1934-Revolución de Asturias. Busqueda de cadáveres entre las ruinas del Instituto de Enseñanza Media de Oviedo dinamitado por los revolucionarios. Mantuvieron dentro a los prisioneros que albergaba. Foto Ampliada
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Anónimo
dijo...
En Asturias la CNT mantenía una postura más proclive a la formación de alianzas obreras que en otras zonas de España. De esta manera esta organización y la UGT habían firmado en marzo un pacto con el que estuvo de acuerdo la FSA, federación del PSOE en Asturias, fraguando la alianza obrera plasmada en la UHP surgida el mes anterior. A La UHP se le irían uniendo otras organizaciones obreras como el BOC, la Izquierda Comunista y finalmente el PCE.
Los mineros disponían de armas y dinamita, y la revolución estaba muy bien organizada. Se proclama en Oviedo la República Socialista Asturiana y se ataca a los puestos de la Guardia Civil, las iglesias, los ayuntamientos, etc. estando a los tres días casi toda Asturias en manos de los mineros, incluidas las fábricas de armas de Trubia y La Vega. A los diez días, unos 30.000 trabajadores forman el Ejército Rojo. Hubo actos de pillaje y violencia no achacables a la organización revolucionaria. Pero la represión fue muy dura donde los revolucionarios encontraron resistencia. Desde el gobierno consideran que la revuelta es una guerra civil en toda regla, aún desconociendo que los mineros empiezan a considerar en Mieres la posibilidad de una marcha sobre Madrid. El gobierno adopta una serie de medidas enérgicas. Ante la petición de Gil-Robles comunicando a Lerroux que no se fia del jefe de Estado Mayor, general Masquelet, los generales Goded y Franco (que tenía experiencia al haber participado en la represión de la huelga general de 1917 en Asturias) son llamados para que dirijan la represión de la rebelión desde el Estado Mayor en Madrid. Estos recomiendan que se traigan tropas de la Legión y de Regulares desde Marruecos. El gobierno acepta su propuesta y el radical Diego Hidalgo, ministro de la Guerra, justifica formalmente el empleo de estas fuerzas mercenarias, en el hecho de que le preocupaba la alternativa de que jóvenes reclutas peninsulares murieran en el enfrentamiento, por lo que la solución adoptada le parece muy aceptable.
Durante la revolución de 1934 la ciudad de Oviedo quedó asolada en buena parte, resultan incendiados, entre otros edificios, el de la Universidad, cuya biblioteca guardaba fondos bibliográficos de extraordinario valor que no se pudieron recuperar, o el teatro Campoamor. También fue dinamitada La Cámara Santa en la Catedral, donde desaparecieron importantes reliquias llevadas a Oviedo, cuando era corte, desde el Sur de España..
El general Eduardo López Ochoa, comandando las fuerzas militares gubernamentales, se dirigió a apoyar a las tropas sitiadas en Oviedo, y el coronel Juan Yagüe con sus legionarios y con apoyo de la aviación. Oviedo quedó libre al poco tiempo y poco después Gijón. Tanto la liberación de Asturias como la represión posterior fueron muy duras.
En La Felguera, y en el barrio de El Llano de Gijón se llegaron a dar breves experiencias de comunismo libertario:
En la barriada de El Llano se procedió a regularizar la vida de acuerdo con los postulados de la CNT: socialización de la riqueza, abolición de la autoridad y el capitalismo. Fue una breve experiencia llena de interés, ya que los revolucionarios no dominaron la ciudad. [...] Se siguió un procedimiento parecido al de La Felguera. Para la organización del consumo se creó un Comité de Abastos, con delegados por calles, establecidos en las tiendas de comestibles, que controlaban el número de vecinos de cada calle y procedían a la distribución de los alimentos. Este control por calle permitía establecer con facilidad la cantidad de pan y de otros productos que se necesitaban. El Comité de Abastos llevaba el control general de las existencias disponibles, particularmente de la harina. Manuel Villar. El anarquismo en la insurrección de Asturias: la CNT y la FAI en octubre de 1934
En el resto de España hubo algunos incidentes reprimidos rápidamente por las fuerzas del orden republicanas.
