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miércoles, 21 de noviembre de 2007

Catalunya, a la cola de España y de la UE en la calidad del sistema educativo

Buenas tardes. Debido a la aparición de la noticia, Catalunya, a la cola de España y de la UE en la calidad del sistema educativo, publicada hoy en varios medios, os envío un pequeño texto que acabo de escribir. Me gustaría que si decidís publicarlo, lo hagáis tal cual, sin recortes y junto a las fotos que incluyo.

Catalunya en el Culo del Mundo

La porquería de educación que se imparte en Cataluña cada año recibe su reconocimiento por parte de cualquier organismo que la evalúe. La educación en Cataluña es, en todos los sentidos, la justa medida de lo que son capaces los políticos catalanes, una banda de mafiosos, ladrones y descerebrados que no dudan en destruir el futuro de los niños, obligándoles a estudiar exclusivamente en una lengua provincial, negándoles -a la mitad de ellos- su idioma materno y persiguiéndolos para que se expresen sólo en catalán, un idioma que hace mucho tiempo dejó de ser un instrumento de comunicación para convertirse en arma de agresión.

La sumisión lingüística obligatoria, aderezada con toneladas de catalanismo, frustración, mentiras y victimismo barato, llega a convertirse en muchos casos en maltrato infantil, brutal discriminación y destrucción de la cultura y de la identidad del niño, contraviniendo los tratados internacionales y las recomendaciones de la Unesco, que en más de una ocasión ha llamado la atención a Cataluña por sus excesos identitarios.

Ya se está convirtiendo en una costumbre que la educación en Cataluña aparezca a la cola de España y a la cola de Europa. Hace 25 años que los integristas impusieron a nuestros hijos su minúscula y mediocre visión del mundo, un microuniverso construido más a la medida de los insectos que de los seres humanos.

Llegados a este punto, habría que preguntarles si también es culpa de Madrid que la educación catalana sea la peor de España, o si quizás este fracaso habría que atribuirlo a la obsesión que tienen por utilizarla para crear esclavos de su patética ambición. Cualquier modelo educativo debería centrarse en el bien de los niños, fundamentarse en la realidad sociológica e histórica, y siempre con el objetivo último de crear hombres cultos y libres.

No dudo de que en algunas décadas habrán logrado sus objetivos y muchos de esos niños, ya convertidos en adultos sin criterio, harán todo lo posible por impulsar a su terruño hacia la independencia. Y ustedes, los políticos catalanes, mediocres fanáticos, serán inscritos como los padres de una nueva nación en los libros de historia.

Pero la historia da muchas vueltas, y ojalá que también llegue un día, aunque sea dentro de mil años, en que este periodo de la historia de Cataluña les sea explicado a los niños como ejemplo de dictadura encubierta, de represión, de antieducación, de racismo institucional, de lo que sus miserables antepasados fueron capaces de hacer, y de lo que todos se avergüencen.

Muchas gracias,
Roberto Rodríguez.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí señor, muchos estamos hasta las narices de estos nazis catalufos. Esto no es un estado de derecho ni es nada.

L.H.

Anónimo dijo...

Eso es hablar claro, justo lo que no hacen unos políticos a los que mantenemos con nuestro sudor para que nos torturen unos, mientras miran los de la "oposición". Es evidente que el masoquismo no durará mucho más y entonces, ¡ay! nos habrán convertido en sádicos. La venganza estará a la altura de la ofensa y el delito.
Que no les pase ná.

Anónimo dijo...

El catalán tiene que ser un instrumento de comunicación para los catalanes, y entre el pueblo catalán. Desde el momento en que a los de fuera no nos permiten aprenderlo libremente, sino que nos lo imponen bajo amenaza de no poder trabajar, no poder comer, no aprobar a nuestros hijos, etcetéra, ya lo empezamos a aborrecer.

Conozco a infinidad de personas en Cataluña que aborrecemos el catalán, y cada vez somos más.

Es un proceso. Cuando llegas aquí, lo intentas aprender. Cuando llevas un tiempo, te asquea. Y si tienes hijos, los quieres, y no deseas renegar de ti mismo, casi siempre te acaba repugnando.

Es penoso el daño que le están haciendo al catalán al usarlo como amenaza constante.

Está claro, quieren echarnos, y muchos se van cada día. Pero otros muchos vamos a quedarnos. Y si hace falta, nos enfrentaremos hasta el final. Lo haremos por el futuro de nuestros hijos, que se preparen.

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