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miércoles, 16 de enero de 2008

Por qué no soy pacifista

El pacifismo es una doctrina que se opone a las guerras y otras violencias humanas, pero también es una ideología, que adopta tintes políticos o religiosos.

Lo diré desde el principio, no creo en el pacifismo, al igual que no creo en la existencia de los extraterrestres, o en la bondad de Rodríguez Zapatero. Y digo que no creo, porque si es una doctrina su lugar ontológico se encuentra en el ámbito de las creencias. Se necesita fe, mucha voluntad, y una gran dosis de ingenuidad política de la que carezco, para creer en algo organizado con otras intenciones a las que se exponen. Evidentemente sí creo en la paz, y la deseo, pero considero que el equilibrio de fuerzas es la única garantía de su posibilidad.


A lo largo de la historia humana podemos comprobar que con buenos deseos no se han conseguido detener las guerras, y solo la victoria de uno de los rivales ha permitido su conclusión. La paz siempre se ha firmado tras la derrota de alguien.

Si analizamos el ejemplo más conocido de pacifista, Mahatma Gandhi, el icono más reconocido del movimiento, debemos recordar que para lograr la independencia pacífica del Reino Unido de la nación india en 1947, tuvo que fragmentar su territorio y segregar a sus gentes en hindúes y musulmanes. Tras sesenta años, India y Pakistan siguen en guerra de baja intensidad por la posesión de Cachemira, y ambos países poseen armamento nuclear.

La obra de Gandhi permitió un acuerdo de reparto de tierras y gentes sin prácticamente derramamiento de sangre, pero pagando el elevado peaje de fragmentar la nación india, segregar a su población, y pasar a una situación de tensión permanente desde entonces. La paz no ha perdurado ni con el pacifismo natural que se promueve en la religión de los hindúes, porque los musulmanes no son pacifistas, ni nunca lo serán, realmente no pueden serlo si creen en su religión, por coherencia no pueden permitir que los poderes políticos sustituyan sus valores religiosos por los civiles, de ahí se deriva la inutilidad de tratar de implantar una democracia en Afganistán o Irak.

Evidentemente, Gandhi fue un personaje inolvidable, pero si Reino Unido hubiera querido continuar con el imperialismo británico, lo habría hecho; sin embargo, la época de las grandes colonias concluyó con la apertura de los mercados tras la Segunda Guerra Mundial, así se podía establecer un dominio económico desde la metrópolis que resultaba más rentable, y por lo tanto era innecesario, por costoso, un dominio político.

El mercado pacificador

Soy de los que piensan que el desarrollo global del mercado ha hecho más por la paz, y la erradicación de la violencia, que cualquier iniciativa pacifista. Se que esto que digo resultará una barbaridad para los espíritus más sensibles, pero es demostrable. Japón, Alemania, China, Rusia, India o Pakistán han avanzado más hacia la paz por la apertura y desarrollo de sus mercados que por ninguna otra condición política, social o cultural.

Personajes de nuestra historia tan relevantes y admirables como Inmanuel Kant, León Tolstoi, Bertrand Russell, Albert Einstein, Ernst Jünger, Pablo Picasso, o John Lennon se han declarado pacifistas, y estoy seguro de que cada uno tendría sus buenas razones para hacerlo, posiblemente que hubieran contemplado horrorizados los estragos de la guerra.

El pacifismo es un arma peligrosa, especialmente si se utiliza como instrumento político para ganar algunas batallas haciendo trampas. “Haz el amor y no la guerra”, decía el movimiento hippie de los años setenta del pasado siglo

Pero en realidad esta hermosa frase oculta un mensaje mítico y una liturgia secular: sustituye la guerra por el amor, erradica la violencia y abre tu corazón, sé bueno y perdona a tus enemigos, pon la otra mejilla si recibes una afrenta, no reacciones si eres agredido. El sincretismo civil comienza en ese momento a desplazar la religión cristiana en Occidente, especialmente en Europa, pues si los Estados son capaces de proporcionar una nueva moral, (aunque la moral siempre es la misma, con muy ligeras variaciones), la fe cristiana resulta innecesaria.

La estrategia de suplantación de valores cristianos por nuevos valores civiles es promovida por los partidos de izquierda en los países occidentales. En los países de influencia socialista y comunista, la religión había sido perseguida y erradicada de forma directa, pero en Occidente era necesario neutralizar el poder religioso y su influencia, esencialmente sus valores, y la única posibilidad era implantar una nueva religión, una nueva doctrina social, con nuevos valores, o al menos con denominación diferente de los existentes.

¿Es el socialismo una religión?