Se estima que en los 15 días de revolución hubo en toda España entre 1.500 y 2.000 muertos (aunque algunos autores hablan de 1.000 o de 4.000) de los que unos 320 eran guardias civiles, soldados, guardias de asalto y carabineros y unos 35 sacerdotes. La ciudad de Oviedo quedó prácticamente destruida. Y se estima que en toda España fueron detenidos y sometidos a juicio entre 15.000 y 30.000 personas que participaron la revolución. Los datos son difíciles de comprobar debido a la fuerte censura que se aplicó sobre esta revolución.
Consideraciones
La historiografía ha debatido mucho sobre estos sucesos.
Algunos autores señalan la importancia de este golpe en la posterior Guerra Civil Española de 1936.
El historiador norteamericano Gabriel Jackson, en su obra titulada La República española y la guerra civil (1931-1939), publicada en 1965, defiende que aquel golpe aumentó los odios y la polarización a dos bandas de la política española entre revolucionarios y conservadores, tensiones que acabarían llevándose por delante a los escasos republicanos que intentaban mantener la legalidad de la II República. Hugh Thomas tiene una opinión parecida (Libro Primero, Capítulo 10).
Otros autores, como el también norteamericano Stanley G. Payne, desmienten esta versión en varias de sus obras, señalando que los llamados republicanos, encarnados no ya en el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, sino en la coalición Izquierda Republicana de Manuel Azaña, habrían sido responsables de la desaparición de la II República española por haber colaborado sin apenas reservas con las facciones más extremistas, numerosas y revolucionarias de la época, representadas en el PSOE, permitiéndoles todo tipo de desmanes a pesar de su colaboración probada en la revolución de octubre.
Muchos autores han sido los que han disertado, desde muy diversas posturas políticas, sobre Octubre de 1934 y sus consecuencias: así Joaquín Arrarás, Juan A.Sánchez García-Saúco, Ricardo de la Cierva, Ángel Palomino, Pío Moa, Paul Preston, Manuel Tuñón de Lara, y un largo etcétera, moviéndose desde las tesis de un golpe marxista y separatista contra España focalizado exclusivamente en Asturias y Cataluña, a una reacción espontánea de las masas trabajadoras y revolucionarias en contra de la inminente llegada al poder del conservadurismo, representado en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil Robles, ganador por mayoría simple en las elecciones anticipadas de 1933.
Otras personas consideran absurdo definir como golpe los sucesos de 1934, pues al menos en Asturias no se intentó apoderarse del Estado, sino derrocarlo, como indican los procesos de comunismo libertario que se dieron en diversas localidades.
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En Asturias la CNT mantenía una postura más proclive a la formación de alianzas obreras que en otras zonas de España. De esta manera esta organización y la UGT habían firmado en marzo un pacto con el que estuvo de acuerdo la FSA, federación del PSOE en Asturias, fraguando la alianza obrera plasmada en la UHP surgida el mes anterior. A La UHP se le irían uniendo otras organizaciones obreras como el BOC, la Izquierda Comunista y finalmente el PCE.
Los mineros disponían de armas y dinamita, y la revolución estaba muy bien organizada. Se proclama en Oviedo la República Socialista Asturiana y se ataca a los puestos de la Guardia Civil, las iglesias, los ayuntamientos, etc. estando a los tres días casi toda Asturias en manos de los mineros, incluidas las fábricas de armas de Trubia y La Vega. A los diez días, unos 30.000 trabajadores forman el Ejército Rojo. Hubo actos de pillaje y violencia no achacables a la organización revolucionaria. Pero la represión fue muy dura donde los revolucionarios encontraron resistencia. Desde el gobierno consideran que la revuelta es una guerra civil en toda regla, aún desconociendo que los mineros empiezan a considerar en Mieres la posibilidad de una marcha sobre Madrid. El gobierno adopta una serie de medidas enérgicas. Ante la petición de Gil-Robles comunicando a Lerroux que no se fia del jefe de Estado Mayor, general Masquelet, los generales Goded y Franco (que tenía experiencia al haber participado en la represión de la huelga general de 1917 en Asturias) son llamados para que dirijan la represión de la rebelión desde el Estado Mayor en Madrid. Estos recomiendan que se traigan tropas de la Legión y de Regulares desde Marruecos. El gobierno acepta su propuesta y el radical Diego Hidalgo, ministro de la Guerra, justifica formalmente el empleo de estas fuerzas mercenarias, en el hecho de que le preocupaba la alternativa de que jóvenes reclutas peninsulares murieran en el enfrentamiento, por lo que la solución adoptada le parece muy aceptable.
