladrones y el Rey de yeso.



Y aunque esto ni es nuevo ni han dejado de explicarse las razones por las que tenía que ocurrir, constituye un ejercicio práctico de gran magnitud a la vista de los españoles de forma palpable y audible, y es harto revelador tanto de la putrefacción del régimen de partidos españoles, como manifestación en carne política del agonizante régimen democrático que ha cobrado un nuevo muerto con el Partido Popular.



La monarquía española ya ha finalizado su labor histórica de pantalla, a no ser que volvamos al absolutismo, porque el delirio de nuestros políticos no conoce fronteras ni tiempos.



L.H.

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