La solidaridad, el ecologismo, el pacifismo, la igualdad, la laicidad, la prevalencia de lo social sobre lo individual, la fe en la agrupación, no son más que valores cristianos transformados. La solidaridad es el amor al prójimo, el ecologismo el respeto por la obra divina, el pacifismo es la fraternidad universal, la laicidad es la vacuna definitiva para las creencias religiosas, y lo social es una extensión del comunitarismo cristiano. Hasta el símbolo de la paz es una paloma con una rama de olivo en el pico, tal que si fuera el Espíritu Santo.

Sin embargo hay una inmensa falacia en esta estrategia, tan utilizada en nuestros días por los políticos de izquierdas, que conduce a una reflexión insoslayable: si la izquierda defiende el materialismo como única fe, ¿para qué necesita sustituir al cristianismo y suplantar sus valores?.

Evidentemente por una sola razón: la conquista del poder, porque la gente necesita creer en algo, sino el materialismo deshumanizador sería rechazado, para eso había que desplazar los valores existentes y sustituirlos por otros manufacturados a la medida de los intereses de los políticos de izquierdas.

Desde mi reflexionada laicidad, esta es la razón por la que no creo en el pacifismo, porque sencillamente es un instrumento violento que permite que algunos partidos alcancen el apoyo de los ciudadanos desplazando inicuamente a las doctrinas rivales.

Un pacifista es un soldado de una causa política determinada, que busca acabar con el enemigo por medio de su extraordinaria bondad, haciendo culpables a los demás de los males del mundo, y que por supuesto pretende salvarnos de nosotros mismos, para guiarnos hacia el paraíso maravilloso que otros han establecido de antemano, con dirigentes incluidos.

Las intenciones de la Alianza de Civilizaciones

Hoy se han reunido por primera vez en Madrid los actores políticos de la gran comedia de la Alianza de las Civilizaciones. Sería de agradecer que se dejaran de jugar con las emociones de la gente buena e inocente, con la única intención de alcanzar más poder o mantener el que tienen. Turquía, el principal alíado del proyecto quiere entrar en Europa por cuestiones económicas, y promueve su candidatura. Los demás, son invitados del Gobierno de España que se hacen unas vacaciones a costa del erario público para promocionar la candidatura de su anfitrión y promotor, Rodríguez Zapatero, en las próximas elecciones generales.

Alejándome de coyunturas irrelevantes, sigo siendo fiel partidario de la "doctrina de las dos espadas" de Guillermo de Ockham; en cuestión de poderes, mejor repartidos que en una sola mano, porque la acumulación absoluta de poder, tarde o temprano, conducirá a alguna forma de totalitarismo.

En España asistimos hoy a la aglutinación de todos los poderes en la política: económico, judicial, legislativo, ejecutivo, mediático, militar y tecnológico. Solo queda el poder religioso, maltrecho tras la implantanción de la Educación para la Ciudadanía, de ahí su vigente resistencia, y cuando sea definitivamente derribado los ciudadanos estaremos absolutamente abatidos y entregados a los políticos. Esto se corresponde exactamente con una pérdida de soberanía de los ciudadanos que algunos políticos necesitan para sus propósitos inexplicados.

Definitivamente no soy pacifista, por la misma razón que no me considero cristiano, por qué deseo tener mis propios valores, no los que tratan de imponerme. Ante todo, creo en la libertad de elección, no en aquellos que tratan de decirme cuales son los límites de mi libertad y que es lo políticamente correcto. Y definitivamente soy laico, porque la laicidad es la oposición a cualquier adoctrinamiento por parte de los que disfrutan de cualquier tipo de poder, tanto religioso como político.

Biante de Priena

11 comentarios:

Anónimo dijo...

quiero usar esta oportunidad, imagen de la paloma incluida, para anunciar que cambio de nick.

tereso ahora es berenger. o, si insisten en la grafia correcta tope guay, Bérenger; yo sigo con las minusculas y sin tildes.

tambien prometo ser mas humano.


tereso/
berenger

Anónimo dijo...

berenger, (re)bienvenido al blog.