Durante la revolución de 1934 la ciudad de Oviedo quedó asolada en buena parte, resultan incendiados, entre otros edificios, el de la Universidad, cuya biblioteca guardaba fondos bibliográficos de extraordinario valor que no se pudieron recuperar, o el teatro Campoamor. También fue dinamitada La Cámara Santa en la Catedral, donde desaparecieron importantes reliquias llevadas a Oviedo, cuando era corte, desde el Sur de España..
El general Eduardo López Ochoa, comandando las fuerzas militares gubernamentales, se dirigió a apoyar a las tropas sitiadas en Oviedo, y el coronel Juan Yagüe con sus legionarios y con apoyo de la aviación. Oviedo quedó libre al poco tiempo y poco después Gijón. Tanto la liberación de Asturias como la represión posterior fueron muy duras.
En La Felguera, y en el barrio de El Llano de Gijón se llegaron a dar breves experiencias de comunismo libertario:
En la barriada de El Llano se procedió a regularizar la vida de acuerdo con los postulados de la CNT: socialización de la riqueza, abolición de la autoridad y el capitalismo. Fue una breve experiencia llena de interés, ya que los revolucionarios no dominaron la ciudad. [...] Se siguió un procedimiento parecido al de La Felguera. Para la organización del consumo se creó un Comité de Abastos, con delegados por calles, establecidos en las tiendas de comestibles, que controlaban el número de vecinos de cada calle y procedían a la distribución de los alimentos. Este control por calle permitía establecer con facilidad la cantidad de pan y de otros productos que se necesitaban. El Comité de Abastos llevaba el control general de las existencias disponibles, particularmente de la harina.
Manuel Villar. El anarquismo en la insurrección de Asturias: la CNT y la FAI en octubre de 1934
En el resto de España hubo algunos incidentes reprimidos rápidamente por las fuerzas del orden republicanas.
Se estima que en los 15 días de revolución hubo en toda España entre 1.500 y 2.000 muertos (aunque algunos autores hablan de 1.000 o de 4.000) de los que unos 320 eran guardias civiles, soldados, guardias de asalto y carabineros y unos 35 sacerdotes. La ciudad de Oviedo quedó prácticamente destruida. Y se estima que en toda España fueron detenidos y sometidos a juicio entre 15.000 y 30.000 personas que participaron la revolución. Los datos son difíciles de comprobar debido a la fuerte censura que se aplicó sobre esta revolución.
Consideraciones
La historiografía ha debatido mucho sobre estos sucesos.
Algunos autores señalan la importancia de este golpe en la posterior Guerra Civil Española de 1936.
El historiador norteamericano Gabriel Jackson, en su obra titulada La República española y la guerra civil (1931-1939), publicada en 1965, defiende que aquel golpe aumentó los odios y la polarización a dos bandas de la política española entre revolucionarios y conservadores, tensiones que acabarían llevándose por delante a los escasos republicanos que intentaban mantener la legalidad de la II República. Hugh Thomas tiene una opinión parecida (Libro Primero, Capítulo 10).
Otros autores, como el también norteamericano Stanley G. Payne, desmienten esta versión en varias de sus obras, señalando que los llamados republicanos, encarnados no ya en el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, sino en la coalición Izquierda Republicana de Manuel Azaña, habrían sido responsables de la desaparición de la II República española por haber colaborado sin apenas reservas con las facciones más extremistas, numerosas y revolucionarias de la época, representadas en el PSOE, permitiéndoles todo tipo de desmanes a pesar de su colaboración probada en la revolución de octubre.
Muchos autores han sido los que han disertado, desde muy diversas posturas políticas, sobre Octubre de 1934 y sus consecuencias: así Joaquín Arrarás, Juan A.Sánchez García-Saúco, Ricardo de la Cierva, Ángel Palomino, Pío Moa, Paul Preston, Manuel Tuñón de Lara, y un largo etcétera, moviéndose desde las tesis de un golpe marxista y separatista contra España focalizado exclusivamente en Asturias y Cataluña, a una reacción espontánea de las masas trabajadoras y revolucionarias en contra de la inminente llegada al poder del conservadurismo, representado en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil Robles, ganador por mayoría simple en las elecciones anticipadas de 1933.
Otras personas consideran absurdo definir como golpe los sucesos de 1934, pues al menos en Asturias no se intentó apoderarse del Estado, sino derrocarlo, como indican los procesos de comunismo libertario que se dieron en diversas localidades.
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