El pacifismo es una ideología. Prosperó en los años veinte y treinta, en su vertiente "buenista", por una parte, después de los horrores de la primera guerra mundial, aunque ya existía antes de 1914 como vertiente social-cristiana de la izquierda del siglo diecinueve. Pero el pacifismo también ha sido, a partir de los años treinta, un instrumento del comunismo estalinista, tal y como se ha comprobado, para quien todavía albergaba dudas al respecto, cuando se han conocido archivos del komintern después de la caída del muro. La consigna era contundente: todos los comunistas debían, en occidente, defender la paz, para permitir el advenimiento de la revolución proletaria internacional, de la mano de Stalin. El pacto germanosoviético se fraguó, por parte de la Urss, por ese motivo estratégico de lucha contra las democracias liberales, encarnación del capitalismo, enemigo a batir antes que el nazismo. De hecho, en Francia por ejemplo, al principio de la guerra, militantes comunistas y varios socialistas (éstos estaban más divididos)saboteaban las instalaciones militares de su propio país argumentando que la guerra mundial era una guerra civil capitalista y reaccionaria, y que no iba con ellos. Sólo con la ruptura del pacto por Hitler y la invasión del territorio soviético, los comunistas occidentales se convirtieron en resistentes modélicos.

No volvamos a repetir los errores de Munich, con Chamberlain y Daladier. Leed la novela ficción de Philip Roth, "La conjura contra Amércia", acerca de lo que hubiera pasado si Lindbergh se hubiera presentado contra Roosevelt antes de la guerra, hubiera ganado y con él el frente "pacifista" de los EE.UU.

En situaciones límite, cuando la libertad y la dignidad de los seres humanos está en juego, la paz a cualquier precio, es decir el pacifismo, se convierte en la ideología más criminal y liberticida que podamos imaginar. Es como un revólver dirigido contra cada uno de nosotros. Fruto de la estupidez (ejemplo: Bono, "es mejor morir que matar")o de las nuevas formas de oposición y odio a la libertad.

Os dejo determinar donde ubicáis a Z en este esquema.

Anónimo dijo...

yo era pacifista por idealismo cuando era joven. ya hace tiempo que eso cambio.

estoy de acuerdo con la critica al movimiento pacifista por estar influenciado por el comunismo, cosa que condujo posiciones tan absurdas como las de condenar la guerra de vietnam pero no la de afghanistan.

aun asi, seguire respetando a los idealistas. y criticandolos como tales. el movimiento esta descreditado, pero no toda persona que participo o participa en el es un villano.


berenger

Marcapola dijo...

El pacifismo es una ideología para las víctimas, jamás para los verdugos que nunca cesan de fomentar guerras. Es una especie de religión promisoria de mejor vida más allá mientras en la terrenal se aguantan carros, carretas, opresión y muerte, es decir, la violencia terminal para el ser humano. El último párrafo de Dante es lapidario al respecto.

La Revolución Rusa, así como cualquier otra verdadera, fue un acontecimiento de orden histórico y mundial que aún hoy percibe sus consecuencias. Los bolcheviques tenían un plan que consistía básicamente en que los obreros rusos tomaran el poder político aliado con la clase campesina, la más numerosa en la Rusia de entonces, y esperar que otras naciones realizaran sus propias revoluciones, como Alemania, la más probable a la sazón. Jamás se encontrarán textos bolcheviques que preconicen la construcción del “socialismo en un solo país” dado que su visión del asunto no contemplaba esa posibilidad teórica si no era a escala internacional. Así que obtener el poder político implicaba esperar en una situación de ventaja, a los acontecimientos internacionales. .

Es muy conocido en la historia que los bolcheviques no se sostuvieron al mando de la nación más que unos años, al poco tiempo todo el comité central que había participado en la revolución, habían sido asesinados o neutralizados por Stalin, quién en una secuencia diabólica fue deshaciéndose de la “vieja guardia” hasta liquidar cualquier vestigio e influencia de la misma en los procesos de Moscú de los 30. Baste recordar que Trostky, -figura opositora principal a la deriva stalinista, artífice del Ejército Rojo y de la reconstrucción de los ferrocarriles después de la Revolución-, fue perseguido al menos desde el año 1923 y que Lenin era vigilado y limitadas sus actividades por el propio Stalin antes de su muerte, ocurrida en el 24. El triunfo de la Revolución en el 17 fue seguido de una guerra civil durante dos años, contra los guardias blancos y los países que participaron sotto vocce.

Digamos que la revolución fue “asaltada” por unos aprovechados advenedizos, devenidos en casta política “excrecente” que pasó a dominar el rumbo de la entonces URSS. Este asunto ha sido objeto de tratamiento profuso entre los que caben destacar al propio Trostky, a Isaac Deustcher, Jacek Kuron y Karol Modzelewski, Milovan Djilas o Ernst Mandel, entre otros.

En resumen, la URSS produjo una nueva casta política al margen de los intereses de la sociedad, a la que vino a traicionar pero en nombre de la cual gobernaba la nación. Esta condición dual y su base política, explica la conducta de la Unión en sus relaciones internacionales, donde predominaban los intereses de la nueva “clase” disfrazados con el lenguaje heredado y bajo el cual cubrían sus justificaciones. Y así se puede decir que la URSS montó un sistema de delegaciones mundiales bajo el nombre de la I. C. y de los partidos bajo sus órdenes, lo cual no impedía a veces la coincidencia de intereses del “Estado de los trabajadores” con las reivindicaciones de los obreros en según qué países, sobre todo en tiempos de “equilibrio pacífico” o “guerra fría” entre las grandes naciones. Porque a pesar de los pesares, la URSS era una nación “escapada” de la órbita capitalista, era algo “diferente” aunque el interés principal del “Estado degenerado” residiera en una “convivencia” pacífica con el capitalismo.

Concesiones y señales de capitulaciones al capitalismo, las vino dando Stalin desde los años 30 y se puede decir que los P.C. iban dando tumbos a tenor de la táctica del partido mayor de la URSS; así se explica el pacto con Hitler y los bandazos posicionales frente a la socialdemocracia.

Anónimo dijo...

Díos mío que locos que estamos y desde hace tantos milenios. ¿Y todavía nos quejamos de los que nos viene pasando en este nuestro mundo?

Anónimo dijo...

Excelentes comentarios que completan el artículo. No todo lo que parece bueno, lo es.

Gracias

Erasmo

Anónimo dijo...

Por supuesto estoy muy lejos de poseer el bagaje de conocimientos filosóficos, históricos, políticos y demás que leo en vuestros posts y seguramente mi punto de vista os resulte una simpleza.Con todo, allá va:El pacifismo es la ideología más criminal y liberticida que podamos imaginar o lo criminal y liberticida es que no todos lo seamos?
No pasa eso mismo con el liberalis-mo y con cualquier otra ideología cuando se la emplean para otros fines distintos a aquéllos para los que fueron creadas?
Son preguntas que me surgen de vustras reflexiones, sin intención de debatir.

Gracias

Anónimo dijo...

preguntón, es una buena pregunta, ¿si todos fuéramos pacifistas el mundo sería mejor?, no lo sé, pero lo dudo.

No por el pacifismo, sino por el todos, el mundo sería totalitario, y la libertad no tendría sentido. A mí personalmente no me gustaría vivir en un mundo así.

¿Si hay libertad no puede haber paz?. Posiblemente, pero ¿de qué sirve la paz sin libertad?.

Creo que el problema está en lo que te diré a continuación, hay un error ontológico (de construcción en el concepto, en sus argumentos) que invalida, para mí, el pacifismo.

Los pacifistas consideran la paz como una causa del bienestar humano, y eso es un error, la paz es una consecuencia de la interacción humana, de la reducción del malestar humano.

La paz no existe, hay que conquistarla, como la libertad, nadie la regala, nadie la concede de forma gratuita.

Vamos, que los huevos no frien sartenes, para que se entienda.

Saludos

Erasmo

Anónimo dijo...

Coño,Erasmo, me se lo pones complicado a un preguntón con esos interrogantes en tu respuesta y me lleva a plantear de nuevo lo que te decía en mi post anterior: una ideología es mala, inútil en sí, o es mala porque en lugar de ella empleamos un sucedáneo?
De acuerdo en que la paz y la libertad no "son", sino que se "conquistan". También de acuerdo en que la paz es la consecuencia de la interacción humana, pero ( y aquí, de nuevo, el preguntón) cómo la libertad "disipadora" del totalitarismo "introduce" la paz en esa interacción humana?.
Espero no te moleste mi insistencia. Son ganas de aprender y comprender.

Saludos

Anónimo dijo...

Es en la práctica, en la realidad, en su puesta en marcha, como los hombres descubren "la verdad", lo que equivale a "actos" y no ha "dichos" quién confiere la certeza de las ideas.

Anónimo dijo...

La libertad y la paz correlacionan, pero no son de la mima categoría ontológica.

La libertad puede conducir a la guerra, y de la guerra se puede llegar a la paz.

Sigo diciendo, por eso soy liberal, que desde la libertad se puede alcanzar la paz, desde la no libertad también, pero realmente de poco sirve tener paz sin libertad. Con Franco hubo paz, pero no hubo libertad, aunque en realidad lo importante es que aquella paz de poco servía sin libertad. Exagerando la cuestión, con Stalin hubo paz, también sin libertad, con Hitler ni hubo paz, ni libertad.

La paz permite que los regímenes totalitarios permanezcan, mientras que la libertad solo es posible si no hay totalitarismos, por eso me quedo con la libertad como causa del bienestar humano y con la paz como una consecuencia de la libertad.

Saludos

Erasmo

Saludos

Erasmo

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